La espera se le hizo larga, pero un día llegó a su fin. Casi ocho meses después de haberse roto los ligamentos cruzados en el Tróccoli, el 5 de marzo pasado, Renzo Sánchez está de vuelta y trabajando a la par del primer equipo, con la particularidad de que en medio de su lesión Nacional cambió dos veces de director técnico (se fue Ricardo Zielinski, firmó Álvaro Gutiérrez y después Álvaro Recoba).
Todavía tiene la duda de si su rotura se originó por el “mal estado” que le vio a la cancha aquel día o si fue producto de un mal movimiento de su cuerpo. En retrospectiva, solo le queda tomarlo como una “lección”, recordar el apoyo que le dio su amigo Rodrigo Chagas en aquella dura noche que lo visitó en el hospital y mirar hacia el 2024, dicen desde su entorno.
El proceso interno
Sánchez se perdió el Mundial Sub 20 y lo siguió como espectador, algunas veces desde la tribuna y otras por televisión. Estuvo acompañando a la delegación uruguaya, pero, por orden de FIFA, no tuvo más remedio que quedarse en otro hotel.
Siguió a disposición de Nacional y recién a fines de agosto, después de un tiempo prolongado de reposo, trabajos en el gimnasio y algunos tímidos trotes que comenzaron en mayo, volvió a pisar el verde y a correr, ahora sí, sobre una cancha de fútbol.
De a poco, fue recuperando la fuerza perdida en los músculos -en especial de su pierna derecha afectada- y más temprano que tarde ya estaba acompañando el ejercicio con pequeños toques de pelota. Hoy, está 100% recuperado, según informaron fuentes tricolores a Ovación.
Durante el proceso de recuperación, el juvenil de 18 años oriundo de Rocha se mantuvo al cuidado de la sanidad tricolor, que le dedicó atención cada día.
El trabajo de Nacional
Para estos casos, según explicó el psicólogo del club Damián Benchoam, los especialistas están al pendiente de varias etapas: 1) la cólera, que es cuando el jugador comprende lo que le sucedió y comienza a sentirse frustrado o enojado; 2) la negociación, que lo desafía a hacer frente a esa nueva realidad; 3) la depresión, que se puede desprender por el bajón anímico del largo tiempo de baja y 4) la aceptación, que le supone fijar objetivos a corto plazo para iniciar la rehabilitación sin sobresaltos.
"La etapa que más me preocupa es la depresión, que puede pasar o no, pero siempre tenemos que estar muy atentos para que no ocurra. Es importante que el deportista entienda que son etapas que van a pasar y que las tenemos que hacer lo más breve posible para que les bajen los niveles de ansiedad, lo vean como un proceso normal, lo acepten y puedan salir", señaló Benchoam.
En esa misma línea, completó parte de los lineamientos que sigue: "Hay que acompañarlos y darles las herramientas para que las etapas más difíciles se acorten y ellos (por los jugadores) las vivan de una manera más natural, sintiéndose útiles, sabiendo que en algún momento van a pasar. De esa forma la meta se ve de forma paulatina y no solo en la recuperación, que es a largo plazo"