Redacción El País
Un auténtico partido de Copa Libertadores fue el que se vivió en el Beira Río en una de las llaves de octavos de final. No solo por el hecho de que se cruzaban dos cuadros coperos como Inter de Porto Alegre y River Plate y tampoco por el marco, sino por todo lo que se vivió durante la noche brasileña.

Y es que no bastaron 90 minutos de intensidad pura, de chances para ambos equipos, de Inter dando vuelta el resultado y de River igualando en la última pelota de la noche, sino que a todo eso le sumaron una tanda de penales de esas que se recordarán durante mucho tiempo o que se intentarán olvidar rápido, dependiendo de quién la mire.

Pero antes de esos penales, que ya repasaremos, hubo un partido puro de Copa Libertadores. Figuras, buen juego, pierna fuerte, tarjetas que salieron por doquier, discusiones y, por supuesto, goles. Goles que hubo que esperar para verlos, pero que transformaron los 20 minutos en finales en un momento de infarto.

Es que precisamente cuando iban 70 minutos, Johnny lanzó un tiro de esquina que Gabriel Mercado (exjugador de River Plate) conectó de cabeza para igualar la serie y darle cierta tranquilidad a Inter que, jugando como local, se fue en busca del segundo.

Con el Millonario tambaleando, ese segundo gol llegó. Fue ocho minutos más tarde que Alan Patrick se hizo cargo de un tiro libre para poner la pelota contra un palo, vencer a Franco Armani y adelantar en el global por 3-2 al Colorado.

La llave parecía sentenciada, el equipo de Demichelis no había podido mostrar su mejor rendimiento, pero en el final apareció el goleador menos pensado: Robert Rojas. El zaguero paraguayo apareció solo por el segundo palo para definir con el arco libre cuando Sergio Rochet poco podía hacer, pero de todas maneras se iba a tomar revancha.

Que una definición por penales termine 9-8 y sin que los arqueros atajen uno de los penales demuestra la clase de los pateadores. Algunos fueron fuerte, otros a colocar, algunos a una punta y otros al medio, pero a su manera fueron anotando.

A su manera, mas allá de que fue sin querer, fue que pateó Pablo Solari. Cuando el joven atacante fue a disparar, se resbaló y emulando lo hecho por Martín Palermo en aquel recordado penal, le pegó con una y la tocó con la otra y por más que la pelota terminó dentro del arco, tras protesta de Rochet y compañía, el gol no valió.

Carlos de Pena tenía en sus pies la chance de clasificar a Inter, se afirmó de zurda y le pegó esquinada, tan esquinada que pegó en el palo y salió. River Plate tenía una vida más.

Pasaron los Díaz, Paulo y Enzo, también Johnny e Igor Gomes, hasta que Andrés Matonte (árbitro uruguayo) dijo "no va más". Acá no se puede seguir pateando, cambiamos de arco. El punto penal estaba muy gastado, los jugadores se resbalaban y tras hablarlo con los capitanes la definición se fue para el otro lado.

Y fue en el otro arco que se volvían a cruzar Robert Rojas y Sergio Rochet. El paraguayo, esta vez de penal, estrelló su remate en el horizontal y cuando a Inter le quedaban dos pateadores (Vitao y Rochet) el arquero agarró la pelota y le ganó de mano a su compañero. Lo remató, lo convirtió y clasificó a Inter de Porto Alegre a los cuartos de final tras ganar en los penales por 9-8.

Mientras se remataban los penales en Porto Alegre, lo mismo ocurría en Curitiba porque Athletico Paranaense había vencido 2-0 a Bolívar por los goles de Fernandino y Vitor Roque, pero por la derrota 3-1 en Bolivia, el juego se fue a la definición por penales.

Allí nueve penales fueron convertidos, ninguno falló, hasta que le tocó a Thiago Heleno. El zaguero y capitán del Furacao estrelló la pelota en el horizontal y así Bolívar dio el batacazo, se metió en cuartos de final y enfrentará al Inter de Porto Alegre.