ENTREVISTA
Llegó a Suiza hace 10 años y está a dos partidos de ser el jugador con más duelos de la historia del club helvético, un equipo que supo ser casa y escuela de otros uruguayos.
Jonathan Sabbatini tenía 19 años cuando se fue a Italia. Jugaba en Paysandú Fútbol Club (PFC), pero la institución quebró y se fue a Liverpool; allí entrenó durante cinco meses. No podía jugar en el negriazul, pero sí en Estudiantil de Paysandú (uno de los clubes afiliados a PFC al que le pertenecía su ficha). Así que cuando cumplió con el contrato anterior y no logró llegar a un acuerdo económico con los de Belvedere se volvió a su ciudad natal, hasta que optó por una oferta para ir al Frosinone, en ese momento en la B de Italia. Seis meses después fue a un equipo de la C y cuatro años más tarde llegó al Lugano de Suiza, que en un principio no era la prioridad.
Tenía 24 años. Antes había tenido una oferta del Crotone, una elección que hubiese sido más fácil de tomar, era una cultura que ya conocía. Sin embargo, Jonathan, que se apoyó en el italiano que había adquirido -que, además, es uno de los tres idiomas de Suiza- impulsado por los proyectos de un presidente que recién tomaba las riendas del club, optó por probar suerte en el país vecino. Y mal no le fue.
Hoy puede decir que lo elige por la calidad de vida que logró allí y que no “iba a tener en ningún otro lado”. Ahora el volante sanducero tiene 34 años, 10 de ellos en Lugano. “Nunca pensé venir, porque tuve varias propuestas de Uruguay, incluso tuve la posibilidad de ir a Nacional o Peñarol. Yo tenía la última palabra en la decisión, pero me frenó el hecho de que ahí a veces se valora poco al jugador. Cuando se van la gente empieza a valorar, pero si los tiene ahí les dan duro. No es fácil jugar en Uruguay. Hay muchos que dicen que estamos un poco atrasados, pero es que es un fútbol complicado en realidad. Eso hizo que decidiera quedarme acá en Suiza”.
Pese a que en fútbol helvético los descansos entre una temporada y otra son más largos, sobre todo en invierno por las bajas temperaturas, Sabbatini llegó con el campeonato empezado y con cinco partidos ganados. “Ellos estaban en la B. Entonces pensé: ‘Este es mi momento para llegar a la A’. Aunque el primer año no salió como lo tenía pensado, hoy te digo que estuve bien en elegir a Lugano. Ascendimos, ahora ganamos la Copa Suiza; habíamos perdido hace seis años con Zurich”.
En el campeonato están cuartos, pero por lo general finalizan terceros y esta es la segunda vez que clasifican a la Europa League. Pese a que el torneo local ha quedado en mano de Zurich de manera anticipada, los ganadores se están diversificando como pasa en Uruguay y el año pasado y este se resquebrajó el monopolio que hasta entonces tenía el Basilea.
A dos partidos para ser el jugador con más partidos de la historia de Lugano, Jonathan suma 344. “Si todo sale bien tendría que quedar como el máximo jugador en la historia”, indica el único uruguayo en ganar dos trofeos con el equipo tras una década allí (Copa Suiza en 2022 y el Challengue League para ascender en 2014).
“La gente se sorprendió cuando me llegaron propuestas importantes de otros equipos de Francia, Turquía, Italia, no eran equipos tan importantes aunque eran de la A, pero siempre llegaban en mi mejor momento y cuando clasificamos a la Europa League, y yo les decía que no. Porque no es lo mismo jugar un torneo local. En la Europa te enfrentás con equipos importantes, ahí jugué ante varios compatriotas”.
En la temporada 2014/15 Lugano ascendió a Primera División, ese mismo año, Pablo Bentancur -quien ahora es su representante- había comprado el 40% del club en el que había ocho uruguayos: Matías Malvino, Jonathan Barboza, Renato César, Sergio Cortelezzi, Leonardo Melazzi, Seba Rodríguez y Seba Sosa Sánchez, aunque los últimos dos solo entrenaban y no podían jugar por un tema de cupos. ”Justo ese año ascendimos y ahí también cambió un poco el pensamiento que tenían los suizos sobre los sudamericanos, más allá de que los uruguayos son bien vistos en todos lados”.
Jonathan se instaló muy rápido y ayudó a la adaptación de otros. Cuando se fueron el resto de los uruguayos se quedó con Rodrigo Aguirre y Malvino, pero luego ambos ficharon con Nacional y Sabbatini se hizo del liderazgo de Lugano como capitán.
Este año cambiaron de presidente y el dueño es el mismo de Chicago Fire. “Nosotros seríamos Chicago B, aunque si ves los resultados pareciera que nosotros fuéramos el equipo A”.
La divertida anécdota con los uruguayos
Vive a 10 minutos en auto del estadio y el complejo. Si alguna similitud tiene Lugano con su departamento de origen, es que ambos son pequeños. Jonathan se adaptó muy bien a la rigurosidad de su nuevo hogar y destaca que ”es impresionante la educación. Son prolijos en todo”. El contraste se vio cuando llegó un grupo de uruguayos, que no estaban muy acostumbrados a la forma de vida suiza.
“Más allá de que tenemos los equipier, no es que si dejas las cosas en el piso y te lo van a juntar como en Uruguay, que dejan todo así nomas y cuando llegás al otro día y está todo limpio. No, ellos te lo dejan ahí. Entonces me dijeron ‘vamos a ver cómo se comportan y después intervenís’. Yo no les dije nada y al otro día la ropa seguía tirada ahí. Yo sabía que iba a pasar, fue lindo de ver. ‘Esta es la normalidad’ les dije, que para mí es lo correcto, no tenés por qué dejarlo. No es obligación del utilero levantarte la toalla del piso”, recuerda Jonathan, y agrega que después las cosas mejoraron. Con la puntualidad también son exigentes, aunque al ser el capitán ha logrado “tirar más para nuestro lado y no exigirle tanto a los nuevos con ese tema”.
Es llamativo que un uruguayo porte la cinta en una cultura de este estilo. Sin embargo, la garra charrúa se impone. “Me adapté rápido a esta vida y lo notaron. El carácter que tiene el uruguayo también hizo que me eligieron”.
Volver a jugar en Uruguay
Quiere volver a jugar en Uruguay pero hay factores que lo frenan. “Ahora renové por dos años con Lugano. Siempre sueño con volver a Uruguay. El problema principal es el tema de que los equipos tienen siempre deuda. Estoy tranquilo acá, para qué voy a ir allá si me van a putear y todavía no me van a pagar. Hasta que no mejore un poco me frena. Iría a cualquier equipo con tal de jugar al fútbol uruguayo. Lo sigo pese al horario (5 horas más), miro hasta la B”.
Sus pilares: Carolina, Francesco y Renata
Su familia está en Paysandú, pero estar mucho tiempo en Suiza le dio un montón de amistades. Allí vive con su mujer, Carolina, también sanducera, y sus dos hijos: Francesco (seis años) y Renata (tres), que ”te dice una palabra en italiano y la siguiente en español”.
“Nos conocimos de chiquitos, íbamos a la misma escuela, pero no estábamos en la misma clase. En el liceo nos pusimos de novios. Ella se fue a Salto a estudiar y yo a Italia. Cuando ella podía viajar, estaba estudiando. Hasta que apareció Lugano, y ahí nuestra vida cambia, todo más serio”, recuerda Jonathan sobre una linda historia de amor. Se casaron y tuvieron a los dos chicos. “Me ayudó muchísimo el hecho de que ella haya hecho el esfuerzo de dejar sus cosas para venir a acompañarme”, sostiene.
“A veces en el fútbol te engaña la burbuja, hay algunos que no se dan cuenta de eso hasta que se pegan un golpe. Cuando las cosas te van muy bien tenés a todos. Pero cuando te va mal… Ellos (su esposa y sus hijos) son mi cable a tierra”, agrega.
Lo que más extraña de su departamento es “el atardecer en la costa... Estar sentado nomás, tomando un mate, es fundamental para mí. En Suiza ando en la vuelta con el mate, pero no voy a ir al lago con el mate, una que me conocen y otra que la gente me mira raro”.
Su visión de la selección de Uruguay
“Cuando jugué en la Europa League pensé que iba a tener una chance. En ese momento los que jugaban en la selección no jugaban en sus equipos. Obvio que muchos decían ‘pero juega en Suiza’. Sí, pero el nivel de acá es más alto que el de Uruguay. La selección de Suiza dejó afuera a Italia y yo jugué contra todos ellos. Esas son cosas que no puedo entender cómo no se valoran”, asegura Jonathan que ve bien a esta Celeste y cree que pasará el grupo en el Mundial de Catar. ”La generación que está ahora es la mejor, Uruguay tiene equipazo. aunque me intriga saber a qué nivel estaban Suárez y Cavani. Vamos a enfrentar selecciones con jugadores que juegan en los primeros equipos del mundo. Si toca con Suiza va a estar bueno, hincha por Uruguay, no lo cambio por nada”.