A la selección uruguaya le toca, otra vez, ser la villana de una historia mal contada. En esta oportunidad eliminó nuevamente al anfitrión de la Copa América, Estados Unidos. Además, de sus seis participantes, la Concacaf apenas se quedó con dos (Canadá y Panamá) en carrera para los cuartos de final.

Uruguay ya lo había sido aguafiestas en 2011, cuando bajó a la Argentina de Lionel Messi de los ocho mejores de un torneo y posteriormente gritaría campeón. Y ese recordado partido, en el que la Celeste ganó 5-4 por penales, extendió un registro que también había tenido lugar -en idéntica instancia- en Venezuela, en la edición previa (2007), y en Paraguay, cuando corría el año 1999.

Basta hacer un repaso histórico por el archivo de los diarios para ver cómo antes del comienzo del siglo XXI ya se hablaba de Uruguay como el aguafiestas de los anfitriones.

Hay una recordada foto en la que Marcelo Zalayeta, Federico Magallanes, Diego Alonso, Andrés Fleurquin y Gianni Guigou posan sosteniendo una tapa de un periódico paraguayo que decía: “Eliminados”.

Fue después de una noche perfecta, en julio de 1999, en la que todos ellos convirtieron en la definición por penales que dejó por el camino a Paraguay en los cuartos de final de aquel año.

Para los cincuentones y más veteranos, también es muy recordada la vez en la que la selección de 1987 se enfrentó a la Argentina de Diego Maradona, que venía de ser campeona del mundo. ¿El resultado? Victoria 1-0 para sacarle el sombrero de competidora y dejarla solo con el consuelo de anfitrión.

Asimismo, hubo otros dos casos en los Uruguay alimentó su fama de aguafiestas al arruinarle el festejo a los organizadores en la definición. Primero contra los albicelestes en 1916 (2-1), a 100 años del festejo de su independencia; y después en 1983 contra Brasil, donde rescató un empate 1-1 luego de ganar la primera final 2-0 en Montevideo.

En este último caso, al vencer y dejar por el camino de la Copa América 2024 a Estados Unidos, la Celeste volvió a reforzar un viejo mote que la llevó a conseguir grandes logros a lo largo de su historia. Mientras sigue carburando motores a la espera de su próximo rival en cuartos, puede sacar pecho de que otra vez fue villana de una historia mal contada.