Febrero de 2023. Fredy Martínez le manda un mensaje a Diego Franco, quien había sido su entrenador en Villa Española un año antes, para anticiparle algo que se terminaría de confirmar recién el último domingo. “Este año voy a lograr lo que tanto soñé, que es jugar en el primero de Nacional”.

El técnico cometió una infidencia al publicar la conversación entre ambos, pero se escudó por una buena causa: dar a conocer la historia de alguien que soñó, que se imaginó una y otra vez en el primer plano y que al debutar contra Potencia lo consiguió, blanqueando su emoción en un abrazo con Franco Fagúndez, uno de sus hermanos del fútbol.

No le fue fácil. En 2018, tuvo que dejar atrás su vida en el interior para pelear por un lugar en las inferiores de Danubio, donde compartió con el número 10 de Nacional. Llegó a Montevideo con las mejores referencias del club La Lanera (baby fútbol) y Racing Durazno (juveniles) y se instaló en la casita de los juveniles.

Nueva rutina. Nuevos compañeros. Otras distancias. Pero el mismo sueño: llegar a Primera División y dejar una huella en el fútbol uruguayo mientras una familia humilde seguía sus pasos a la distancia.

Pronto, el esfuerzo comenzó a dejar sus frutos. Al año de estar viviendo en la capital, se enteró por un grupo de WhatsApp que estaba convocado por Gustavo Ferreyra para integrar los entrenamientos de la selección uruguaya Sub 20. Y eso no fue todo: terminaría el año 2019 siendo campeón de Sub 19 contra Nacional.

Meses más tarde, en enero de 2020, Martínez firmaría su primer contrato profesional con Danubio para, luego, tener su primer postergado debut (a causa de la pandemia) el 20 de setiembre de ese año contra Boston River.

Foto: Danubio.

Pasado el tiempo, su representante le alquiló un apartamento y él continuó con su progreso -descenso mediante- hasta ser prestado a Villa Española, donde sufrió en carne propia el escándalo interno que devino en la intervención del Ministerio de Educación y Cultura.

El club cerró la temporada con la renuncia del entrenador y varios jugadores se marcharon, entre ellos Martínez, que quedó libre de Danubio, pero no bajó los brazos y se fue a pelearla a Central Español.

Las cosas, sin embargo, no le salieron como esperaba: dejó de ser titular y el equipo bajó a la C. Borrón y cuenta nueva.

Decidió dar dos pasos para atrás pensando en seguir hacia adelante. Optó por la Tercera División de Nacional a los 21 años y le comentó a Diego Franco sus intenciones, tal cual reveló el entrenador en su cuenta de Twitter. “Destaco esa cabeza, esa mentalidad de meterle y meterle hasta llegar. Es muy especial, muy cercano. Tuvo un montón de dificultades y nunca le sobró nada”, dijo el técnico, que hoy es ayudante en Deportes Temuco.

“Se lo ve que físicamente es exuberante. Es incansable: va, va y va. Eso se entrena; no es solamente un don. Lo veo muy valiente, corajudo, y no tenía dudas de que iba a jugar bien el otro día”, coincidió Tomás Lerman, de Potencia, que también integró aquel plantel del Villa.

Foto: Estefanía Leal.

De perfil bajo, Martínez (22 años), pese a los sobresaltos, siguió entrenando sin rezongos ni lamentos. Se afianzó con Álvaro Recoba en las juveniles y creció después de una etapa gris en Central.

El domingo, no solo fue noticia por su correcto desempeño en el juego, sino también por la picardía que tuvo para arrimarse a escuchar una conversación entre los jugadores de Potencia y el técnico y soplarle la interna a Diego Zabala. “Nosotros armando el partido hablábamos de buscarlo porque estaba debutando, pero yo no tenía dudas de que iba a estar bien”, cerró Lerman.