ENTREVISTA
El enganche violeta recordó sus inicios en Flores y el trayecto para unirse a juveniles del mirasol. Tomó la posta como referente en el descenso de Defensor y ahora está cerca de quitarse la espina.
Se crió en un humilde barrio de Flores, empezó a jugar al fútbol en un intento de su familia por volcar su hiperactividad en algo. La solución llevó el nombre de Chacarita, donde jugaba con una categoría dos años más grandes que él. “En ese momento no estaba las típicas escuelitas de baby de ahora. Entonces me llevaron con la 94’, yo era una rata a su lado”, recuerda Kevin Méndez (26) sobre sus inicios.
El enganche es hijo de un futbolero jugador amateur que se lo inculcó desde sus primeros pasos hasta hoy en día. A su madre le pedía cuadernos para anotar las formaciones de los equipos del mundo y eso era lo que hacía en la escuela. Cuando se aburría porque sus padres dormían la siesta salía con la pelota abajo del brazo matar gritar gol frente al arco de chancletas o jugar en la canchita del barrio hasta que el sol caía. Así todos los días, hasta que a los nueve años llegó el momento de viajar a la capital para entrenar en la escuelita de Danubio. Poco después se sumó a la de Peñarol, donde hizo todas las formativas y el mismo al que puede regresar en este periodo de pases. También asistió a la de Defensor Sporting y fue invitado a la de Nacional (fue un solo día), ya había encontrado dónde quería desarrollarse como futbolista: “Cuando me tocó decidir lo que pesó fue que era hincha y mi viejo estaba entusiasmado con que jugara en Peñarol”.
En ese entonces el mirasol entrenaba en Los Alamos y una vez creada la pensión del propio club Kevin se mudó a ella. Le costó mucho separarse de su familia y el primer año asegura que sufrió depresión. Iba al liceo de lunes a sábados y jugaban el domingo, cuestión que dificultaba el regreso a Trinidad, además de que su situación económica no le permitía moverse tanto en ese entonces. Los viáticos del club no alcanzaba para tanto.
Pero se apoyó en profesionales y salió adelante, jugar en las selecciones Sub 15 y 17 lo ayudaron a motivarse para seguir. Sumó minutos en las juveniles hasta que a los 16 lo ascendieron al primer equipo de Peñarol. Dejó la pensión y vivió un tiempo con su abuela en La Teja hasta que se mudó solo porque las prácticas le quedaban muy lejos.
Con el aurinegro no debutó de manera oficial -sí participó de un torneo de verano- y esa es una espina que tiene esperanza de quitarse. Estoyanoff y Raguso lo pasaban a buscar hasta que le salió su primer pase al exterior. Antes tuvo una propuesta de Barcelona que el club rechazó y tras ello llegó la chance de Roma. La adaptación fue complicada luego de lo difícil que había sido irse de su ciudad a Montevideo.
Entre un préstamo y otro, Kevin fue jugador del elenco italiano durante cinco años. Al menos de un mes del arribo lo prestaron para que sumara minutos en Perugia (Segunda División) donde estaba el uruguayo Guillermo Giacomazzi.
Tenía 18 meses de préstamo, pero a los seis, cuando vino a jugar con el Mundial Sub 20 con la selección, la Roma lo compró. Luego jugó un año y medio en Suiza y salió campeón junto a Walter Pandiani. “Se vive muy bien y el país es una locura. Me costó a lo primero porque me ponían muchas multas, funciona todo perfecto y a veces uno queriendo hacer una bandidiada”, expresa Kevin, que antes de retornar a Uruguay jugó en Ucrania. Su pasaje por allí se terminó tras una lesión en el hombro que le llevó siete meses de recuperación.
Una vez en el país estuvo tres meses libre y aunque tenía los pasajes para irse a jugar a Brasil, optó por aceptar la propuesta de Defensor que le había llegada por un dirigente y el entrenador, Alejandro Orfila (una opción más segura tras 10 meses sin jugar). “Arranqué a los cuatro días. Me recibieron de maravilla”, recuerda previo a que llegara la pandemia. Kevin sufrió el descenso y se quedó porque quería hacerse cargo de devolver al club la categoría. Lo logró y hoy es una pieza importante, pero ahora su representante, Defensor y Peñarol negocian por la posible vuelta.
Sintió que debía ser referente y devolver la categoría
“Fue una odisea”, expresa Kevin que asegura siempre haber pertenecido a un equipo unido pese a las polémicas que vivió el equipo al mando de Leonel Rocco en la “B” con los nueve jugadores apartados y la salida del técnico. El Defensor de ahora “se ve más sereno. El ganar da tranquilidad emocional. Hemos tenido altibajos, pero por primera vez logramos dos victorias seguidas. Defensor merece estar tranquilo. Antes notaba a la gente muy ansiosa”, matiza quien tras la salida de los hasta entonces referentes tuvo que dar la cara en un momento muy difícil.
“Teníamos que tomar el sartén por el mango, nos reuníamos mucho, no dormíamos bien, llegamos a no entrenar. Hubo estrés, pero era una deuda, la mayoría nos habíamos quedado porque éramos responsables y teníamos que subir de nuevo”, explica Méndez, que sintió más alivio que felicidad al concretar el objetivo. Hoy en día no cree haber cerrado el ciclo con el club, pero sabe que está en una edad bisagra, “la justa para probar cosas nuevas y crecer”, dice.
La posibilidad de retornar a Peñarol
No se arrepiente de su salida tan joven pese a no estrenarse, pero es “una materia pendiente”. “Estuve casi nueve años en el club y no pude debutar oficialmente. Me gustaría hacerlo. Estoy convencido de que la oportunidad va a llegar”, sostiene. Kevin habló con Ruglio y Bengoechea y se lo comentó al DT, quien optó por no mandarlo a la cancha el sábado ante Cerro Largo por la tercera fecha del Intermedio. “Cuando se produjo el interés real de Peñarol, por respeto llamé a Marcelo Méndez y le comenté que la posibilidad de irme estaba y que para mí era una oportunidad de progresar, que no quería que se enterara por fuera o por rumores. Me dijo que él fue jugador y me expresó que se ponía en mi lugar, que le diera para adelante. Obvio que a partir de eso él toma decisiones, es el entrenador y si quiere me pone o me saca”.
Esta semana, por respeto a Defensor, también pretende hablar con Alberto Ward, presidente de los violetas. El club busca una cantidad de dinero más que razonable para ceder al jugador, pero aún no he llegado a un acuerdo con el mirasol, aunque hay optimismo. Si está la oportunidad de continuar su crecimiento, Kevin Méndez la va a tomar, pero no olvida. “A Defensor le he dado todo; he dejado hasta el alma y lo voy a hacer hasta el último día”, asegura.
"Siento que a Defensor le he dado todo, he dejado hasta el alma. He jugado desgarrado, con fiebre. He dejado todo por la institución y hasta el último día que esté acá lo voy a hacer porque asumí el compromiso".
“Imagino que esta semana, cuando pueda hablar con el club y presentar mi situación, llegaremos a una solución. La última palabra la va a tener Defensor, ellos tienen la potestad. Yo quiero saber qué quieren ellos de mí y qué piensan”, sostiene el enganche que al momento juega de extremo izquierdo, que también tiene algún sondeo de México, pero nada concreto.
“Estuve casi nueve años en el club y no pude debutar oficialmente. Me gustaría en algún momento. Me quedó esta materia pendiente de debutar de manera oficial, estoy convencido de que la oportunidad va a llegar”, concluyó sobre Peñarol, con quien también podrá firmar un pre-contracto a partir del 1ero de julio, cuando falten seis meses para finaliza su vínculo con Defensor.
Un referente que no olvida: el Lolo Estoyanoff
Fabián Estoyanoff lo pasaba a buscar y lo dejaba en la casa de su abuela. Kevin escuchaba atento sus consejos cuando era juvenil. Los futbolísticos y los que no, también. “Cuando me da la locura de comprar un auto no tengo mejor idea de preguntarle al Lolo, que es loco por los autos. ‘Cómprátelo si te gusta’, me decía”, recuerda Méndez. “Impresiona lo positivo que es con los juveniles. Uno lo ve de afuera y parece un desfachatado que no le importa nada. Sin embargo, siempre ayuda y está cerca de los jóvenes, tiene cero envidia por los gurises que suben con un montón de sueños”, explica Kevin que mantiene el vínculo y conversa cada dos o tres semanas con el actual futbolista de Fénix.
De su pasaje por Peñarol también recuerda a Nicolás Raguso, otro de los que lo pasaban a buscar, con quien había perdido el vínculo, pero el fútbol los volvió a juntar cuando Defensor enfrentó a Cerro en la “B” y pudo volver a abrazar a su amigo.