A Alejandro Lembo no le hace falta estar vinculado a un cargo para sentirse cerca del fútbol. Todo lo contrario. Lo vive, siente y analiza desde el sillón de su casa, pero casi al mismo nivel de su época como jugador, ayudante o gerente deportivo.

Mimetizado con el presente de Nacional, pese a que hace seis meses quedó apartado del club a raíz de la destitución de Ricardo Zielinski, sigue con la camiseta puesta, como si todavía navegara por ese mundo, y se anima a poner todas sus fichas en Álvaro Gutiérrez.

Por momentos dice (y no dice). Por momentos machaca. Por momentos se calla y guarda. Por momentos da muestras de querer estar lejos de la “polémica”, pidiendo, incluso, un título que apacigüe sus dichos. Pero, por otros, vuelve a ser capitán. A tener esa voz de mando. “No sé si podría haber jugado en esta época. No podría jugar como jugábamos antes. Había muchísimo que hoy no se podría hacer. Los córners eran guerras adentro del área; ahora cualquier agarroncito es penal. No me gusta porque le saca un poco de pasión, pero quizás sí lo hace más justo al fútbol. Aún así, muchas veces discrepamos sobre una jugada que la vemos 100 veces”.

Su última experiencia en el tricolor es muy fresca. Y pese a que no tuvo un final feliz, le dio para rescatar un abanico de cosas positivas como ayudante técnico. Lembo observó, escuchó y en un papel de acompañante, mucho más secundario y menos protagónico que el de otros tiempos, aprendió. Lo tormentoso, eso sí, fue que la llama del técnico argentino designado con la excusa de dar el salto internacional se apagó antes de que tan siquiera se encendiera. “La salida temprana fue por un poco de todo. No se dieron los resultados, que son vitales en el fútbol, y tampoco se mostró una evolución en el juego. Ricardo tiene una forma de ser más parca e introvertida, no le gusta la prensa, y le jugó en contra para acelerar la decisión de destituirlo. Llegó un momento en el que se le daba palo por todo, y está pasando con Bielsa en la selección. Ellos son personas que ven el fútbol de otra manera, que tratan de salir de lo mediático, y eso a la gente que tiene que informar no le gusta”.

Foto: Gianni Schiaffarino.

Todos estos ejemplos, a su entender, dicen mucho más de los periodistas y los dirigentes que de los entrenadores y su trabajo. Dan a entender, entre líneas, que en Uruguay los análisis deportivos son “bastante pobres” y subyacen a la polémica. Le da, en parte, la razón a Marcelo Bielsa cuando salta con su discurso agrio sobre los medios de comunicación y su injerencia.

Y va más allá.

Porque si bien está en las antípodas del entrenador argentino sobre la ausencia de Luis Suárez en la convocatoria de la selección, vuelve a alinearse a su línea discursiva cuando lo escucha dar las explicaciones del caso. “En Uruguay estamos acostumbrados a hablar muy poco de fútbol; se hablan de cosas secundarias. Pienso que un periodista deportivo tiene que hablar de la cancha, del juego, de las virtudes del equipo. Criticar si Bielsa va a la cancha, si ve o no videos, si se toma un bondi o anda en un Ferrari es para la prensa rosa, no deportiva. Yo no coincido, por ejemplo, con el caso de Luis; pienso que debería estar. Pero que se discuta eso sí es discutir de fútbol. Ya antes matarlo me parece que es demasiado”.

Foto: Gianni Schiaffarino.

La lectura que hace hoy Lembo, con 45 años, como exfutbolista e ídolo de Nacional, es prácticamente idéntica con Diego Alonso, a quien a su manera de ver lo “destrataron” y empujaron por la puerta de atrás de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) al cesarlo.

Para justificar su visión, de pique asegura que hay “mucho” que sabe y no dice y de apuro larga que “el manejo dirigencial no fue justo”.

Así lo narra a Ovación: “El entrenador no tiene que explicar nada; tiene que dirigir y tratar de corregir. Aparte, no es el estilo de Diego salir a hablar, pero fue muy criticado por el tema Godín. Diego Godín no se merecía ser criticado así antes del Mundial. Fue el último gran capitán que tuvo la selección. Podés ir a los números. Hoy en día se sabe todo; ya no es el ojómetro y lo que me parece. Los jugadores tienen GPS, se sabe lo que corren, cuál es la respiración, la recuperación, si están cerca de una lesión, sus valores nutricionales... El técnico vive con eso”.

Hay un paralelismo que también une a la conversación a Óscar Washington Tabarez, otro de los que desde su lugar “dejó un legado”: “Estábamos muy lejos de conseguir cosas cuando llegó el maestro. En estos 15 años no solo fuimos a todos los mundiales, sino que competimos. Llegamos a pensar que podíamos ser candidatos. Eso es una evolución. Nunca hay que olvidarse de dónde se viene. A mis hijos muchas veces los traigo a tierra con eso. El maestro profesionalizó tremendamente a la selección junto al grupo de jugadores que tuvo. Eso es un gran legado porque Diego (Alonso) me lo ha contado. El grupo de los más grandes es altamente profesional y todo eso es muy valorable”.

Archivo El Pais

Desde esa voz de capitán, a Lembo le siguen lloviendo recuerdos que pintan la época gloriosa que tuvo en Nacional desde el terreno deportivo, pese que en los cimientos, a nivel de infraestructura, veía un club muy diferente al de los tiempos que corren. “La evolución que hubo en los últimos 10 años en el fútbol uruguayo fue muy grande. Ahora vas a Los Céspedes y tiene 10 canchas, un gimnasio de nivel europeo; nosotros teníamos dos canchas que estaban más o menos y no jugábamos ni en el Parque. Siendo tricampeones uruguayos, nos llegaron a deber seis meses de sueldo. Había que lidiar con los dirigentes por gente que no tenía para comer y otra a la que se le estaba complicando. Hacíamos colectas para los juveniles, para la gente que trabajaba en el club... Era duro”.

Sobre el presente, que tiene por el momento al fútbol uruguayo parado, se limita a decir que confía en Gutiérrez y que, a diferencia de lo que marca el presidente de Peñarol Ignacio Ruglio, no ve que ninguno de los grandes haya sido perjudicado en el campeonato. “Hoy nos quejamos porque con tantas armas algunos piensan que no va a haber más errores, pero seguro son muchos menos que antes”.

Darwin Borrelli

“El Guti da una inyección anímica y libera la presión de los jugadores. La primera vez que asumió en Nacional yo era el gerente deportivo y lo viví muy de adentro. Es un tipo que elige muy bien. Tiene otras virtudes; no es solo el Guti motivador. Es un muy buen entrenador, que esta vez no le encontró la vuelta todavía. No porque no los motivó lo suficiente, sino porque todavía no logró que estos jugadores funcionen como a él le gusta. No es ni un extremo ni el otro: no es que a todos los equipos que agarre les va a ir así ni tampoco es que perdió la magia ahora. Ya demostró y el presente no cambia en nada lo bueno que es como DT”.