Neymar recibió el premio que lo consagró como el mejor jugador de Sudamérica por segunda vez en la encuesta América y Europa le responden a El País y subió hasta el piso 25 del Radisson para la cena formal, pero lo que menos hizo el crack brasileño fue comer.
Conversó un rato, se tomó fotos con casi todos los invitados, se sentó a la mesa y comenzó a twittear y a enviar mensajes a sus amigos a través del teléfono. Mientras tanto, Eduardo Costa Bravo (su amigo y representante) había comenzado a solicitar un transporte. El Rey de América, su padre ("yo soy el verdadero Neymar, él es Neymar Jr.", bromea siempre) y su amigo ya tenían planes para la noche.
No llamó la atención, pues, que luego del plato de entrada la comitiva de brasileños (excepto Paulo Schiff, dirigente de Santos que vino a la premiación) se levantara de la mesa y se despidiera. La cena "polenta" estaba planificada en otro lado: Punta del Este.
Hacia el principal balneario uruguayo partieron los tres brasileños alrededor de las 22.45 en un automóvil de alquiler. Allá, en Maldonado, lo esperaba como anfitrión Jorge Fucile, quien fue durante 2012 su compañero de equipo en Santos. Ambos se dieron un apretado abrazo al encontrarse en las puertas del hotel Conrad, tal como habían quedado, y luego Neymar siguió sacándose fotos, como toda la noche durante la premiación, con los curiosos que por allí estaban.
En la madrugada, luego de un paseo por el puerto de la península, volvió a Montevideo, descansó un rato y a media mañana partió hacia el aeropuerto porque al mediodía voló rumbo a San Pablo porque a la hora 16 entrenará con Santos. "Voy a tener que ir en mi coche", comentó ante el atraso de media hora en la salida del vuelo.
Neymar pasó por Uruguay para recoger su nuevo cetro de Rey de América, regaló simpatía y demostró ser tan crack adentro como afuera de la cancha.