Por Diego Domínguez
Los ciclos de los directores técnicos argentinos que pasaron por Nacionalen los últimos 10 años entrega, en todos los casos, un mismo diagnóstico: pecan de inexperientes y terminan fracasando.
Le pasó a Rodolfo Arruabarrena, que fue contratado en abril de 2013 y se terminó yendo en diciembre sin salir campeón uruguayo. También a Eduardo Domínguez, en 2019, cuando llegó como un disruptor para encargarse de un plantel plagado de nuevas contrataciones y se despidió dos meses más tarde. Y ahora a Ricardo Zielinski, quien se subió al barco con el propósito de hacer crecer al club en el ámbito internacional y fue cesado sin llegar a debutar por Copa Libertadores.
En los tres casos, salvando la distancia en años, los entrenadores se chocaron de frente contra una realidad que evidenció su clara falta de conocimiento por un fútbol que no conoce de paciencia dentro de los cuadros grandes.
Arruabarrena lo pagó a fin de año cuando finalizó tercero en el Torneo Apertura 2013 y anunció su despedida del club ocho meses después de haber sido contratado, sin levantar ningún título. La dirigencia del momento apostó por él para suceder a Gustavo "Chavo" Díaz, quien había sido elegido anteriormente para reemplazar el exitoso ciclo de Marcelo Gallardo, el último DT argentino en salir campeón uruguayo.
El Vasco cerró su etapa de 270 días con un balance de 30 partidos —entre oficiales y amistosos— con 18 victorias, dos empates y 10 derrotas (62% de efectividad).
El de Eduardo Domínguez, pese a haber sido por un menor margen de tiempo, es otro caso sumamente recordado por los hinchas tricolores que siguieron al equipo en el amanecer de la temporada 2019.
El nombre del argentino fue el elegido para suceder el ciclo de Alexander Medina, quien había cerrado el 2018 con un equipo que jugó competencias internacionales desde febrero a octubre, pero no pudo ganarle a Peñarol en todo el año ni quedarse con el Campeonato Uruguayo.
Si bien en lo internacional respondió, porque consiguió seis puntos de seis posibles en la Copa Libertadores, un flojo arranque en el Apertura de ese año provocó que todo lo trabajado por Domínguez se cayera por la borda en la quinta fecha del Torneo Apertura.
En ese entonces, Nacional había cosechado cinco puntos, además de haberle arrebatado el título de la Supercopa a Peñarol a fines de enero. Por eso, al cabo de dos meses y después de haber dirigido 12 partidos al equipo, fue destituido con una efectividad de 38,8%.
A Ricardo Zielinski, que asumió en el club en lugar de Pablo Repetto, le dieron mayor margen que a su compatriota, pese a no haber tenido la oportunidad de dirigir al club en torneos internacionales.
A diferencia de Domínguez, que estuvo 75 días en el cargo, el Ruso permaneció 107 días en la dirección técnica (considerando que fue anunciado en diciembre). Sumó más puntos en el Apertura (12 de 21 posibles), pero perdió el título de la Supercopa a manos de Liverpool. Terminó con un 50% de los puntos ganados contando todo el ciclo.
El oasis de Gallardo
La única excepción a la regla en los últimos tiempos fue el entrenador Marcelo Gallardo, bicampeón de la Copa Libertadores con River Plate.
En su primera experiencia, luego de haber triunfado como jugador en Nacional, el Muñeco se animó a calzarse el traje de DT y tomó las riendas del equipo tiempo después de haber anunciado su retiro del fútbol.
Estuvo a la altura del desafío: registró un 64,7% de efectividad y se despidió levantando la copa del Campeonato Uruguayo 2011/12.
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