ESPAÑA

El mundo gira y la vida da muchas vueltas. En las canchas de fútbol las alegrías suelen durar poco tiempo y las tristezas dejar una herida muy grande. Pero siempre hay revancha. De eso sabe, y mucho, Luis Suárez. El “Pistolero” no ha dejado de ser ese goleador extraordinario. Temible. Infalible. Hoy, desde la hora 17 de Uruguay, en la Provincia de Madrid y en el Coliseum Alfonso Pérez, el 9 que despreció el Barcelona porque estaba “acabado” para la gran competencia, tendrá la gran oportunidad de llegar a los 500 goles en su carrera.

Y si anota, este goleador que con nada más que 58 disparos al arco suma 18 conquistas en el principal torneo español, volverá a liderar con su efectividad la ofensiva de un Atlético de Madrid que se está convirtiendo en la pesadilla del propio club blaugrana y del Real Madrid en la búsqueda de una nueva Liga española.

Porque nadie puede discutir que en el actual certamen español no hay un futbolista más letal y determinante que el delantero uruguayo. Luis es, por las estadísticas que entregan los propios españoles, el jugador que ha hecho ganar más puntos, el que no perdona en la ejecución de los penales, el que fabrica esas penas máximas, el que hace goles de cabeza, de tiro libre, con la zurda, con la derecha y el que, además, conformó nuevamente una espectacular dupla ofensiva.

Lejos de su sociedad con Lionel Messi, a quien le pelea el “Pichichi” y con quien supo integrar la fórmula de ataque más infernal del fútbol español, ahora encontró un nuevo amigo para romper redes: Marcos Llorente.

Los números lo dejan en evidencia. El salteño metió 18 tantos y Llorente 9. El español lo asistió cuatro veces y el uruguayo en dos. El beneficiado es el elenco colchonero de Diego Simeone, que con esta dupla está consiguiendo un registro goleador de récord. Van 50 goles en 26 fechas y en las temporadas anteriores con 38 fechas a lo máximo que llegó fue a 58 tantos (2017/18).

Rompe los ojos. Suárez sigue adelante. Su nivel de contundencia en el área parece inagotable. No es necesario ni que le ofrezcan demasiadas situaciones favorables para que concrete. Un simple descuido o un buen pase termina provocando el disparo ganador.

Por momentos, aunque no tenga el despegue veloz, que se está yendo por el avance biológico, el delantero uruguayo parece ser imposible de contener. Lo comprobó el Real Madrid.

Es el enemigo público número uno de los defensores y arqueros rivales. El que presiona, hostiga. El que demanda cuidados extremos. El que va al choque y de repente da un paso hacia atrás para quedar en soledad absoluta y encontrar el lugar que le termina proporcionando la ventaja que quería.

Este sábado, Suárez podrá lograr con un tiro más llegar a los 500 disparos letales. Y este gol entrará, sin importar la forma en la que lo consiga, en lugar preferencial entre sus recuerdos.

Se grabará a fuego. En su carrera, en la historia de los goleadores uruguayos de todos los tiempos, en su gesta como artillero europeo. Se grabará a fuego. Como el gol que anotó en la Copa América de 2011 contra Paraguay o el que le hizo a Inglaterra para el 2-1 en el Mundial de Brasil o el de la final de la Champions League con el Barcelona ante la Juventus o el del 2-1 contra el Real Madrid en la temporada 2014/15 en el Camp Nou o -tampoco puede quedar afuera- el mejor gol de taco de la historia convertido al Mallorca en 2019.

Es cierto que la lista puede ser interminable. En 500 goles hay decenas que han sido fabulosos. Únicos. Milagrosos. Ganadores. Inolvidables. Esta vez además del impacto que provoca el número, hay dato especial. Y es el que certifica que el delantero no está terminado.