en base a EFE
El entrenador uruguayo del Real Valladolid de la Segunda División de España, Paulo Pezzolano, tuvo un aterrizaje forzoso cuando llegó a LaLiga, luego de que en su segundo partido como entrenador lo suspendieran por gesticular contra los árbitros. Sin embargo, seis meses después reveló que que pide "perdón" a los encargados de impartir justicia antes de los partidos, por su actitud durante los encuentros, y que la relación es muy cordial.
Pezzolano, que llegó a la Liga española en abril de 2023, para dirigir en los últimos cruces de la temporada 22-23 al Valladolid, que entonces estaba en Primera División, señaló que los árbitros ya lo van "conociendo" y confesó que siempre les pide "disculpas" antes de los partidos, por lo que pueda causar su actitud del otro lado de la línea. El entrenador señaló que "no hay maldad" en sus acciones, no quiere dejar a los árbitros expuestos, sino que son "reacciones espontáneas y lógicas" en alguien que es muy emocional.
"Creo que el trato ha mejorado mucho y estoy contento. Estoy cómodo al lado del campo también"
"Estoy contento y cómodo en el campo, cerca de ellos, porque hay buen diálogo y creo que se ve bien cuándo alguien actúa de mala fe o actúa de manera espontánea sin faltar nunca al respeto", indicó en la rueda de prensa previa al enfrentamiento contra el Eibar, el rival que le precede en la clasificación (5º), con los mismos puntos que su equipo.
"A veces si abrís los brazos porque sos espontáneo, no un soldadito", apuntó y destacó que las molestias quedaron en el pasado.
La suspensión.
En el mes de abril, el Comité de Competición de la Federación Española de Fútbol (RFEF) impuso dos partidos de sanción al entrenador uruguayo del Valladolid Paulo Pezzolano, quien fuera expulsado en su segundo encuentro como entrenador ante Villarreal.
El Papa fue expulsado con roja directa por protestar al árbitro y encararse con el entrenador rival, "en actitud desafiante y provocando una confrontación", según el acta arbitral.
En ese entonces, Valladolid aportó pruebas para pedir que se dejara sin efecto la expulsión a su técnico, o como mucho quedara en una amonestación, y alegó que este no faltó al respeto, ni insultó al entrenador del equipo rival, sino que le recriminó que ante una falta clara el equipo contrario se beneficiara de una situación antideportiva, anotando un gol.
Sin embargo, el Comité desestimó sus alegaciones, al entender que las pruebas del Valladolid no desvirtúan lo reflejado en el acta, que indica que el entrenador se dirigió al técnico contrario en una actitud desafiante y protestó de forma ostensible, acciones consideradas como infracción (art. 124 del Código Disciplinario) y calificó como "irrelevantes las motivaciones que se indican en el escrito, que en ningún caso pueden justificar tal conducta".