ENTREVISTA

La nueva vida de Gonzalo Porras: fue a probar suerte a España en otro rubro pero sin dejar de lado su pasión

El exvolante habló de su nueva faceta, pero sin olvidarse de sus raíces ni del amor que siente por el fútbol, deporte que aún no abandona.

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Gonzalo Porras en su faceta como entrenador de Artilleros de España.
Gonzalo Porras en su faceta como entrenador de Artilleros de España.
Foto: El País.

Por Diego Domínguez
De trabajar como reponedor ganando $3.000 a cumplir el sueño de todo futbolista. De colgar los botines a calzarse el traje y la corbata. Gonzalo Porras se mudó de país y también cambió el estilo de su vida. Pasó de ser el chico humilde, que trabajaba a sol y sombra en un supermercado de Millán y Raffo, a correr 18 años seguidos atrás de una pelota para, hoy, estar abocado a las propiedades y al trabajo detrás de un escritorio.

Cuando no visita apartamentos, se lo ve hablando por teléfono con interesados. Y si no, aparece atendiendo urgencias de posibles clientes. “Yo soy asesor inmobiliario, con expectativas de ser socio en algún momento”, asegura a Ovación.

El ejercicio lo repite cada mañana. Trabaja para invertir a futuro y para darle una mejor calidad de vida a su familia, dado que el dinero que generó a lo largo de su carrera, siente, no le alcanzó para hacer la diferencia económica suficiente.

“Como jugador, solo había hecho una inversión en Uruguay y cuando vine para aquí aproveché la oportunidad. Tengo mi casa propia, gracias a Dios, e hice una inversión de un apartamento, pero más nada”, se sincera.

Tirarse al agua le llevó su tiempo. Lo pensó, lo meditó con los más cercanos, hasta que decidió largarse. Toda la aventura empezó por obra y arte de un solo responsable, que le empezó a morder la oreja cuando apenas había cumplido la mayoría de edad: “El entrenador que me subió a Primera, Fernando Balda, siempre me estuvo incentivando con que me vaya preparando, con que aquí había un futuro en el sector inmobiliario y un poder de crecimiento. Yo fui canalizando durante mi carrera esa oportunidad y en ningún momento la vi descabellada. De hecho, hoy en día se está haciendo realidad”.

El poco margen de tiempo que le queda ahora lo dedica a su familia, que está conformada por su esposa y seis hijos. ¿El resto? Lo sigue destinando al fútbol.

Su vuelta a las canchas, a diferencia de su nuevo rubro, se dio de forma honoraria y desde un nuevo rol. Como está retirado, ya no transpira la camiseta por el desgaste físico, sino que el sudor le llega dando órdenes pegado a la línea de cal.

Por momentos, Porras se pone nostálgico al recordar alguna de sus vivencias como deportista. “Entrenaba en Primera de Alianza Fútbol Club (fusión de Villa Teresa, Salus y Huracán de Paso de la Arena) con Fernando Balda por la mañana y de 14 a 22 trabajaba de reponedor en un supermercado en Millán y Raffo. Hablé para que me dieran los sábados libres porque era el día que se jugaba la B. Iba en bicicleta a entrenar y en bicicleta al trabajo”, rememora en la charla.

El exmediocampista asumió su primer desafío como entrenador en el Club Atlético Artilleros, de la Segunda División regional de España, luego de haber estado en dos países (Uruguay y México) junto a Leonardo Ramos como asistente técnico.

Su función en el equipo tiene un solo propósito: despuntar el vicio, que todavía lo persigue a sus 39 años. “Es para estar involucrado en el fútbol. Yo no me vine para España con el objetivo de dirigir, sino para trabajar en el sector inmobiliario. Y para no alejarme radicalmente del fútbol es que estoy trabajando en el equipo”.

La experiencia junto a Ramos le dio las herramientas necesarias para soltarse por sí solo un año más tarde. “Fui un jugador temperamental, que vivía muchísimo el partido. Cuando me tocó estar del otro lado de la raya, traté de vivirlo de la misma manera: como si estuviese jugando. Uno sabe que tiene que controlarse un poco más porque tiene que darle serenidad al futbolista, pero en algunos momentos te dan ganas de hacer un poco más de lo que podés hacer”, dice.

Gonzalo Porras como entrenador del Club Atlético Artilleros de España.
Gonzalo Porras como entrenador del Club Atlético Artilleros de España.
Foto: El País.

Su extensa trayectoria vinculada al fútbol no tarda en hacerse eco entre sus actuales dirigidos. Lo consultan por su carrera, le piden consejos, y hasta se animaron a preguntarle por el origen de uno de sus equipos: “Cuando me presentaron en el equipo, ellos vieron que en mi historial había jugado en Liverpool. Cuando llegué, hubo un jugador que me preguntó si había jugado en el Liverpool de Inglaterra o de dónde era”.

“Ojalá hubiera sido en el Liverpool de Inglaterra”, le contestó Porras.

A medida que el tiempo pasa, las ganas de volver a jugar le resurgen. Pocos días después de anunciar que dejaba de jugar profesionalmente (en diciembre de 2020), el exfutbolista habló con Ovación y confesó que no le había costado retirarse.

Hoy, que ya va por el tercer año sin jugar al fútbol, sigue pensando lo mismo, por más irónico que parezca. Al retiro “lo fui procesando durante el ultimo año en Villa Teresa. Iba disfrutando cada momento, el día a día en los entrenamientos, en los vestuarios. Fui canalizando durante todo ese año que iba a llegar el retiro. Los primeros meses no fueron para nada difíciles; los canalicé muy bien, por suerte, y se extrañó poco. Pero ahora, que estoy dirigiendo, me dan ganas de volver a jugar, sabiendo siempre desde dónde estoy situado”.

Pese a seguir apegado a esa pasión que le brotó de chico, el uruguayo no pierde el foco de su misión e insiste en que su arribo al suelo español responde únicamente a lo inmobiliario. “Estoy en una inmobiliaria de Madrid que tiene una franquicia en todo España. Está expandida en distintos lugares: hay en Barcelona, Murcia, Valencia, y muchísimas ciudades más. Es una franquicia que se llama Redpiso y está al día de hoy con más de 250 oficinas en España. De hecho en Uruguay también hay”.

Además de cambiar de rubro, Porras modificó parte de su lenguaje, aunque sin descuidar su acento característico. A los apartamentos les llama “pisos”, al tradicional monito de las prácticas le dice “rondo”, a los chalecos “petos” y a él lo identifican como “míster”.

Alguna que otra vez también se animó a desayunar tostadas con aceite de oliva y tomate, una de las comidas típicas de España.

Gonzalo Porras en su pasaje por Nacional.
Gonzalo Porras en su pasaje por Nacional.
Foto: Archivo El País.

El recuerdo por haber jugado en Nacional

Jugó tres años y medio en Nacional (de 2014 a 2017), donde levantó cuatro trofeos, incluido dos Campeonatos Uruguayos. Así los recuerda: “Fueron años en los que nos fue muy bien en clásicos, títulos ganados y participaciones en copas internacionales. El cariño que siempre me tuvo la gente, y que a día de hoy se me reconoce, me llena de orgullo”.

Describe el pasar como una “experiencia inolvidable”, que le dejó unos cuantos amigos. Uno de los que conserva hasta hoy es Diego Polenta que, aunque lo estima, también lo cuestiona por atenderle poco el teléfono. “Es imposible comunicarse con él. Yo soy el padrino de una de sus hijas. Le escribo y me responde a la semana o no me responde”, bromea.

La faceta como representante

Después de haberle dicho adiós al fútbol, estudió el camino de la representación de los jugadores y lo vio con buenos ojos. Así es que trabaja en un nuevo proyecto de agencia al que bautizó Allianz Soccer, junto a dos de sus amigos más cercanos, y que ya tiene entre sus filas a nueve jugadores.

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