Ya son ocho años y medio desde que Guillermo Almada emigró para dirigir en el exterior, luego de aquellas exitosas campañas con River Plate en las que consiguió meter al Darsenero en copas internacionales por tres años consecutivos: dos Sudamericanas y la Libertadores 2016 que no llegó a dirigir, porque partió rumbo a Ecuador para tomar las riendas del Barcelona.
Allí fue campeón en 2016 y consiguió el récord de mayor número de victorias en una temporada (31 en 44 partidos), y permaneció durante cuatro años hasta que pasó al Santos Laguna mexicano, y luego al Pachuca, donde fue campeón en 2022, año en el que además fue elegido mejor técnico de la Liga MX.
Pronto cumplirá cinco años en México, y lleva dos en los Tuzos, un equipo “formador, más vendedor que comprador, que apuesta a sus formativas en vez de gastar dinero en fichajes estrella”, y principal club del Grupo Pachuca, liderado por el empresario Jesús Martínez y que es tendencia en este mercado de pases uruguayo por los negocios que hizo y hace con Peñarol, mediante su presidente Ignacio Ruglio.
—Vas a cumplir cinco años en México; ¿Estás cómodo ahí?
—Es una de las ligas más competitivas del mundo y muy poderosa económicamente, por el nivel de futbolistas mexicanos y extranjeros que hay. También por la geografía del país, porque jugás en la altura, el desierto, la humedad; son distintas variantes que hacen más difíciles los partidos de visitante.
—¿Tenés más presión por resultados en Pachuca que en Santos Laguna?
-No porque, primero, para nosotros los entrenadores las exigencias son las mismas: más allá de los contratos, dependemos de los resultados y los funcionamientos colectivos. Y después porque los dos clubes apuestan a la formación de jugadores, que son la principal fuente de abastecimiento para los planteles, son similares en ese sentido. Y en ambos el objetivo es salir campeón, por más que depende de los contextos de cada año.
—¿Pachuca invierte más en sus formativas que en fichar futbolistas?
—Acá les llaman fuerzas básicas. Por más que nos reforcemos con algún jugador extranjero que nos aporte experiencia y equilibrio, es un equipo que apuesta e invierten más en la formación de talentos jóvenes. Pero hay otros equipos que hacen poderosas inversiones en comprar jugadores, tanto o más que los equipos brasileños: Monterrey, Tigres, América, Cruz Azul y otros. En cambio Pachuca, al igual que Santos, es un club formador, más vendedor que comprador, que invierte en sus fuerzas básicas para reforzar sus planteles. Pero eso no quita que tenga las mismas exigencias que los otros, aunque compita con clubes de presupuesto para fichajes mucho más altos.
—¿Qué tan rentable deportivamente y en el corto/mediano plazo es eso?
—Del equipo con el que salimos campeones en 2022 perdimos 19 jugadores, y eso se reinvirtió en su mayoría en las fuerzas básicas, en la captación, y no en fichajes estrella, más allá de alguna incorporación puntual. De esos 19 futbolistas había algunos que ya contábamos con su salida, pero fue tan bueno lo que hicimos ese torneo que llegaron ofertas irrechazables por muchos otros: varios se fueron a Europa o al exterior. Esas bajas las remplazamos mayoritariamente con juveniles y seguimos siendo competitivos.
—Pero en los siguientes torneos no fueron tan buenos: ¿Te sentís respaldado?
—Sí porque teníamos planificado que fueran campeonato de transición. Inclusive el club nos extendió el contrato hasta el Mundial 2026. Lo querían más amplio, pero yo elegí que fuera hasta ahí para después analizar. Luego terminamos cerrando muy bien el campeonato y quedamos afuera de los playoffs por diferencia de goles.
—¿Este año también es de transición o ya tenés un plantel para apuntar a más?
—Ahora le hicimos un par de retoques al equipo, como el fichaje de Salomón Rondón. Según marcaron las estadísticas, el torneo pasado fuimos el equipo que generó más ocasiones de gol en la liga, pero no el más goleador, entonces eso nos indicaba que necesitábamos un nueve de más trayectoria y jerarquía. Fuimos por Rondón, no solo por lo futbolístico, sino para que sirva de espejo para los más jóvenes.
—¿Esas estadísticas te las dio tu cuerpo técnico? ¿Cómo está formado?
—Es multidisciplinario, pero somos cuatro uruguayos: Darwin Quintana como ayudante técnico, Ruben Valenzuela de preparador físico y mi hermano (Luis Almada) de segundo ayudante y entrenador de la Sub 20. Después mucha gente: entrenador de arqueros, dos profes más, videoanalistas, médicos, nutricionistas y más, que son mexicanos y empleados del club, que nos proporcionan todo tipo de información que uno tiene en cuenta y analiza para planificar los entrenamientos y la temporada en general. La tecnología es una gran herramienta para el desarrollo de futbolistas y equipos de primera línea en el mundo.
—Me dijiste que Pachuca es un club más vendedor, pero sin embargo el Grupo Pachuca negocia muchos futbolistas para sus cuatro equipos...
—Sí, pero no necesariamente tienen que venir al Pachuca como club principal del grupo. Por ejemplo, ahora se hizo una inversión fuerte para León y llegó Andrés Guardado, un jugador clase A que estuvo 15 años en Europa, y no vino a Pachuca.
—¿Qué beneficio tiene para el grupo el acuerdo con Peñarol, con el que negoció varios futbolistas este período de pases?
—Peñarol es una vidriera muy importante para el activo que tiene el Grupo Pachuca. Es un cuadro muy grande, tiene competencia internacional y eso jerarquiza a los futbolistas si tienen un buen pasaje. Y Peñarol se beneficia en lo deportivo, por el rendimiento de los futbolistas que llegan.
—Uno de los que llegó fue Byron Castillo, de quien vos diste buenas referencias.
—Byron es un clase A. Lo dejamos salir porque teníamos la necesidad de un extranjero en otra posición, y teníamos un juvenil con muy buena proyección en su puesto. Él sufrió un golpe durante el Mundial cuando la prensa amarillista lo castigó de más, que le afectó. Pero indudablemente es un jugador de muchísima categoría que seguro va a ser desequilibrante en Uruguay.
—Ahora se confirmó el pase de Valentín Rodríguez a Pachuca: ¿Lo pediste, ya hablaste con él, qué cualidades le notas?
—Teníamos necesidad en ese puesto porque vendimos, nos ofrecieron al jugador y la verdad es que nos gustó. Todavía no hablé con él porque no quería interferir en su competencia en la selección uruguaya. Es rápido, con buena proyección aunque tiene que mejorar su intensidad de juego y en la marca, pero creo que es trabajo nuestro poder mejorar esos aspectos de su juego.
—¿Tuviste una cena con Ruglio e integrantes del grupo?
—El dueño del grupo Jesús Martínez me pidió si podíamos recibir a Ruglio, porque era un compatriota. Lo conocí ahí, aunque obviamente sé todo lo que ha hecho en Peñarol. Estuvimos conversando de distintas situaciones deportivas, de Pachuca y de Peñarol, y me llevé una muy grata impresión de cosas que escuché e intercambiamos entre todos.
—¿Cuáles son tus objetivos con el club en el corto plazo?
—A mí me desvela permanentemente cumplir con los objetivos que tiene el club, la tarea diaria en nuestro trabajo, cumplir con la gente que nos hace sentir importante y no decepcionarla. Hemos tenido ciclos largos con todos los clubes donde estuvimos, para poder cumplir con las expectativas que depositaron en nosotros.
—¿Y tus objetivos a largo plazo? ¿Qué tenés pendiente?
—No, pendiente nada, soy feliz desarrollando mi profesión. Siempre lo he dicho, lo único que me quitaría el sueño es dirigir a la selección uruguaya, por más que hoy está en muy buenas manos y no estamos objetando nada. Hemos desechado algunas ofertas de Europa por nuestros compromisos de turno. En definitiva, lo que siempre nos desveló y nos gustaría es en un futuro dirigir a nuestra selección.
—¿Has tenido propuestas de los grandes de Uruguay?
—De los dos en varias ocasiones, pero por distintos factores nuestros caminos no se han unido, sobre todo por compromisos con otros clubes, como cuando estaba en River. Como lo es para mí, seguramente para cualquier DT es un objetivo dirigir a uno de los dos, porque son equipos históricamente muy grandes en Sudamérica y el mundo. Pero estoy seguro que en el futuro va a llegar esa oportunidad.
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