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El delantero de Manchester City es noticia por sus excentricidades mientras disfruta de sus vacaciones en Estados Unidos.
El delantero Jack Grealish costó 118 millones de euros y significó la contratación más cara en la historia de la Premier League, hace menos de un año. El protagonista de tamaña operación, era un rubio de medias bajas y gambeta elegante, que sedujo a todos con sus actuaciones en Aston Villa.
Ni lerdos ni perezosos, los dueños de Manchester City posaron sus ojos en él y se lo ofrecieron a Pep Guardiola, que rápidamente dio su visto bueno. Grealish se hizo Ciudadano a cambio de una millonada y así uno de los equipos sensación del torneo inglés sumaba a la figurita de moda para su anhelado proyecto de conquistar la Champions League.
Pasaron nueve meses y la máxima cita europea le causó otra frustración a Guardiola, que debió contentarse con levantar un nuevo trofeo doméstico.
Pero en ese lapso, Grealish no pudo afianzarse como pieza clave del equipo. Es más, apenas pudo sostenerse como actor de recambio en cada partido. Intervino en 39 encuentros, aunque solo en 19 lo hizo desde el arranque, y aportó seis goles y tres asistencias, entre Premier League y copas locales e internacionales. Muy poco para el jugador más caro de la historia del fútbol inglés.
A la par de su desempeño en los campos de juego, Grealish también fue cimentando su fama de hombre adepto a cuestiones extrafutbolíticas a partir de su imagen. Hace unos meses, firmó un contrato -se habla de siete cifras- con Gucci para ser embajador de la prestigiosa marca de moda.
Sin embargo, también es reconocido por su falta de disciplina y algunos escandaletes. Como el que protagonizó en febrero último, cuando se le impidió ingresar en el pub Albert’s Schloss, donde asistía a una fiesta con sus compañeros de equipo, por estar aparentemente borracho.
“Estoy muy molesto porque no me invitaron y no me gusta. La próxima vez, con suerte, me invitarán. El video no mostró exactamente lo que pasó. Cenaron juntos, sobrios, disfrutando con sus compañeros y parte del personal del equipo. Los jugadores saben que se arriesgan al salir porque hoy hay redes sociales, pero todos estuvieron perfectos. Les multaré porque no me invitaron”, bromeó Guardiola cuando lo consultaron por el incidente.
Finalizada la temporada con Manchester City y también liberado de las convocatorias del seleccionado inglés, que dirige Gareth Southgate, Grealish emprendió sus vacaciones en destinos bien agitados. Primero fue a Ibiza y luego puso rumbo a Las Vegas. Allí, en la Ciudad del Pecado, se lo vio al astro inglés a altas horas de la madrugada, saliendo de un bar en compañía de una mujer que no era Sasha Attwood, su pareja para subir a un ómnibus de fiesta alquilado para la ocasión. Cuentan los testigos que fue una noche alocada en la que se gastó unos 90 mil euros, luego de haber consumido junto con sus acompañantes nada menos que 116 botellas de champán.
Según el diario inglés The Sun, Grealish y un grupo de amigos también disfrutaron de manera bulliciosa de una jornada de piscina y bebidas durante el día. Uno de las divertimentos y extravagancias consistió en acostarse sobre el borde para recibir chorros de un exclusivo vino rosado que, dicen, costaba unos 3.700 dólares. En una de estas juergas en el agua apareció en escena uno de los grandes rivales de Grealish: el lateral izquierdo del Liverpool Andy Robertson.
En marzo de 2020, cuando todavía jugaba en Aston Villa, protagonizó un bochornoso incidente cuando, en medio de las restricciones de la cuarentena por la pandemia, chocó con su vehículo contra dos autos estacionados mientras iba a visitar a un amigo. Las autoridades del club se expidieron, desilusionadas, al respecto: “Estamos profundamente decepcionados porque uno de nuestros jugadores ignoró los consejos del Gobierno. Será multado y todo lo que se recaude será donado”. Cuando se investigó el hecho, se supo que Grealish estaba conduciendo en pantuflas.
Después del incidente, el futbolista de 24 años se disculpó por la polémica a través de un mensaje en sus redes sociales: “Estoy profundamente avergonzado de lo sucedido. Sé que es un momento difícil para todos estar encerrados durante tanto tiempo. Recibí una llamada de un amigo para que fuera con él y accedí estúpidamente. No quiero que nadie cometa el mismo error que yo. Espero que todos acepten mis disculpas y que en un futuro cercano podamos disfrutar nuevamente juntos”.