Libertadores: Nacional dejó la llave abierta contra São Paulo, limitó a los brasileños, pero le faltó el gol

Los tricolores contaron con algunas situaciones de gol que no lograron concretar en un partido donde Christian Oliva se transformó en el jugador más destacado.

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Diego Polenta en la marca de Rodrigo Nestor en el partido entre Nacional y São Paulo por Copa Libertadores.
Diego Polenta en la marca de Rodrigo Nestor en el partido entre Nacional y São Paulo por Copa Libertadores.
Foto: Estefanía Leal.

Corrían 72 minutos cuando Martín Lasarte hablaba con sus asistentes Mauricio Victorino y Esteban Conde. Estuvieron hablando durante varios momentos los tres, hasta que por fin se decidieron y metieron tres variantes al mismo tiempo, ingresando tres de las cuatro incorporaciones: el Diente López, Diego Herazo y el Ojito Rodríguez. Mientras tanto, en la cancha, Nacional pasaba por su peor momento en el partido. Con Diego Zabala y Ruben Bentancourt extenuados, y una mitad de la cancha que quedaba muy sola en la recuperación de pelotas, São Paulo se había adueñado de la posesión y buscaba inquietar por primera vez en la noche a Luis Mejía.

Con los cambios, Nacional pasó a un 4-2-3-1, con un doble cinco -algo poco habitual para Martín Lasarte en este época-, con el Ojito de extremo por derecha, Jeremía Recoba a la izquierda y el Diente jugando unos metros más atrás que el centrodelantero colombiano. Nacional hizo el último esfuerzo en los minutos finales por llegar a ese gol que tanto añoró. Un cabezazo de Coates después de una salida rápida de tiro libre, una mala definición de Zabala tras una peinada de Lucas Sanabria y una definición a las apuradas de Gabriel Báez fue lo más claro de un complemento donde el Bolso perdió en gran medida el impulso que traía del primer período.

Es que Nacional jugó el primer tiempo sabiendo sus limitaciones, conociendo el oponente que tenía enfrente y siendo consciente que no podía presionar en toda la cancha, sino en determinados lugares y momentos. Fue así que, con una acertada estrategia de Lasarte, eligió los lugares donde poner primera y complicar a los rivales.

Con un Christian Oliva como estandarte en la mitad de la cancha -muy bien en la marca y en decidir cuándo presionar-, Nacional se abocó en los primeros minutos a pararse en campo rival y fue así que logró tener alguna aproximación, aunque sin exigir al arquero adversario, Rafael. Una jugada individual de Zabala a los 4’, que terminó con un pase a Bentancourt y posterior centro al medio, sumaLibertadores: Nacional dejó la llave abierta contra São Paulo, limitó a los brasileños, pero le faltó el gol
do a una recuperación de Oliva y un remate de pierna derecha que pasó apenas afuera, fueron las dos situaciones más claras del tricolor.

Ruben Bentancourt en el partido entre Nacional y São Paulo por la Copa Libertadores.
Ruben Bentancourt en el partido entre Nacional y São Paulo por la Copa Libertadores.
Foto: Estefanía Leal.

En un primer tiempo parejo, Nacional lo manejó bien y limitó a que Sao Paulo solamente manejara la pelota en sectores de la cancha donde no incomodaba a la defensa. Cuando logró sortear el mediocampo albo, apareció Sebastián Coates, que ganó sin problemas un par de duelos, contra Jonathan Calleri y frente a Ferreira. Lo que le faltó a Nacional fue mayor compañía para Bentancourt, que pivoteó bien y jugó con precisión de espaldas al arco, pero sin contar con chances para anotar. Los brasileños tuvieron una posesión del balón intrascendente. Destacar también los buenos minutos de Gabriel Báez controlando a Lucas Moura y jugando cerca de Zabala.

Un defecto: durante gran parte del juego Nacional desaprovechó la pelota quieta, con centros de Alexis Castro y de Zabala que no fueron precisos. Mejoró en algo que los ingresos de Nicolás Rodríguez y Mauricio Pereyra.

“En el marco de un partido parejo, creo que merecimos un poquito más que ellos, pero no hay que olvidar que es un partido al que todavía le falta el segundo tiempo” reconoció Lasarte en un análisis acertado de lo que fue el trámite. La llave está abierta pese a que jugar en Morumbí mete miedo.

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