EN MARACANÁ
Liderada por el rosarino de 34 años, la Albiceleste terminó con una sequía de 28 años y alzó la Copa América por decimoquinta vez, igualando a Uruguay.
El mundo fútbol despertó este domingo con la sensación de que hay un poco más de justicia. Argentina alcanzó su decimoquinta Copa América igualando a Uruguay, pero la reivindicación principal es para Lionel Messi, que luego de muchas frustraciones al fin pudo ganar un título con la Albiceleste.
La victoria 1-0 sobre Brasil significó —además de otra dolorosa caída de la auriverde en Maracaná— terminar con 28 años sin ganar el torneo continental (Ecuador 1993 había sido la última vez) y le hizo justicia al mejor futbolista del mundo, quien luego de perder las finales de 2015 y 2016 ante Chile en ambos casos y la de la Copa del Mundo de 2014 ante Alemania en este mismo estadio, rompió el maleficio.
A los 34 años y con la cinta de capitán, Messi levantó la Copa América y ahora va por más, porque puede ser la inyección de optimismo que precisaba para apuntar a Catar 2022.
El Mundial Sub 20 de 2005 en Holanda y la medalla de Oro en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 parecían poco con la selección para Messi. Y cuidado, hay que poner todo en su contexto. Diego Maradona también fue campeón mundial juvenil en Japón 1979, pero nunca ganó la Copa América ni los Juegos Olímpicos. Claro, ganó el Mundial de México 1986 y eso multiplica por mucho en méritos. Es por esta razón que Catar pasa a ser tan importante para Messi.
Atrás quedó para el rosarino aquella frustración de 2016, que fue tan grande que lo llevó a anunciar que daba un paso al costado en la selección luego de tantos sinsabores. “Se terminó para mí la selección. Es increíble, pero no se me da”, decía por entonces, mientras masticaba la segunda final consecutiva perdida, a la que se sumaba la eliminación sufrida en casa (no solo en Argentina, sino en Santa Fe, su provincia natal) en 2011 a manos de Uruguay en cuartos de final.
No importa que Lio no haya sido el factor determinante en esta consagración, al punto de fallar un gol increíble dentro del área a los 88 minutos. A decir verdad fue bien marcado y no pudo desequilibrar, pero también es cierto que el hecho de haber recibido tanta atención liberó a otros futbolistas, como Rodrigo De Paul, que puso un pase exquisito para dejar en carrera a Ángel Di María en el tanto que decidió la final y otro para el propio Lionel cuando falló el tanto sobre el final.
También brilló el otro Lionel, Scaloni; el técnico albiceleste planteó muy bien el partido, rodeando a Neymar para anularlo y cortando todas sus líneas de pase, tanto cuando tuvo la pelota como cuando fue opción para recibir.
Messi es feliz y el mundo del fútbol también. La injusticia ya no es tanta, porque Lionel al fin pudo ser campeón con Argentina. Lo MerESSIa.