Redacción El País
Los uruguayos se toman muy en serio el fútbol juvenil. Se pudo comprobar el año pasado, con el título mundial logrado por la Celeste sub 20 en La Plata y la conmoción que representó esa campaña, incluso por los miles de hinchas que viajaron a Argentina para ver la final contra Italia.
Mucho antes de eso, cuando estos campeones de 2023 ni siquiera habían nacido, un Sudamericano de la categoría impactó a los hinchas de una forma que sorprendió en aquel momento: 1979.
Incluso fuera de fronteras, el “Juvenil de Plata” (así llamado porque los sudamericanos juveniles cumplían 25 años) fue noticia por la cantidad de figuras que se presentaron. Los partidos decisivos se jugaron en el Estadio Centenario con entradas agotadas y hubo numerosos enviados del periodismo internacional.
En Argentina estaba Diego Maradona, ya con una enorme proyección. También aparecían otras promesas luego concretadas, como Ramón Díaz, Juan Barbas y Juan Simón. Para no perderse ese momento, César Menotti, técnico campeón del mundo unos meses antes, decidió conducir también el equipo joven.
Brasil anunciaba a Careca, otro gran proyecto, aunque al final no participó por lesión. Con el tiempo sería el “9” titular de Brasil. Paraguay venía con una gran generación de futbolistas, encabezada por Julio César Romero. Luego se comprobó que varios integrantes del plantel estaban pasados de la edad máxima reglamentaria, una trampa que entonces quedó sin sanción.
La Celeste
Uruguay los esperaba con su condición de dominador de la categoría, con cinco títulos hasta ese momento sobre siete certámenes realizados.
Su estrella era Rubén Paz, ya campeón en el Sudamericano de Venezuela 1977, y titular de Peñarol desde hacía tiempo. Fernando Álvez, todavía en Defensor, también había sido campeón en el 77.
Para las selecciones mayores eran tiempos de penurias, como la eliminación del Mundial 78, que se jugaba al lado, en Argentina. Al mismo tiempo los equipos juveniles (no se usaba todavía la expresión “sub 20”) trabajaban bien, se preparaban mejor y como está dicho lograban campeonatos, como si provenieran de mundos diferentes. Al igual que en 1977, el equipo de 1979 estaba comandado por el técnico Raúl Bentancor y el preparador físico Esteban Gesto, grandes planificadores.
Una de sus acciones era rastrear el fútbol del interior para descubrir figuras que sumaban al seleccionado. Uno de los hallazgos fue Arcenio Luzardo, campeón de América con Nacional en 1980, la gran revelación un año antes por su juego y sus taponazos, que muchas veces terminaban en goles.
Otro aspecto destacado de aquellos equipos bien preparados era la preparación física: los celestes imponían una dinámica desusada durante los 80 minutos que duraban entonces los partidos de la categoría.
El plantel estuvo integrado por Fernando Álvez (Defensor), Domingo Cáceres (Peñarol), Nelson Alagüich (Danubio), Héctor Molina (Nacional), Arcenio Luzardo (OFI), Daniel Martínez (Danubio), Ernesto Vargas (Peñarol), Jorge Barrios (Wanderers), Ruben Paz (Peñarol), Roberto Roo (Danubio), Ricardo Viera (Danubio), Mario Viera (OFI), Miguel Bossio (Sud América), Daniel Revelez (OFI), Luis Güelmo (Huracán Buceo), Guillermo Mazzeti (Nacional), Edison Pérez (Nacional), Luis Acosta (Wanderers) y Juan Carlos Pereyra (Huracán Buceo).
Muchos de ellos llegaron con los años a la selección mayor o ganaron títulos continentales con Peñarol o Nacional. Otros en cambio no alcanzaron la gran fama.
Además, el Juvenil de Plata clasificaba a los dos primeros para el Mundial de Japón, el segundo de la historia tras el de Túnez 77, una recompensa más para los participantes. Los medios uruguayos le daban gran difusión a los seleccionados juveniles, seguramente porque respondían con triunfos. Y el público respondió.
La campaña
Aquel Sudamericano se jugó entre el 12 y el 31 de enero de 1979, en dos series. Uruguayos y argentinos dominaron ampliamente el grupo de Montevideo, goleando a peruanos y ecuatorianos. El clásico rioplatense fue para losc elestes con un gol de Luzardo, aunque Menotti prefirió reservar a Maradona esa noche. En Paysandú, en tanto, sorprendió el comienzo de Colombia, pero se terminaron clasificando Paraguay y Brasil.
Las rueda final fue un cuadrangular, todos contratodos, en dobles jornadas con las tribunas del Centenario repletas como marco permanente.
Argentina y Paraguay abrieron la primera fecha el 25 de enero, empatando sin goles. A segunda hora, Uruguay venció 1-0 a Paraguay, con un golazo de Paz.
La segunda fecha, el 28 de enero, marcó la victoria paraguaya sobre Brasil. El partido de fondo, Uruguay-Argentina, terminó sin goles. El Chifle Barrios tuvo que marcar a Maradona y logró minimizar en buena medida su peso en el equipo. Los celestes tuvieron un par de llegadas que no pudieron concretar, en el marco de un encuentro tenso, muy estudiado.
El 31 de enero se definió todo. A primera hora, Argentina derrotó a Brasil con un gol de penal. Y después tuvo lugar la virtual final del torneo. Así lo jugó Uruguay, que se puso en ventaja pronto con un remate de lejos de Roberto Roo. En el segundo tiempo aumentó Ricardo Viera, el Zurdo.
Cerca del final descontó Paraguay. Fue el primer y único gol que sufrió Álvez en todo el torneo.
Minutos después, como capitán, el arquero levantaba el trofeo de los campeones.
Meses después, Argentina se tomó el desquite ganando el Mundial en Japón, primer jalón en la gran carrera de Maradona. Uruguay, que perdió a algunos jugadores del Sudamericano por lesión, quedó tercero, derrotando por penales a Polonia. Uruguay volvió a ser sede dos veces del torneo, ya como sub 20, pero no pudo ganarlo, ni el ambiente repitió ese furor que se vio en 1979.
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