PROGRESO
El barco pesquero que compró el presidente; el merendero del barrio que se instaló en la sede y los premios de la Libertadores que se arreglaron en un par de horas.
Tabaré Vázquez fue presidente de Progreso durante una década: de 1979 a 1989. Con él, el club de La Teja logró sus mayores éxitos deportivos. El más importante, el Campeonato Uruguayo que los gauchos consiguieron en 1989. Un año inolvidable para Vázquez dado que en noviembre ganó la Intendencia de Montevideo. Varios de los futbolistas de aquel equipo lo recuerdan en su rol de dirigente.
“Muchas veces se aparecía en las prácticas cuando menos lo esperabas. Fue un buen presidente”, aseguró Próspero Silva, quien llegó al club en 1985 cuando Progreso acababa de ganar el campeonato Competencia. “Había un grupo muy bueno y hasta me hicieron cobrar el premio de campeón aunque yo no había jugado”, dijo y contó una anécdota.
“Estábamos en Venezuela, en San Cristóbal, para jugar con Pepe Ganga Margarita por la Copa Libertadores. Y estaba difícil para arreglar los premios con los dirigentes que habían viajado. Entonces hablamos con el “Pistola” (Daniel) Marsicano y él se encargó de llamar a Tabaré. En dos horas estaban los premios arreglados”.
Leonel Rocco era el arquero del Progreso campeón, pero su relación con Vázquez viene de mucho antes. “El conocimiento con Tabaré empezó en la escuela, porque yo era compañero de clase de su hijo Álvaro en el Maturana y mi hermano de Javier, el del medio. Muchas veces íbamos a hacer los deberes a su casa. Y mis padres tenían buena relación con Tabaré y su señora”, contó el hoy entrenador del San Luis mexicano.
“Luego fui a hacer las formativas a Progreso y Tabaré era el presidente. Llegué a Primera División y salimos campeones uruguayos. Lo recuerdo atrás del arco. Siempre se ponía atrás del arco, sufriendo como un hincha más”, agregó Rocco, quien fue hasta hace unos meses el técnico de los del Pantanoso.
“Tabaré sorprendía con cosas diferentes, como cuando compró el barco pesquero cuya producción era para el club. O el comedor que instaló en la sede y que funcionaba gracias a la colaboración de la gente del barrio. Bueno, el barrio siempre colaboró con nosotros también. Estábamos concentrados en Paso de la Arena y el ‘Pistola’ Marsicano y Saúl Rivero salían a conseguir las cosas para la comida. Pasaban por la panadería, por la verdulería y por la pollería. Saúl nos decía que se la caía la cara de vergüenza, pero al club no le salía un peso. Así fuimos campeones”, finalizó Leo.
Justamente, el técnico Saúl Rivero fue quien acercó a Luis Berger, que estaba en Wanderers, a Progreso. “Tabaré era de ir a las prácticas y compartir con nosotros. Tengo un buen recuerdo porque en esa época mi padre tuvo cáncer en una pierna y él nos ayudo y lo curó, lo que le permitió tener una buena calidad de vida”, relató Berger.
“Era un presidente muy correcto, no había problema alguno. Además, cuando Saúl me llevó para tratar de que Progreso se salvara del descenso, ya fui con todo arreglado y nunca tuve ni un sí ni un no con los dirigentes. Jamás olvidaré lo que vivimos en 1989. Arrancamos 15 puntos abajo y terminamos siendo campeones uruguayos”, culminó el exvolante.
“Yo llevo a Progreso en mi corazón y al barrio también, y le tenía mucho cariño a Tabaré, un hombre muy dado y que sabía escuchar. Tenía un corazón muy abierto. Fue un hombre muy querido en La Teja, más allá de la política y esas cosas”, dijo Johnny Miqueiro desde Guatemala, donde vive hace más de 20 años.
“La única anécdota que te puedo contar es que no me pagaba lo que yo quería, je. Hablando en serio: yo tenía un gran anhelo de poder hablar con él en julio cuando pueda viajar a Uruguay, sabiendo las condiciones en que estaba con el cáncer. Quería hablar con él, pero no se dio, Dios está por arriba de todo”, agregó el goleador de los gauchos .
“Sé que disfrutaba mucho de mis goles, sobre todo de los que le hice a los grandes el año en que salimos campeones y yo fui el goleador del Campeonato Uruguayo”, añadió Miqueiro.
Marcelo Suárez era de los más jóvenes del plantel. Tras haber pasado por las formativas de Wanderers, jugaba en el “El Vencedor”, uno de los clubes de la plaza Lafone. Tenía 15 años cuando lo vio el “Pistola” Marsicano y lo llevó a Progreso. “Fuimos a jugar un partido a Colonia, contra la selección de Rosario y después firmé mi primer contrato como profesional. Todavía lo tengo guardado y tiene la firma de Tabaré”, contó el hoy entrenador.