La misteriosa realidad de Alto Perú, el club más humilde de Uruguay: cinco años sin ganar y mismo DT desde 1996

Juega en la Primera División Amateur, en 2006 estuvo a un partido de subir a la "B" y sus referentes afirman: "Esto es defender con dignidad el escudo y la bandera. Es resiliencia y familia".

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El plantel de Alto Perú, que se desempeña en la Primera División Amateur.
El plantel de Alto Perú, que se desempeña en la Primera División Amateur.
Foto: José Croz.

Miguel Méndez - Especial para Ovación
Lleva más de 60 partidos sin ganar por el Campeonato Uruguayo de la C, sus jugadores pierden plata por jugar en el club, no tiene sede, cancha, elecciones ni hinchas genuinos y no disfrutan de camisetas titulares nuevas desde hace varias temporadas. Sin embargo lo intenta una y otra vez, año a año, sin bajar los brazos, sin dejar de competir. Así es la vida del Club Atlético Alto Perú, el club más humilde de la AUF.

El 20 de julio de 2019, en el Parque ANCAP, Alto Perú goleó a Artigas por 5 a 2 y se recuperó de gran manera días después de caer por 10 a 1 ante Huracán del Paso de la Arena. Ese día, sin que nadie lo supiese entonces, comenzó una racha infausta, que aún hoy mantiene: no volvió a ganar.

Son 61 partidos consecutivos sin conocer la victoria por el campeonato de la Primera División Amateur, la vieja C, en la que el Alto pasó 55 de las 62 temporadas que ha competido a nivel de la Asociación Uruguaya. Son más de cinco años sin hacer más tantos que su rival, en los que anotó 30 goles y le hicieron 181. Es un quinquenio de caídas de las que siempre intenta levantarse.

Un asterisco: por la Copa AUF Uruguay 2022 venció 3 a 2 a Progreso de Estación Atlántida. Única victoria en el lustro aunque, sobra aclararlo, es en otro torneo.

“Es un equipo súper humilde, el más carenciado de la C”, dice Gonzalo Scotti, de 40 años, el futbolista más veterano de un plantel que mayormente cuenta con gurises de entre 19 y 25.

Los jugadores y el entrenador José Luis de la Quintana, que está en su cargo desde 1996, son el sostén económico de la institución: hacen rifas, ponen plata de su bolsillo, buscan sponsors hasta abajo de las piedras, pero por lo general siempre pierden plata. Para jugar en Alto Perú hay que pagar.

José Luis de la Quintana, entrenador de Alto Perú desde 1996.
José Luis de la Quintana, entrenador de Alto Perú desde 1996.
Foto: José Croz.

La institución, como varias de la C, tiene que luchar contra algo extra: el formato. Muchos equipos juegan apenas 10 partidos en el año por lo que es difícil salir a buscar apoyo económico para tan poco tiempo y más complicado aún es apostar a grandes inversiones. El riesgo es enorme.

El equipo fundado el 1 de mayo de 1940 por anarquistas (de ahí sus colores) en Malvín Norte no tiene cancha ni sede. Se las expropiaron durante la dictadura para construir el Liceo 10. Allí había fútbol y carnaval. Desde entonces tuvo una vida nómade. En el portal de la Asociación, junto a la casilla de “dirección” aparece un eterno “a confirmar”.

Ha oficiado de local en el Parque ANCAP, en el Nasazzi, en el Palermo. “Al no tener sede ni cancha fija vas perdiendo sentido de pertenencia del barrio, jugás muy lejos de tu lugar de orígen y así es complicado conseguir una fidelidad”, explica Scotti.

Gonzalo Scotti, uno de los referentes del plantel de Alto Perú.
Gonzalo Scotti, uno de los referentes del plantel de Alto Perú.
Foto: José Croz.

Alto Perú no tiene hinchas genuinos. Uno de los últimos fue Antonio de la Quintana, padre de José Luis. Fue el principal impulsor del club durante décadas pero falleció hace unos años y su hijo tomó la posta con gusto pero muchísimo sacrificio. Hoy los van a ver familiares, amigos y, cada tanto, algún veterano con pasado en la institución.

El Alto tuvo horas gloriosas: llegó a jugar en la B y en 1969 participó de la Copa Alfredo Lois: jugó ante Nacional (marchó 5-0) pero logró un resonante triunfo ante Defensor. En 2006 vivió las últimas buenas: ganó el Apertura y perdió la final del ascenso ante Boston River. Pero esa gloria duerme en un placard. Hoy la realidad es otra.

“La camiseta es la misma desde hace unos siete años. Si se rompe una es un problemón, es como que te amputen algo”, compara Scotti, seguro de no estar exagerando. Para este 2024 tuvieron suerte: consiguieron una alternativa nueva. La que usaban era de principios de siglo, de manga larga, muy alejada de los modernos diseños y texturas de la actualidad.

Gracias al aporte económico del cuerpo técnico y el plantel (los jugadores aportan de acuerdo a sus posibilidades), entrenan un par de veces por semana en un cuartel ubicado en Casavalle e Instrucciones. El resto de los días van a la Playa de Malvín o al Parque Rivera. Las complicaciones las grafica Scotti: “casi nunca entrenamos con arcos de medida profesional, que son bastante importantes en el fútbol, ¿no?”.

El plantel de Alto Perú que se desempeña en la Primera División Amateur.
El plantel de Alto Perú que se desempeña en la Primera División Amateur.
Foto: José Croz.

Fernando Andino lleva 20 años en Alto Perú. Es el capitán, junto al arquero Danilo Fernández y Scotti. Estuvo en 2006 y está ahora. Dice que la C está “bastante profesionalizada”, más allá de llamarse la Primera División Amateur, y en ese contexto el Alto queda relegado.

A principios de cada año los aspirantes a integrar el plantel llegan por recomendaciones de los futbolistas actuales: un amigo que puede andar bien, un primo que tiene condiciones, un conocido del barrio que creo que la mueve. Así se conforma, año a año, el equipo.

De la Quintana, que trabaja en un parking, hace de DT, dirigente y hasta psicólogo de sus jugadores. Ha recibido propuestas de transformar al club en una Sociedad Anónima Deportiva pero las rechazó siempre. “No ha renunciado al sentido de pertenencia, al club por el que él y su viejo dieron la vida. Es una persona firme, seria, que forma muchos gurises, les da una oportunidad, no se vende ni cambia su manera de caminar”, describe Scotti.

Alto Perú tiene dos caras: la del sacrificio eterno, la lucha constante, el pesado derrotero que transitan sus jugadores es la más marcada. También hay otra, la de la oscuridad institucional. Hace ya varios años que no hay elecciones, que no presenta un balance. Sin sede, sin cancha, sin papeles. Una especie de ente que demuestra qué tan amateur puede llegar a ser el fútbol

El plantel de Alto Perú que se desempeña en la Primera División Amateur.
El plantel de Alto Perú que se desempeña en la Primera División Amateur.
Foto: José Croz.

De la Quintana tiene una buena relación con Ignacio Alonso, el presidente de la AUF. Estuvo presente en Qatar, durante el Mundial.

Más allá de lo administrativo, en la cancha pasan cosas. Y las interrogantes surgen de manera natural: ¿cómo hace un jugador para seguir adelante derrota tras derrota, goleada tras goleada? ¿Cómo se alimenta la moral, el amor propio? Scotti responde: “Es difícil no frustrarse. Llegás a tu casa y te preguntan cómo salís, lo mismo en el trabajo, con tus amigos. Y la respuesta es casi siempre igual”.

Por suerte hay un pero. “Acá se rompe la barrera de lo resultadista, lo que termina marcando es la resiliencia. Más allá de darte la cara contra el piso, de terminar embarrado, lo importante es no renunciar. Darlo todo en busca de quebrar esa situación, a base de amor, de compromiso. Motiva seguir intentando. Ese es el mensaje que le transmitimos a los jóvenes”, comenta orgulloso.

Andino aporta: “Se aprende mucho más de una derrota, se desarrolla otro potencial. Se gana mucho más perdiendo que ganando”, asegura. “No voy a negar que es difícil la tarea de motivar a los compañeros pero mi fortaleza mental es inquebrantable. Siempre voy por más”, dice el capitán.

El plantel de Alto Perú que se desempeña en la Primera División Amateur.
El plantel de Alto Perú que se desempeña en la Primera División Amateur.
Foto: José Croz.

Este año, además de lucir las alternativas nuevas, el club se dio otro lujo: pudo concentrar en un hotel cuando viajaron a Rivera para jugar ante Frontera. Ese club es, según Scotti, la medida exacta para comparar las diferencias dentro de la divisional: tiene instalaciones de lujo, sus jugadores cobran, viven como si fueran profesionales.

El club (es decir, los jugadores y el CT) se movió por todos lados, consiguió algún auspiciante, puso dinero de su bolsillo y tomó la ruta 5 rumbo al norte. Concentrar, jugar a ser futbolistas de Primera, fue un premio al esfuerzo del año, a entrenar con frío en la playa, con lluvia en el Parque Rivera. Sin embargo, habría otra piedra en el camino.

Durante el desarrollo del partido Alejandro Isabella, jugador del Alto, se desvaneció y las alarmas se encendieron. Días antes el mundo del fútbol había quedado conmovido por la lamentable muerte de Juan Izquierdo y se temió lo peor. Por suerte la cosa no pasó a mayores, en parte gracias a la rápida respuesta del cuerpo médico del equipo local. Ah, otro detalle: en Alto Perú no hay doctores.

La temporada 2024 ya terminó para ellos. El año que viene, una vez más, volverá a insistir. Club porfiado. Scotti lo resume mejor que nadie. “Alto Perú es levantar a los pibes, meter la pata en todas las canchas, defender con dignidad el escudo, la bandera. Es resiliencia. Es familia, te enamora más allá de las frustraciones, de los resultados negativos. Se deja la vida por el Alto”.

Con sus luces y sombras, el Alto volverá a dar la cara. Detrás de Andino, de Scotti, de Fernández, un plantel renovará su ilusión e insistirá hasta lograrlo. Porque ellos, lo tienen claro, serán siempre de Alto Perú, por más que se les ocurra ganar algún día.

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