Japo Rodríguez: hizo un gol con Peñarol en el clásico del 5-0, casi fue a Sudáfrica 2010 y hoy juega en la C

Tiene 38 años y su presente lo encuentra en Sportivo Bella Italia. Quiere jugar un par de años más, y cuando se retire le gustaría seguir vinculado al fútbol.

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Jorge "Japo" Rodríguez debutó en Racing, la rompió en River Plate y cumplió el sueño de jugar en Peñarol y la selección.
Jorge "Japo" Rodríguez debutó en Racing, la rompió en River Plate y cumplió el sueño de jugar en Peñarol y la selección.
Foto: Francisco Flores.

Lo primero que uno ve cuando entra a la casa de Jorge “Japo” Rodríguez, en el Cerro, es una camiseta de Peñarol encuadrada y protegida por un vidrio. No es una casaca cualquiera la que presume:es la que usó en aquel histórico 5 a 0 contra Nacional, donde tuvo la dicha de convertir un gol, y que hizo firmar por todo el plantel.

También guarda los zapatos de aquel memorable 27 de abril de 2014 que marcó a fuego su trayectoria deportiva: era jugar en el club de sus amores, a estadio lleno, con su familia y amigos gritando un gol suyo en la Olímpica y con un resultado que no se volvió a repetir. El Japo no lo olvida, el hincha mirasol tampoco y se lo hace saber.

“Me han mostrado tatuajes del 5 a 0, con los nombres de los que hicieron los goles y el minuto, o con la mano. He ido a ver a Peñarol y la gente no olvida, te lo recuerda. Lo recordás todos los días porque es una fecha importante, un partido importante, contra el clásico rival siendo hincha: mejor imposible. Va a hacer diez años, se jugaron muchos clásicos y no pasó de nuevo una diferencia así”, se jacta.

El Japo Rodríguez junto al Tony Pacheco durante su pasaje por Peñarol.
El Japo Rodríguez junto al Tony Pacheco durante su pasaje por Peñarol.
Foto: Archivo El País.

La del 27 de abril no es la única fecha que signó la carrera del Japo Rodríguez. En su calendario de destaques también figura el 29 de setiembre. Ese domingo de 2013 fue noticia y dio que hablar durante meses por haber chocado en la Rambla portuaria y con alcohol en sangre. A fin de mes se cumple una década del episodio, y tanto el accidente como el hermano del Japo perduran en la memoria de la gente.

Si bien no justifica el hecho ni haber mentido —tuiteó que había sido su hermano el del siniestro—, está convencido de que cobró mayor trascendencia y se lo recuerdan hasta hoy porque era jugador de Peñarol: “Si hubiese sido Pepito de otro equipo no pasaba nada. Quedó más por eso y por la frase que dije. En un equipo grande te miran más: me acuerdo que a la media hora ya había una cámara”, afirma.

Mintió, confiesa, para cubrirse: “Dije esa frase porque veníamos mal en todo sentido. Llegué a mi casa, estaba mi hermano (Daniel) y me dice, ‘decí que fui yo’. Lo habrán alquilado pero él me dio la idea. Ahora lo tomás con un poco de gracia pero en el momento fue difícil”.

Rescata que no lastimó a nadie ni se hizo nada él —“me podía haber cortado la carrera”, recapacita— y que las charlas con referentes del club le sirvieron para salir adelante, e incluso para luego poder guiar a jugadores más jóvenes. “He tenido muchos compañeros a los que les he podido dar un consejo, que hay momentos de diversión, y límites que no se pueden pasar”, subraya.

El Japo Rodríguez jugando para Sportivo Bella Italia, un cuadro de la C que tiene el objetivo de ascender.
El Japo Rodríguez jugando para Sportivo Bella Italia, un cuadro de la C que tiene el objetivo de ascender.

El presente lo encuentra en Sportivo Bella Italia, un cuadro de la C que está jugando los playoffs, y tiene el objetivo de ascender.

Tiene 38 años, quiere jugar un par de años más, y cuando se retire le gustaría seguir vinculado al fútbol. “Terminé el curso de gerente deportivo y me veo en ese rol, o como ayudante técnico, o haciendo el curso de entrenador para dirigir alguna divisional, o como representante aconsejando a los juveniles. Pero siempre ligado al fútbol porque es lo que me gusta y lo que sé”, afirma.

De cal y de arena

En River Plate hizo una gran campaña y fue dirigido por Juan Ramón Carrasco que lo potenció futbolísticamente.
En River Plate hizo una gran campaña y fue dirigido por Juan Ramón Carrasco que lo potenció futbolísticamente.
Foto: Archivo El País.

El primer juguete que recibió fue una pelota. Era fanático de Súper Campeones e iba los fines de semana a ver jugar al fútbol a Fabián, su hermano ocho años mayor, de quien heredó el apodo: “Era el Japo por los ojos. Yo tenía cuatro años, me metía entre los grandes a jugar y era el Japo chico. De mayor le robé el apodo y quedó”, explica.

Pasaba día y noche con la pelota y cuando en la escuela le preguntaban qué quería ser cuando fuera grande, él contestaba jugador de fútbol.

Cuando Uruguay ganó la Copa América en 1995 tenía 10 años y al ver ese estadio lleno le empezó a picar el bichito: “Ya tenía el sueño de jugar en Primera y vestir la camiseta de la selección. ‘Qué lindo sería que tus padres y amigos vayan a verte’, pensaba y por suerte lo pude cumplir”, dice orgulloso.

Debutó en Racing con 18 años, pasó a Nacional en 2006 y apenas jugó un par de partidos en un año. En 2007 llegó a River Plate y brilló de la mano de Juan Ramón Carrasco, uno de los mejores entrenadores que tuvo.

“Confió en mí y me dio el crédito de jugar en el puesto que tanto quería, de volante por izquierda. Ese River dio qué hablar y fue el boom del famoso ‘tiqui-tiqui’. Con Juan exploté en lo futbolístico, y vino también la primera citación a la selección”, dice.

La citación de la AUF, recuerda, llegó ese 2008 por fax a la sede de River y él recibió la noticia por teléfono. Por su cabeza pasaron mil imágenes de todas esas veces que soñó despierto con vestir la Celeste. “Te quedás un rato quieto, pensando solo y te hablás a vos mismo:‘sirvió el sacrificio que hice y acá está el premio’”, rememora.

En su lista de metas cumplidas también puede tachar haber jugado partidos claves con la selección, como aquel 2 a 1 ante Ecuador que le valió a Uruguay la clasificación al Mundial de Sudáfrica. Estuvo a un paso de meterse entre los 23 convocados por el maestro Tabárez pero el sueño de Sudáfrica 2010 quedó trunco y fue el trago más amargo de su carrera deportiva.

“Nunca bajé los brazos pero el momento fue duro y costó un poco salir. Gracias al maestro cumplí mi sueño de jugar en la selección y no tengo que reprocharle nada pero en el momento te queda esa calentura. A la selección le fue espectacular y me quedó ese debe, fue como que llegué hasta la puerta del avión”, se lamenta.

Revancha

El Japo Rodríguez entrenando con la selección uruguaya, junto a Lodeiro, Scotti y el Ruso Pérez.
El Japo Rodríguez entrenando con la selección uruguaya, junto a Lodeiro, Scotti y el Ruso Pérez.
Foto: Archivo El País.

Durante ese campañón en River le llegó el rumor de que lo querían del PSG y lo habían ido a ver jugar. “En su momento me lo dijo el presidente del club y cuando fui a la selección el Ruso Pérez me contó que le consultaron, y ahí dije: ‘Entonces era verdad’. El Rusome dio para adelante pero quedó en esa”, relata.

Todo llega, y a dos semanas de quedar afuera de Sudáfrica, fue vendido al club mexicano Jaguares. También jugó en Argentina (Tigre) y Chile (Palestino). Irse al exterior le permitió hacer la diferencia económica: “Me dio para comprarle la casa a mis viejos, otra de las cosas que soñaba de chico, y un auto. Después compré mi casa cerca de ellos, en el Cerro”, cuenta.

Le consta que la carrera del futbolista es corta, que hay que aprender a manejar el dinero y dice que le sirvieron mucho las charlas que tuvo con el Tony Pacheco y Darío Rodríguez mientras jugó en Peñarol.

En México abrió un restaurante con un chef argentino amigo pero el negocio duró poco. Al volver, puso una clínica con su hermano Daniel, que es kinesiólogo, en el fondo de la casa de su madre. “El kinesiólogo que teníamos en México me asesoró, compré unos aparatos en Argentina y mi hermano se puso las pilas y encaró con los pacientes. Está bueno porque es parte del deporte y lo que nos gusta”, cierra el Japo.

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