Hubo una jugada que pudo ser muy negativa para Nacional, pero que terminó siendo la clave de la remontada. Leandro Lozano le cometió una dura falta a Rodrigo Aliendro, los ánimos se caldearon, Franco Romero le pegó un puñetazo en la montonera a Paulo Díaz y Enzo Díaz tiró un manotazo. Se pudieron ir expulsados el lateral y el zaguero tricolor, así como el defensa Millonario. Pero no. El corpulento árbitro brasileño Anderson Daronco fue al VAR, observó las imágenes y decidió mantenerse con la amarilla a Lozano -de forma acertada-, pero inexplicablemente no le sacó la roja a Romero, que se intentaba esconder y pasar desapercibido mientras el juez lo buscaba para amonestarlo cuando todo el GPC pensó en que sacaría la tarjeta de su bolsillo de atrás.
Fue la inyección anímica que necesitaba el equipo, así como los hinchas en las tribunas, que vieron un mal primer tiempo de Nacional, bien superado 2-0 (goles de Miguel Borja y Facundo Colidio) por River, que aprovechó las malas ejecuciones del tricolor en los tiros de esquina (fueron nueve) para sacar contragolpes que daban miedo y un desbalance defensivo que llamaba la atención de propios y extraños.
Desde ese momento de ira que hubo en el partido -donde entraron todos los suplentes, integrantes de los cuerpos técnicos y la seguridad de ambos clubes- Nacional fue un aluvión, se llevó por adelante a un River que fue dando pasos atrás, en parte incentivado por un DT como Martín Demichelis que quiso aguantar el chaparrón esperando en su propio campo. El gol estaba al caer, pero no llegaba. El Bolso lograba poner bien la pelota sobre las bandas, pero el último pase -o centro-, carecía de efectividad, en parte, porque Antonio Galeano no estaba fino.
Pero la estocada la dio el Chino Recoba en el minuto 68, cuando ordenó los ingresos de Christian Oliva y de Diego Zabala. Es que Didí fue el más pensante del equipo. En momentos donde el GPC hervía, y donde los hinchas empujaban, el número 22 aprovechó cada una de sus intervenciones para generar peligro, mientras que el volante central revitalizó al equipo para recuperar rápido la pelota cada vez que el Millo buscaba sacar una contra.
En menos de dos minutos Gonzalo Carneiro puso un doblete (de penal, y de cabeza) para colocar el 2-2 cuando todavía restaban 10’ más tiempo de adición por jugar. En ese momento el partido podía ir para cualquier lado, porque River Plate sí buscó adelantar sus líneas ya que veía cómo el tricolor lo pasaba por arriba.
Federico Santander -otro de buen ingreso- peleó y ganó todas las pelotas por arriba, Ruben Bentancourt generó peligro como extremo, Carneiro marcó como un “5” y bajó a ayudar a los defensores, Zabala fue el dueño y señor de la pelota, Lozano fue un todo terreno hasta el minuto 100 y el equipo metió pechera hasta lo último. Por eso es que los hinchas aplaudieron en el final, porque sí, hay veces que los empates también se aplauden y más si se mira la tabla y se visualiza que Nacional está bien posicionado para llegar a los octavos de final.
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