En menos de una semana, a Nacional le llegará la hora de dar un nuevo examen, tal vez el más importante de todos los que ha rendido en el último tiempo dentro del concierto internacional. Y es uno que bien puede pintar como héroe o villano al entrenador Álvaro Gutiérrez de la noche a la mañana.
La gaceta ya está lista. La cita que lo compromete le pone enfrente, una vez más, a Boca Juniors,su verdugo en los octavos de final de la Libertadores 2016 y con el que hace dos días empató (0-0), dejando buenas sensaciones, pese a marcharse con el trago amargo de saber que le faltó muy poco para ganarle.
La clasificación no es lo único en juego en esta etapa. Nacional también tiene sobre la mesa la oportunidad de seguir por la senda victoriosa de avanzar a los ocho mejores de América -como lo hizo la última vez (2020) que pasó a los octavos- para, de a poco, comenzar a dejar atrás una huella negra en los mata-mata coperos que se inician con empate.
Desde 1997 a la fecha, si bien el club dijo presente en cada una de las ediciones de la copa que se han jugado hasta ahora, al avanzar a las instancias finales casi siempre arrastró la maldición de quedar eliminado inmediatamente después de igualar el partido de ida en su casa.
Salvo las excepciones de 2009, 2016 y 2020, donde eliminó en el Centenario a Palmeiras por goles de visitante, a Corinthians en Brasil y a Independiente del Valle en el GPC por penales, el resto de las veces la moneda cayó siempre del lado de sus rivales, que lo eliminaron haciendo valer su condición de locatario.
Pasó en tres oportunidades, en los últimos 25 años, que el Bolso remó hasta la orilla, pero se despidió arrastrado por una corriente de brasileños a la que se supo colar en el último tiempo Boca Juniors para darle un tinte aún más negativo a la estadística.
El registro estadístico
Nacional se despidió humillado de la Libertadores de 1998 luego de conseguir un aceptable empate (1-1) como local frente a Gremio para luego sufrir un abultado 0-4 en contra en la vuelta.
En 2003, en esa oportunidad contra Santos, el trámite deportivo dejó la sensación de estar mucho más cerca. Para esa ocasión, el equipo uruguayo rescató un agónico (4-4) como local y en la revancha perdió la batalla (1-3) en los penales luego de un digno 2-2 en territorio brasileño.
Más adelante en el tiempo (2008), apareció San Pablo para sostener el canon de brasileños victoriosos. El público tricolor fue testigo de un frío 0-0 en el Gran Parque Central que dejó el cruce abierto para cualquiera de los dos equipos. Con la particularidad, eso sí, que para ese entonces la Conmebol ya había fijado la regla del gol de visitante, que sostuvo hasta 2022 y le daba la posibilidad de avanzar -aún con el global igualado- a aquellos equipos que convirtieran goles fuera de su casa.
Ni así. El cuadro paulista finalmente se despachó con un 2-0 en el Morumbi, aunque tuvo batalla hasta el final, incluso teniendo a un hombre de más en cancha.
Por el contexto, el buen presente deportivo y las virtudes que desplegó a lo largo de la serie, el último -y tal vez más doloroso- antecedente para los tricolores es el que se registró en 2016, en una situación idéntica a la de este 2023 con Boca Juniors enfrente.
Aunque el registro dejó un 4-3 en favor de los argentinos en la definición por penales, Nacional jugó de igual a igual y viajó desde Montevideo con un 1-1 en su bolsillo que se repitió en Buenos Aires.
Ahora, ante un escenario similar, tendrá la oportunidad de cambiar su suerte de visita a La Bombonera el próximo miércoles. La misión será compleja: le demanda reformular un plan para controlar a Edinson Cavani -que está previsto que debute- y también lo obliga a dejar atrás la mala racha que tiene este año jugando como visitante: apenas rescató el 38 % de los puntos que jugó.