La imagen de un padre besando en la mejilla a su hija. La camiseta de Anthony Aires aterrizando en las manos de una hincha. El periodista Daniel Banchero tirado en el suelo por el fervor de los jóvenes. El grito de “soy del Negro, del Negro soy yo” de fondo. Todo eso empujó ayer al pacman Liverpool, ese mismo que barrió contra todo pronóstico y se comió a cualquier predicción previa que anunciara, un par de fechas antes, a Peñarol como campeón de la Tabla Anual aún cuando ya le había recortado una ventaja de 11 puntos que le llegó a sacar al final del Apertura.

Con la lluvia como protagonista, que azotaba la tierra de la entrada al Estadio Belvedere, Juan Izquierdo le insistía a Christian Ferreyra: “Lo pisó, lo pisó”. El grito era para reclamar penal mientras el árbitro, dubitativo, miraba la jugada en la que Marcelo Meli se dejó caer y fingió un contacto con Horacio Salaberry.

Poco le importó a Thiago Vecino, que lo cambió por gol cuando todavía algunos hinchas se estaban ubicando en la tribuna. Desde el momento en que ese puñado de fanáticos se sentó, el primer tiempo se fue como una ráfaga. Liverpool tuvo chances de estirar la diferencia y River, poco a poco, mejoró, pero se topó con la muralla de Sebastián Lentinelly.

El DT Ignacio Ithurralde movió el banco y el ingreso de Pablo García despertó la reacción de algunos que lo tildaban de “mercenario” e ironizaban con el desenlace de su carrera. Mientras tanto en la cancha, en el mejor momento de River, Liverpool encontró el 2-0 en otro penal -que sí fue- tras una buena jugada de Matías Ocampo.

Al final, Faustino Barone le hizo justicia al desenlace con el descuento, pero no impidió que Liverpool gane la Anual y quede a un partido de ser campeón uruguayo.