Por Santiago Vanoli
Posterior al cuarto puesto conseguido en el Mundial de México '70, y aún con la impronta de las gestas del '30 y el '50, la selección uruguaya de fútbol llegó a la Copa del Mundo de 1974 en la República Federal de Alemania (occidental al todavía en pie Muro de Berlín) como uno de los poderosos rivales que nadie quería enfrentar, y le tocó debutar frente a la Holanda (hoy, Países Bajos) de Rinus Michels y Johan Cruyff, que volvía al máximo certamen futbolístico después 36 años de ausencia.
Fue entonces que futbolistas de la talla de Ladislao Mazurkiewicz, Luis Cubilla, Pedro Virgilio Rocha y un joven Fernando Morena, entre otros, fueron las primeras víctimas mundialistas del “fútbol total” de la Naranja Mecánica, un equipo que no ganó títulos, pero sí un lugar especial en la historia del fútbol y de la planificación táctica.
Esa selección neerlandesa exhibió un estilo revolucionario que hasta hoy inspira y deleita a entrenadores, futbolistas y fanáticos de la pelota alrededor del mundo.
El partido lo ganó Holanda 2 a 0, Uruguay no pasó la fase de grupos y los dirigidos por Michels, tras grandes victorias a otros candidatos al título, llegaron a la final que a la postre perderían con el anfitrión: Alemania Federal.
Si bien esto es un dato anecdótico, cobra sentido a días de que la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) haga oficial la contratación del argentino Marcelo Bielsa como el nuevo director técnico de la selección, uno de los más reconocidos entrenadores del mundo del fútbol que ha adoptado y trabajado sobre esta filosofía del fútbol total, basada en la posesión, la presión y la capacidad de adaptación de los futbolistas para realizar distintas tareas dentro del campo. Porque, en palabras del propio Bielsa, “el jugador necesariamente juega en tres puestos, aunque parta del natural”, producto de “la movilidad que el juego exige”.
![Marcelo Bielsa en su pasaje como entrenador del Leeds United de Inglaterra](https://imgs.elpais.com.uy/dims4/default/207426e/2147483647/strip/true/crop/5568x3550+0+0/resize/1440x918!/quality/90/?url=https%3A%2F%2Fel-pais-uruguay-production-web.s3.us-east-1.amazonaws.com%2Fbrightspot%2Fd5%2F96%2F6a3ff7524975a8f891d0b2e49de2%2Fys3tsgxinbg5xhqj2dsk6gcycq-nnnnn.jpg)
Filosofía y táctica
“Es muy importante que quien recibe nuestro mensaje vea coherencia en nuestro comportamiento pasado”, dijo alguna vez el argentino en relación al liderazgo. Motivo más que pertinente para intentar deducir qué características tendrá su trabajo al frente de la selección uruguaya, a partir de lo realizado a lo largo de sus 33 años de trayectoria como director técnico de Primera División, desde cuando se hizo cargo del primer equipo de Newell’s Old Boys en 1990 hasta su última experiencia en la Premier League.
Más allá de ganar o perder -que su importancia tanto debate y reflexiones ha generado- la filosofía del entrenador argentino apunta al espíritu amateur y el amor hacia la tarea, que “es lo único que vuelve satisfactorio el tránsito por el trabajo”. Bielsa cree en prescindir del resultado y darle valor al método, en los argumentos por sobre el estilo, en que “lo importante es la nobleza de los recursos utilizados”.
No obstante, los buenos resultados en su carrera llegaron temprano. En su primera temporada al frente del equipo rosarino fue campeón argentino, con un estilo intenso y dinámico en el que todos atacaban y todos defendían, y con una base de futbolistas jóvenes que él mismo había formado al frente de divisiones juveniles del club. Y al año siguiente llevó al Leproso a la final de la Copa Libertadores de América –que perdió con el San Pablo de Brasil– y ganó el torneo Clausura del campeonato local.
Después se alejó de su ciudad natal para dirigir al Atlas y al América de México, luego a Vélez Sarsfield –donde conseguiría un nuevo título nacional en 1998– y, tras un fugaz paso por el Espanyol de Barcelona –donde solo dirigió seis partidos–, aterrizó en el que sería uno de los principales retos de su carrera: la selección argentina.
![Marcelo Bielsa en su etapa de DT de la selección argentina de fútbol](https://imgs.elpais.com.uy/dims4/default/456ae14/2147483647/strip/true/crop/2000x1511+0+0/resize/1440x1088!/quality/90/?url=https%3A%2F%2Fel-pais-uruguay-production-web.s3.us-east-1.amazonaws.com%2Fbrightspot%2Fc3%2Fc0%2Fd2f18b834317a97721b45b9734a5%2Fimagen-arcnethd01-5403vmwwtlp.jpg)
Su etapa con la albiceleste tenía un norte claro: la Copa del Mundo de Corea y Japón 2002, a la que Argentina llegó como uno de los máximos favoritos, después unas Eliminatorias que ganó de punta a punta y que le valieron a Bielsa el premio al mejor DT del mundo en 2001. Sin embargo, el sueño de la entonces tercera estrella no duró más que los tres partidos de la fase de grupos y significó el primer gran golpe en la carrera del entrenador, que además estuvo marcado por una polémica que hasta hoy lo acompaña: Batistuta o Crespo, y no los dos.
“Mi concepto es buscar el arco rival, y para eso extremo recursos: me gusta jugar con wings y con mucho pressing en el campo rival”, dice Bielsa, que además valora la amplitud porque “por los costados es por donde llegan la mayoría de los goles”. Así es que rodeaba a su delantero de referencia con dos extremos que solían ser el Burrito Ortega y el Kily González; un volante creativo que podía ser Verón o Aimar; un pivote: Simeone; dos laterales que jugaban la mayoría del tiempo en campo rival: Sorín y Zanetti; el líbero y los stoppers.
Asimismo, Bielsa es un convencido de que la incidencia del esquema táctico no es trascendente, sino que lo importante es la flexibilidad del mismo: “Hay que tener jugadores con los cuales uno pueda jugar con cualquier esquema y distribuirse en la cancha como convenga”, porque, de nuevo, el juego “tiene como característica el movimiento”.
Es difícil especular sobre qué hubiera hecho Bielsa si le tocaba dirigir a Uruguay en plena vigencia de Luis Suárez y Edinson Cavani, pero parece claro que el ataque lo diseñará, en principio, alrededor de Darwin Núñez. Porque si hay una constante en cada uno de sus procesos son los extremos y el nueve de referencia. O el falso nueve de referencia, como hizo jugar al Mago Jorge Valdivia en el Mundial de Sudáfrica 2010, cuando dirigió a la selección chilena.
![Bielsa como DT de la selección de Chile en el Estadio Centenario versus Uruguay](https://imgs.elpais.com.uy/dims4/default/5c6ff13/2147483647/strip/true/crop/2464x1632+0+0/resize/1440x954!/quality/90/?url=https%3A%2F%2Fel-pais-uruguay-production-web.s3.us-east-1.amazonaws.com%2Fbrightspot%2F98%2F79%2F56fb6f234fbf8c1055fe1b41f6b7%2Fbielsa.jpg)
La composición de la línea de fondo de sus equipos varía, pero otra constante es que los laterales tengan un mínimo obligatorio de profundidad. Para eso, cuando la línea es de cuatro hombres, el volante de contención se retrasa para que los zagueros cubran también las bandas. Otra vez, la importancia de la polifuncionalidad del futbolista para cumplir la tarea natural y las que la dinámica que el juego exige.
Se impone la pregunta: ¿por qué la necesidad de que los laterales tengan profundidad? Porque, como expresó alguna vez el director técnico rosarino, él cree en “el protagonismo, en tener la iniciativa, en tratar de que el partido suceda en el campo rival, en poseer el balón y evitar que el contrario se lo apropie, en recuperarlo rápidamente”. Son los principios fundamentales de su idea.
![El entrenador argentino Marcelo Bielsa](https://imgs.elpais.com.uy/dims4/default/f817e49/2147483647/strip/true/crop/2048x1429+0+0/resize/1440x1005!/quality/90/?url=https%3A%2F%2Fel-pais-uruguay-production-web.s3.us-east-1.amazonaws.com%2Fbrightspot%2F60%2F46%2Fabb6ce7942fa84798e39b9ac9c54%2Fbielsaes1-superjumbo.jpg)
Sería imprudente e inexacto predecir cómo va a formar tácticamente el Uruguay de Marcelo Bielsa solo a partir de sus trabajos anteriores, pero en el entendido de que el “estilo o modelo no es disposición táctica ni el dibujo; sino si la pelota va por arriba o por abajo, cómo se interpreta el reglamento, entre otros aspectos”, y conociendo el repertorio de futbolistas que tendrá a disposición, sí se puede suponer que será un equipo que no esperará al rival y saldrá a proponer.
El entrenador argentino opina que “ninguna escuela es mejor que la otra” y que es válida tanto la de “recorrer el reglamento en sus márgenes para encontrar formas de sacar ventaja”, como la de la especulación y el contragolpe esperando el error del rival. Pero que las reglas básicas que rigen en sus equipos son tres: “ser protagonista, no especular y respetar el reglamento”.
Para él, “una de las mejores formas de lograr que un buen rival no crezca (futbolísticamente en el juego) es tratar de hacerle pasar más tiempo defendiendo que atacando”, porque se lo obliga a hacer una tarea que no le gusta. Y aunque esa posición conlleve a la ampliación de espacios defensivos propios, es un riesgo asumible antes que aceptar “que la pelota la tenga mucho tiempo un equipo que sabe mucho qué hacer con ella”.
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