Hizo un viaje de mochilero a Bariloche con unos amigos en unas vacaciones mientras jugaba en Danubio, y en ese momento conoció a su pareja: una chica argentina de Buenos Aires, que trabajaba en ese lugar. “Dejó todo para venirse conmigo”, le cuenta el lateral Gonzalo Camargo a Ovación.
“Mis amigos de Colonia se fueron de mochileros cuando fueron terminando sus carreras y en uno de esos me sumé. Es una experiencia espectacular, quedándonos en hostel y haciendo dedo”. La conversación empieza a enfilar hacia un lugar inesperado para el periodista. Lo que empezó por una llamada por los estudios del artiguense y su rol de tutor para la Mutual de sus compañeros que están terminando el liceo, terminó en un camino de aventuras y una declaración inesperada: “La idea es que el año que viene sea mi último año como profesional”.
“Quiero tomarme un tiempo para viajar de mochilero con mi novia, que a los dos nos gusta mucho”, afirma el jugador de 32 años. “Siempre me gustó viajar, conocer otras culturas, vincularme con gente por fuera del fútbol. Me encantó la experiencia de mochilero y como mi pareja me acompañó en estos años dejando muchas cosas de lado, es momento de devolverle a ella y acompañarla en este deseo. Pensamos visitar a mi hermana en Irlanda y a amigos que tenemos en Europa”, explica.
Camargo jugará en 2024 su última temporada y para el año siguiente tiene planeado -además del viaje- enfocarse directamente en otra pasión que tiene: la educación física: “Me voy a retirar con 33, justo el número con el que juego”.
“Al haber encontrado mi continuidad laboral en la educación física, sería un lindo cierre de mi carrera. Además, pensamos en formar una familia, y después será más complicado cumplir nuestro sueño de hacer ese tipo de viajes con hijos”, señala el lateral izquierdo que está cumpliendo una buena temporada enWanderers, el club 14 de su carrera.
Camargo está estudiando el segundo año de la licenciatura en Educación Física y anteriormente ya hizo la tecnicatura en fitness. “Descubrí una vocación. Estoy realmente muy contento”.
“Los jugadores tenemos tiempo. Generalmente entrenamos a la mañana y yo las clases las tengo de noche. Tengo tiempo para descansar y antes de la facultad me pongo a hacer algunos trabajos. Es un desgaste importante, pero vengo de una familia donde mis hermanas trabajaban ocho horas y estudiaban. Una vez que agarrás el ritmo y la rutina, se hace llevadero” añade quien no sabe si dentro del mundo de la educación física seguirá vinculado al fútbol.
“Lo que más valoro es poder salir del ambiente del fútbol. Muchas veces estamos en una burbuja que no es la realidad. Uno, en la medida que se pueda vincular con gente que trabaja, que estudia, que hace otro tipo de sacrificios, también te ayuda a valorar y a entender muchas cosas que a veces los futbolistas no somos tan conscientes. Biológicamente nuestra carrera termina alrededor de los 40 años si tenés suerte pero a esa edad somos jóvenes y hay toda una vida por adelante. Siempre es bueno tener herramientas y estar preparados”, razona con madurez y criterio.
Muchos de sus compañeros de Wanderers están al tanto de su decisión de retirarse joven y le dicen que no lo haga, pero cuando Gonzalo les cuenta el plan de su vida, lo entienden y se ponen contento por él. “También es una forma de retribuirle a Paula todo lo que hizo por mí, y al mismo tiempo hacer cosas juntos, como viajar”.
Le gustaría jugar su último año al fútbol en Wanderers, porque es un lugar en el que está feliz, aunque sabe que no depende solo de él. Mientras tanto, disfruta de su presente en el Bohemio y se ilusiona con el Clausura.
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