MINUTO 95
Marcelo Gallardo lleva seis años al frente de River Plate. Jugó la Copa Libertadores todos los años y la ganó en 2015 y 2018. Sin embargo, nunca se había cruzado con un equipo uruguayo. Y le tocó hacerlo en cuartos de final con Nacional, el club donde colgó los botines y arrancó su carrera como entrenador.
Apenas terminó el partido del jueves pasado, donde River Plate goleó a Nacional 6 a 2 -consiguiendo un abultado 8 a 2 en el resultado global-, el técnico millonario se preocupó por saludar uno a uno a los futbolistas tricolores. Consciente de lo que el histórico resultado en contra podría significar para los jóvenes jugadores albos, los saludó a ellos antes que a sus propios dirigidos.
Me hubiera gustado estar ahí para escuchar lo que les decía, pero su rostro, el abrazo, el beso o el simple chocar los cinco lo dejaba claro. Y demostraba una vez más lo que es el “Muñeco”. Ya no es necesario afirmar que es un gran entrenador. Pero a sus condiciones como técnico le suma lo otro, que es en definitiva, lo más importante: es un gran tipo.