La vida de Waldemar Victorino: cargó cajones en el Mercado Modelo y no quiso ir a Peñarol por amor a Nacional

Su mejor año como futbolista fue 1980: campeón uruguayo, de América y del mundo con Nacional y de la Copa de Oro con Uruguay.

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Waldemar Victorino, gloria de Nacional.
Waldemar Victorino, gloria de Nacional.
Foto: archivo El País.

Redacción El País
Waldemar Victorino (71 años) falleció este martes según pudo confirmar Ovación con fuentes cercanas al exjugador y este hecho provocó consternación el mundo del fútbol, donde se había ganado un lugar de gran destaque como un goleador decisivo para la conquista de varios títulos.

El exfubtolista fue internado en grave estado luego de haber intentado quitarse la vida y en la tarde del martes se dio a conocer el fallecimiento de una de las grandes glorias de Nacional.

En pocos meses, entre agosto de 1980 y febrero de 1981, Victorino definió a favor de Nacional la Copa Libertadores de 1980 con un cabezazo frente al Inter de Porto Alegre, la Copa de Oro para Uruguay con otro cabezazo ante Brasil y la Copa Intercontinental contra Nottingham Forest de Inglaterra en Japón con un remate corto. Fue la hora de mayor gloria de un delantero centro con variedad de recursos: veloz, despierto, oportuno, de excelente juego aéreo pese a no ser especialmente alto y preciso remate con pie derecho o izquierdo.

Nacido en Montevideo el 8 de mayo de 1952, defendió en su extensa carrera a Cerro, Progreso, River Plate y Nacional en Uruguay; Cagliari de Italia, Newell’s Old Boys y Colón de Santa Fe de Argentina, Deportivo Cali de Colombia, Liga Deportiva de Portoviejo, Ecuador; Sport Marítimo de Venezuela y Sport Boys y Defensor Lima de Perú, donde se retiró campeón con 38 años.

Jugó por la selección uruguaya entre 1976 y 1981, con un total de 32 encuentros y 15 goles. Fue goleador de la Copa de Oro, con tres tantos en los tres partidos jugados: un cabezazo de “palomita” a Holanda, una definición precisa tras parar la pelota con el pecho ante Italia y una aparición sorpresiva para cabecear al gol en la final con Brasil.

Waldemar Victorino con la selección uruguaya.
Waldemar Victorino con la selección uruguaya.
Foto: archivo El País.

“Empecé en el fútbol a los 22 años. Llegué a jugar en la quinta de Cerro, pero dejé porque me atraían más los campeonatos de barrio, que eran de novela y me encantaban. Yo defendía a La Boyada, porque vivía en Santín Carlos Rossi y La Boyada. Un amigo, Juan Pedro, que jugaba muy bien, fue a Progreso y habló de mí. Me avisó que me estaban esperando. Y fui... Trabajaba en el Mercado Modelo, cargando camiones, y entonces pedí ganar lo mismo en el club. Fui directo a la primera, cuando Progreso estaba en la B. El técnico era William Martínez. Había un centrodelantero, más alto que yo, pero un día faltó. Jugaba de volante y me animé a ir de 9. Así empecé"”, recordó una vez a Ovación.

Se hizo conocido como goleador en River y en alguna oportunidad pudo haber pasado a Peñarol, pero rechazó la posibilidad por su amor a los colores de Nacional. Por fin se le dio la oportunidad en 1979. Debutó ante River argentino en el estadio Monumental, hizo un gol y empataron 1-1. Ese año fue goleador del Campeonato Uruguayo, con 19 conquistas. Defendió la camiseta tricolor en 113 encuentros, marcando 58 tantos, entre ellos cuatro en clásicos. “Los goles que más recuerdo son todos los que le hice a Peñarol. Los que marqué en partidos internacionales fueron muy buenos e importantes, igual que aquellos que hice con la Selección, pero para mí que soy tan hincha de Nacional no hubo satisfacción más grande que anotar en los clásicos. La alegría que sentía por anotar en un estadio lleno ante Peñarol era inmensa”, declaró otra vez.

Waldermar Victorino defendiendo a Nacional.
Waldermar Victorino defendiendo a Nacional.
Foto: archivo El País.

Como está dicho, su mejor año fue 1980: campeón uruguayo, de América y del mundo con Nacional, de la Copa de Oro con Uruguay. Fue elegido el mejor jugador del partido en Tokio tras su gol al Nottingham y recibió el automóvil Toyota al mejor jugador del partido, una tradición que nació con él. “Los jugadores teníamos un compromiso enorme entre todos. No nos permitíamos perder y estábamos liderados por un gran capitán, el mejor que tuve, Víctor Espárrago. Juan Martín Mugica impuso un estilo y los jugadores nos identificamos con él”, recordaba.

Tras su retiro se desempeñó brevemente como entrenador en Racing y en las inferiores de Nacional, donde trabajó con el grupo que luego fue campeón de la Copa Libertadores Sub 20.

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