DECLARACIONES
Ricardo Centurión, de 29 años, reconoció estar pasando por un momento "duro" en el que no tiene diálogo con el Cacique Medina; dijo que haber faltado a entrenamientos fue "algo de pelotudo grande".
Después de varios meses de silencio, el futbolista argentino Ricardo Centuriónhabló y dio un dramático testimonio de la pesadilla que le resulta estar en su actual situación.
A los 29 años, quien fuera un delantero intratable en la cancha, que brilló en sus inicios en Racing y que tuvo destellos luego en Boca, habló a corazón abierto en Radio La Red. “Estoy entrenando en Vélez por la tarde y con una vida normal. Es difícil entrenarse solo con un kinesiólogo y un preparador físico. Ya cerró el libro de pases y quedan seis fechas y después veremos qué pasa. Me pusieron todos los días por la tarde para que no me cruce con el plantel profesional. Voy a las dos y media, entreno una hora y me vuelvo a mi casa”, comenzó a explicar sobre su presente en el club de Liniers.
Y continuó: “Estoy yendo todos los días a entrenarme por la tarde, pero a veces pienso ‘¿para qué sigo yendo?’ Hoy fui a saludar a los chicos y me sacaron cagando los de seguridad. No me dejan ni tomar unos mates con los pibes. A ellos no les importa nada".
Sin diálogo con Alexander "Cacique" Medina, repasó su pasado reciente en Vélez: “Con (Gabriel) Heinze tuve uno de mis mejores niveles y fue uno de los tipos que más me ayudó en el fútbol. Fue un tipo muy frontal y me tuvo siempre con el dedo atrás y eso me ayudó. Como yo volaba y estaba bien en peso, estaba muerto y cuando llegaba a casa me tiraba a dormir. Con Pellegrino volvimos después de la pandemia, volví un poco excedido de peso y la vara que tenía con Heinze no la tuve con Pellegrino. No tuve la misma relación y después me puso algunos minutos con un equipo o con otro y ahí me calenté”.
Sin embargo, Centurión ahondó en su situación personal, en los demonios con los que tiene que lidiar, y se mostró tan transparente como vulnerable en sus palabras, que sonaron casi como un dramático pedido de ayuda: “Estoy solo y el momento es muy duro. Sigo viviendo en pandemia, sin contacto con nadie. Hoy a mí no me llama nadie. Te encontrás solo. Te das media vuelta y está tu vieja, tu señora, nadie más. Yo sabía que esto en algún momento iba a pasar, no le escapo. No me asusta si hoy no puedo pagar un departamento en Puerto Madero y me tengo que volver a casa. No te voy a mentir que te acostumbrás a un estilo de vida y después molesta un poco. Por suerte mantengo el sueldo en Vélez, que es como si estuviese jugando. Pero te levantás y no concentrás, no jugás a la pelota. Eso duele”.
Centurión no niega las inconductas que lo llevaron a portar el cartel de jugador conflictivo: “Lo de no ir a entrenar es algo de pelotudo grande, porque antes no lo hacía. Nunca había faltado antes. Y si me la pegaba cuando era más chico, iba a entrenar igual. Fue de grande, por un montón de problemas que tenía. Si yo tengo una oportunidad, suelto todos los vicios. Si me empiezo a entrenar, sé que en poco tiempo estoy bien. Se que hice muchas cosas mal, pero no puedo solucionar las cosas. Lo que digo con mi boca después lo tengo que bancar con el pecho. Me da bronca cuando me boicoteo cuando las cosas me van bien. Yo sé que si me pongo las pilas, tengo posibilidades. He probado con psicólogos y he ido al psiquiatra. Pero la verdad es que tampoco creo. Soy un pibe muy cerrado y cuando hablo lo voy a torturar al psicólogo, porque hablo tres horas por día. Mi psicólogo era el vestuario”.
Por momentos, sus palabras cobraron un tinte descarnado: “Me cansé de la vida. Había agotado todo. Me sentía agobiado. Estuve con ataques de pánico, estuve desparecido varios días. Necesitaba irme de todo. No me soportaba ni a mi mismo, era difícil”, dijo el hombre que se crio en el muy humilde barrio Villa Luján, de Sarandí. “Perdí a mi viejo a los cinco años y él me faltó. Vos podés tener un montón de cosas, oscuridad, pero no le podés faltar a tu hijo. Yo me crie entre mujeres. Mi vieja laburó 24 horas en una fábrica y en un hotel y no la veíamos nunca. Después aprendí a vivir”, contó.
El argentino comenzó su carrera en Racing, donde debutó en 2012, a los 19 años, de la mano del entrenador Luis Zubeldía. Algunos problemas personales hicieron que fuera dado a préstamo a Genoa, de Italia, en 2013. En 2015 fue transferido a San Pablo, que pagó US$ 4 millones por el 70%. En el club brasileño no tuvo un gran desempeño, por lo que recuperó terreno con un préstamo en Boca, donde salió campeón en la temporada 2016/2017. Ello le valió que Genoa comprara su pase. Sin embargo, su nivel en el calcio no fue bueno y volvió a Racing, que recompró su pase a comienzos de 2018.
La tercera etapa de Centurión en Racing terminó de mala manera, peleado con el técnico, Eduardo Coudet, y con el mánager, Diego Milito. Otro tanto le ocurrió en San Luis, de México, donde estuvo a préstamo en 2019. Finalmente, Vélez compró el 50% de su ficha en 2020: tuvo un aceptable rendimiento con Heinze como DT, pero la llegada de Pellegrino le restó continuidad. A principios de 2022 pasó a préstamo a San Lorenzo, donde jugó 11 partidos y anotó dos goles (a Argentinos Juniors y Atlético Tucumán). Su último partido fue el 23 de abril, cuando jugó el segundo tiempo del encuentro que el Ciclón perdió como local ante Patronato por 2 a 1.