Redacción El País
Así como existe la victoria, también está la derrota. Ningún equipo deja de conocerla. En su larga historia, llena de triunfos, la selección uruguaya también supo de contrastres. Y quizás ninguno tan impactante, doloroso e influyente como el sufrido ante Holanda (hoy llamado Países Bajos), el 15 de junio de 1974.
Aquel partido de hace ahora 50 años marcó el comienzo de la participación de ambos en el Mundial de Alemania. Allí se hizo universalmente conocida la Naranja Mecánica, un equipo de revolucionario funcionamiento, cuyos ecos siguen apreciándose hoy en la forma de jugar de los grandes equipos.
Para Uruguay fue un tremendo cachetazo, y más porque aquella selección llegó apoyada por una confianza sobredimensionada por parte de una parte del periodismo y la afición, posiblemente porque por primera vez se recurría a repatriar figuras que estaban en el exterior.
Sin embargo, había señales de sobra que avisaban del riesgo del Mundial. El entrenador que había clasificado a Uruguay fue Hugo Bagnulo, pero para Alemania se lo cambió inexplicablemente por Roberto Porta, una gloria del pasado que desconocía lo que pasaba en el mundo del fútbol 1974. Tanto que los propios jugadores decidieron a último momento tomar el control de los entrenamientos ante el escaso rigor del técnico.
Además, los famosos “repatriados” llegaron un mes antes del torneo, sin tiempo para armar un equipo. Pero por sobre todo, el ambiente del fútbol uruguayo ignoraba las transformaciones que estaba sufriendo este deporte hacia un juego más intenso y veloz, con más polifuncionales y menos especialistas.
Incluso se sabía poco de Holanda. Se pensaba que era Johan Cruyff y diez más. Sí, Cruyff era un monstruo, pero estaba rodeado de cracks. Tan poco se sabía que un día la delegación celeste invitó a subir a su ómnibus a un supuesto empresario futbolístico que había mirado el entrenamiento. Luego se enteraron que era Cor van der Hart, asistente del técnico neerlandés Rinus Michel.
El amargo despertar llegó el 15 de junio en el estadio de Hannover. Uruguay jugó con Mazurkiewicz, Pablo Forlán, Jauregui, Masnik, Pavoni; Mantegazza, Montero Castillo, Rocha, Espárrago; Cubilla, Morena. Holanda lo hizo con Jongbloed, Krol, Rijsbergen, Suurbier, Haan; Van Hanegem, Hansen, Neeskens; Rep, Cruyff, Rensenbrink.
El partido se puede resumir con simpleza: Holanda ganó 2 a 0, con un gol de Rep al comienzo y otro al final. Pero pudo terminar 10 a 0, o incluso más. Mazurkiewicz tuvo una actuación sobresaliente, salvando su valla varias veces. Y los holandeses erraron varios casi hechos.
La dinámica del rival resultó apabullante para los celestes, que veían aparecer camisetas naranjas por todos lados. Aquel equipo practicaba una suerte de “juegocircular”, con los futbolistas rotando alrededor de quien llevaba la pelota, lo que determinaba que a menudo apareciera un defensa atacando o un delantero defendiendo. Era el “fútbol total”.
Otra pesadilla para los uruguayos fue que no podían hacer dos pases seguidos. ¡Era difícil cruzar la mitad de la cancha! Holanda realizaba lo que después se llamó pressing, pero con cinco, seis, siete futbolistas a la vez, e inevitablemente se llevaban la pelota. Hay un video en YouTube que muestra varias de esas acciones.
Se recuerda un solo tiro al arco celeste en los 90 minutos, a cargo de Rocha. La sensación era que Uruguay estaba practicando un deporte y Holanda otro.
Después de eso, se empató ante Bulgaria en el último minuto y se perdió 3-0 con Suecia, en la peor campaña uruguaya en una Copa del Mundo. Habían pasado apenas 24 años desde la conquista de Maracaná, pero se llegó a la conclusión de que había que aprender todo de nuevo. Se intentó sin éxito traer un técnico europeo para la selección aunque vino un profesor polaco a dar charlas. Por años no se volvió a recurrir a futbolistas de clubes extranjeros.
Fueron años de verdadero mareo táctico. Como el toque de pelota resultaba demasiado lento, comenzó a usarse el pelotazo, con malos resultados. Los años y la aparición de nuevas figuras permitieron lograr una recuperación en la década de 1980.
La herencia de un equipo revolucionario
El gran equipo de Holanda de 1974 marcó a los aficionados, los técnicos, los jugadores, la prensa y a todo el ambiente del fútbol de ese país de una manera difícil de imaginar para el resto del mundo. Así lo explicó el periodista Joep Smeets, quien entabló contacto con Ovación para reconstruir aquella historia también desde el punto de vista de los rivales vencidos, con vistas a la realización de un programa de televisión (ver aparte).
“En 1974 nació nuestra identidad en el fútbol, completamente. Lo que llamamos el estilo holandés, lo que ustedes dicen la Naranja Mecánica. Y que dice que el fútbol debe ser así (enfatiza el “así”), atractivo, de ataque, mandando en la cancha con el control de la pelota. Si no, no nos interesa”, aseguró. Por su edad, Joep no vio aquella Copa del Mundo donde el seleccionado naranja fue sensación, pese a perder la final ante los locales alemanes. Pero el recuerdo es tan fuerte que impregna todo su fútbol.
“Tampoco importa si no tenemos ahora jugadores de la categoría de los del 74. Tenemos que jugar así. Si alguien quiere hacerlo de una manera un poquito diferente, hay polémica”, agregó.
“La concepción es que solo por ser holandeses tenemos el destino de ser brillantes al jugar -subrayó-. Nunca debemos jugar defensivamente. En Sudáfrica 2010 llegamos a la final pero mucha gente no quería que fuéramos campeones porque no jugábamos como deberíamos jugar”.
Para Smeets, “somos el único país que hace eso. Nunca escucharán a un inglés quejándose porque no se está jugando como en 1966, la única vez que fueron campeones del mundo. ¿Y por qué? Porque somos holandeses”.
“Es una enfermedad y una bendición al mismo tiempo”, concluyó.
El canal de televisión público neerlandés NPO 1 puso en pantalla esta semana un programa especial dividido en cinco episodios diarios en horario central sobre aquella campaña liderada por Johan Cruyff. Se tituló El sentimiento naranja de 1974. Entre las numerosas entrevistas realizadas se incluyeron voces de los equipos derrotados, incluyendo Uruguay.
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