Homenchenko: las claves ocultas del Mundial, el "no" a Nacional y el "error" que lo llevó a la Primera de Peñarol

El campeón del mundo explicó por qué fue "de rebote" a la Copa del Mundo y confesó cómo fue el inicio de su relación con Broli por mera casualidad, mucho antes de la selección. Dijo dónde puede ayudar a Darío y destacó el cambio tras su llegada.

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Santiago Homenchenko en la selección Sub 20.
Santiago Homenchenko en la selección Sub 20.
Foto: Darwin Borrelli.

En la casa de mamá dejaron de poder costear el cable, así que el más pequeño de los Homenchenko rotaba de hermano para golpear su puerta y poder ver a Peñarol. Era la rutina de los fines de semana en Mercedes. En ese momento su familia respiraba en dos colores y Darío Rodríguez estaba en cancha, no en el banco dándole indicaciones. El primer contacto de Santiago Homenchenko (19) con Peñarol como jugador fue a los 10 años, cuando llegó a la captación.

Estuvo hasta los 13 y fichó con La Franja. “En ese entonces (2016) se comentaba que Danubio era la universidad del fútbol. En Séptima no jugué. A fin de año me dijeron que había quedado libre”, recuerda el volante aurinegro. Volvió a su ciudad natal y a los 15 empezó a jugar en la Primera de Con Los Mismos Colores -se llama así porque lo fundó otro equipo, también blanco y negro-, ahí jugó con su hermano Martín, que tenía 29. “Jugué en la selección de mi ciudad, salimos segundos y me fui a préstamo a Rodó, ahí estaba otro hermano, Mario. Ganaba mis pesitos, eran $2600, me pagaban los pasajes y yo con eso era feliz”, explica Homenchenko.

Santiago Homenchenko jugando en Con Los Mismos Colores en Mercedes.
Santiago Homenchenko jugando en Con Los Mismos Colores en Mercedes.
Foto: Gentileza de Javier Cantti.

Con eso pagaba la nafta para su moto, compraba su ropa y aportaba en casa de mamá. A la misma vez trabajaba con su papá en la construcción y ayudaba a su cuñada, que tenía una distribuidora, a armar los pedidos para cada almacén. “Me levantaba, iba a las 7:00 al curso de construcción en la UTU, salía a eso de las 13:00, trabaja con papá, practicaba en el club e iba a la distribuidora. Los deberes los hacía de noche o no los hacía”, dice quien fue el "Arquitecto Homenchenko" en una de los productos audiovisuales de la redes del club. Y añade: “Algún día me voy a recibir”.

Santiago Homenckenko, el "arquitecto" de las obras de Las Acacias.
Santiago Homenckenko, el "arquitecto" de las obras de Las Acacias.
Foto: Captura.

El regreso a la capital estaba a la vuelta de la esquina. En su ciudad se creó el Proyecto 2030: un plantel que entrenaba en Montevideo y disputaba amistosos. Jugó contra Plaza Colonia y lo quisieron. Su categoría subió a la A y en 2020, con 17 años, hizo su primera y accidentada pretemporada con Primera. “Dos días antes me tiré un clavado y me enterré una varilla en la pierna. Esa misma tarde me llamó el coordinador de Plaza que tenía que ir a Primera, me puse una botita y andaba a los saltos, corriendo contra Dibble. Me la bancaba”.

Salió campeón uruguayo con la Tercera Pata Blanca, pero no tuvo minutos en Primera. Llegó el covid y se desgarró nueve cm del cuádriceps. En 2021 volvió a acudir a la pretemporada de la mano del Cebolla Rodríguez, esta vez como jugador de Primera. Estuvo cinco partidos en el banco, entre ellos con Nacional y Peñarol, pero por suerte no debutó. “Gracias a eso fiché libre en Peñarol”, explica. Se fue de Plaza, aunque no sin "problemas dirigenciales", y volvió a Mercedes.

El "no" a Nacional y el inicio de su relación con Marcelo Broli por casualidad

“Estaba en mi ciudad y mi representante me dijo que tenía la oportunidad de ir a la Tercera de Nacional. Con todo el respeto que se merece, soy hincha de Peñarol y dije que no, que prefería quedarme en Mercedes trabajando”, recuerda. Pasaron los días, entrenó en Villa Española y la vida cruzó, en un shopping, a su representante con Marcelo Broli (en ese entonces en la Cuarta de Peñarol). “Hablando de la vida le contó sobre mí y el Chelo me dio una oportunidad. A Peñarol fui como zaguero izquierdo porque no había muchos suplentes. Vine sin pensarlo”.

Y desde ahí la vida de Homenchenko fue en ascenso: campeón de Cuarta, Libertadores Sub 20 en 2022, bicampeón con Cuarta y ascendido a Primera por “error”.

“Después de que Peñarol perdió el clásico 3-1 subí por error a hacer fútbol porque tenía que recuperar. Había jugado el sábado con Cuarta y el lunes tenía que ir al CAR (Centro de Alto Rendimiento Peñarol), pero fui a Los Aromos, hice fútbol y anduve bien. Le pedí por favor a Bengoechea que me dejara. Leo Ramos me dijo que me quedara, tuve un día brillante y me quedé”, reconoce.

Todo era color de rosas. Pero las buenas noticias fueron opacadas por la enfermedad de su mamá, quien padece cáncer de útero desde hace 20 años. En ese momento le dieron cuatro meses de vida. Con el tiempo lograron estabilizarla, pero el año pasado el tormento volvió y Homenchenko no pudo continuar su buen rendimiento. “Fue el momento más duro de mi carrera, dormía en el Clínicas y me levantaba a entrenar, pero no me daba mucho la cabeza para concentrarme”, explica.

Y continúa: “Gracias a la religión, a las energías y a Peñarol le fue yendo bien. Le sacaron la sonda, las quimioterapias se acortaron y hubo mejoras. En el clásico de verano (2-0) salió del Clínicas y vino a mi debut tras una quimio”, recuerda con felicidad. No pudo asistir al Mundial, pero sí lo hizo su bandera, que dice “Peñarol y la familia, Peñarol y la mamá”.

Homenchenko y su familia con la bandera de su mamá.
Homenchenko y su familia con la bandera de su mamá.

Ahora que su hijo es campeón del mundo la felicitan más que a Santiago, sobre todo los vecinos de Mercedes, que la llegan de elogios. “La gente la reconoce, para ella es un premio. Siempre digo que la meta de los hijos es que los padres se sientan orgullosos, no el resto", afirma.

El camino para ganarse un lugar en el Mundial y las claves para ser campeones

“Cuando llegó Alfredo (Arias) me propuse que iba a hacer la mejor pretemporada”, dice Santiago. Y lo hizo. Mejoró y el DT que le había dado la primera oportunidad volvió a apostar por él. No había ido al Sudamericano Sub 20, pero sus actuaciones en Peñarol hicieron que fuera uno de los elegidos de Broli. Posteriormente, se coronó campeón del mundo.

Homenaje a la Seleccion de Uruguay campeona del mundo sub20
La selección uruguaya Sub 20 campeona.
Nicolas Pereyra/Archivo El Pais

No tuvo lo minutos deseados y aunque en el momento, dice, “te enojás porque sentís que podías aportar algo", admite que pero el grupo estaba tan bien, que no lo necesitaba”. Y añade: “Pensándolo en frío, fui muy afortunado porque yo vine de rebote, no fui al Sudamericano, me tocó hacer un esfuerzo doble en Peñarol y me gané el lugar en la lista. Mejor imposible lo que me pasó. Porque no es fácil entrar en un sistema que ya estaba armando”.

El mercedario destacó dos claves de la selección uruguaya que no habían sido tan mencionadas por los campeones del mundo. Por un lado, "las ganas de cada uno del grupo de tomar las correcciones”, dice. Y explica: “Después del Sudamericano todos tenían su ego y ninguno lo puso por delante del grupo. Cada uno tomó las correcciones y las hizo, no hubo caras largas. Nunca había visto tantas personas que se pongan de acuerdo. Entendieron que si ganábamos todos, ganaba Uruguay. Y si ganaba uno solo, no ganaba nadie, porque nadie se acuerda del segundo o el tercero”.

Por otra parte, otra de las virtudes, según el volante, fue el videoanálisis. “El Chelo lo dice siempre ‘hay que estar en los detalles’. Fuimos un equipo muy compacto. Muchas veces el videoanálisis fue el arma para la victoria, aunque sea el trabajo sucio que nadie ve”. Andrés Payssé y Kevin Beckmann "hicieron un trabajo del carajo", destaca.

Además de Broli, que "es un tipazo", Homenchenko destaca el rol del Ruso Pérez. "Cumplía el trabajo de ser el hombre de la jerarquía, el que respetábamos, nos decía algo y nosotros sabíamos que lo teníamos que hacer porque él lo hizo para lograr ser lo que es. Hablaba cuando nos veía apagados, nos decía qué hacer", explica. Pero no son los únicos responsables, ya que aclara que "el equipo de la selección es envidiable".

Y desarrolla su idea: "Los profesores (Diego Estavillo y Santiago Ferro) estuvieron en todos los detalles, no pensé que iba a ser así, me pasó algo parecido en Peñarol con Felipe Dorneles, que están enfermos por el fútbol, pero que se levanten y respiren fútbol... Ibas a desayunar y los profesores ya habían entrenado a las 6:30 de la mañana".

Estavillo fue con el que más aprendió. "Es una persona tan amable, tan simple y transparente", sostiene Homenchenko, y recuerda una anécdota con el preparador físico: "Nos hizo meditar el día antes de la final, a las 11 de la noche, en el cuarto con Luciano (Rodríguez). Generé una confianza tremenda con él. Yo no tenía mucho minutos y siempre me preguntaba por mí y por mi mamá. Es de lo mejor que me llevo del Mundial”.

Asegura que le "cambió un montón la vida" porque en su ciudad los chicos lo abrazan y "toman como ejemplo". "He tenido varios homenajes y ahora el 7 de agosto tengo uno de traje, en el teatro. Pero ya no sé qué hacer con tantas placas", expresa y luego ríe.

Un Homenchenko emocional: “Estoy procesando que jugar en Peñarol no es por diversión ni por amor, que ya pasa a ser mi trabajo"

Pero aquella ilusión celeste se opacó con nubes grises. Volvió a Uruguay y la caída en la Libertadores Sub 20 ante Boca fue algo que le dolió mucho. Cree que no se pudo repetir lo de 2022 porque "todos los grupos son distintos".

“Estoy procesando que jugar en Peñarol no es por diversión ni por amor, que ya pasa a ser mi trabajo. Tengo que aprender a rendir pese a lo emocional, porque me manejo mucho por eso. A veces me pasa que estoy desmotivado porque pasó algo en mi familia y me baja mucho el nivel, o veo que este grupo no es como el del año pasado y ya me siento un poco raro. Eso tengo que aprender a controlarlo”, admite.

Santiago Homenchenko en el Peñarol-Boca por Copa Libertadores Sub 20.
Santiago Homenchenko en el Peñarol-Boca por Copa Libertadores Sub 20.
Foto: Conmebol.

“Me tocó estar allá abajo, luego ganar la copa, subir repentinamente a Primera. Me fui al Mundial, no jugué, pero lo gané. Me bajé de un avión , jugué, me subí para jugar la Libertadores... A veces, cuando sos un chico, no podés poner todo en la balanza”, confiesa. Ahora, entre tantos viajes y vuelos busca estabilizarse en Peñarol y ganarse el puesto con Darío Rodríguez.

Darío Rodríguez observa con atención el partido de Peñarol ante Montevideo City Torque.
Darío Rodríguez.
Foto: Estefanía Leal.

Darío es Peñarol, además de ser buena gente, parece caradura para afuera, pero tiene buen trato con los demás. Fue un gran cambio emocional cuando nos enteramos que venía. Ni me imaginaba poder estar con un referente así. Para mí y mi familia Darío, Tony Pacheco, el Lolo Estoyanoff y Pablo Bengoechea son top Peñarol, dioses”, dice.

De a poco va cumpliendo sueños, hasta hace poco le daba vergüenza hablarle al Lolo, pero cuenta que cuando le verificaron la cuenta, luego del clásico, se animó. “Ahora que soy más conocido me va a dar bola”, pensó en ese momento. Cuando se vuelvan a enfrentar va a intercambiar camiseta con él".

En cuanto a su posición se siente cómodo de cinco, con la cancha de frente, pero también quiere aprender a jugar de zaguero izquierdo, sobre esto confiesa que el Indio Olivera le ha insistido en mejorar el cabezazo y el duelo aéreo.

Santiago Homenchenko en el amistoso de Peñarol frente a Estudiantes.
Santiago Homenchenko en el amistoso de Peñarol frente a Estudiantes.
Foto: Estefania Leal.

"Me costaba adaptarme con Alfredo (Arias) que me ponía más por fuera o volante interior, sí jugué ahí en Tercera, con Juan Manuel (Olivera), pero en primera te comen", explica. “Creo que a Darío le convengo más de interior porque corro y tengo buen despliegue, espero que me vea y me tire para adentro”, concluye el alumno de Broli que aún está en construcción, mientras sueña con ser campeón uruguayo. La vida le ha puesto muchas pruebas, pero Homenchenko no está familiarizado con la palabra rendirse.

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