Amaneció helado en Uruguay y en la vecina orilla. Esas gélidas temperaturas no iban a tono con la sangre caliente que despertaba en la hinchada la posibilidad de que la Celeste conquistara el primer título en un Mundial Sub 20.
Se nos dio. Un cabezazo de Luciano Rodríguez en el minuto 85 ante Italia lo hizo posible. Y el tan coreado ‘volveremos a ser campeones como la primera vez’ finalmente dejó de ser una simple expresión de deseo para los uruguayos. Los pibes dirigidos por Marcelo Brolinos hicieron abrazar la gloria, y levantar la copa del mundo dejó de ser algo utópico para la Celeste.
Se sufrió, como de costumbre, y apenas el juez pitó el final del partido en el Estadio Único Diego Armando Maradona, en la ciudad de La Plata, la gente se abrigó bien para soportar los cuatro grados de sensación térmica que marcaba el termómetro y salió a la calle a festejar el triunfo.
Los bocinazos y fuegos artificiales fueron la banda sonora durante horas. El pueblo uruguayo se acercó a 18 de Julio para teñir de celeste la avenida principal de Montevideo. Llegaron con bombos, bengalas, fuegos artificiales, humo blanco y celeste, y unas ganas tremendas de celebrar.
No pararon de saltar, de abrazarse, gritar, aplaudir, brindar con lo que tuvieran a mano, y corear -hasta quedar sin voz- los múltiples cánticos que incluye nuestro repertorio futbolero. Y filmaron para poder revivir este mágico e inolvidable recuerdo cuando gusten.
Banderas celestes de todos los tamaños, y hasta una con la inscripción Libertad o Muerte, se alzaron en la calle para homenajear a estos muchachos que con su hazaña marcaron historia al ser la primera selección Sub 20 en ganar un Mundial, y le regalaron a la gente una alegría inmensa.
No faltó el que salió a festejar con su mascota y alguno hasta lo vistió a tono colocándole una bandera de Uruguay en la espalda; el que se llevó una réplica de la copa del mundo para poder besar entre la multitud; el que pidió que el lunes fuera decretado feriado; o los que se subieron al techo de la parada del ómnibus para cantar desaforados y de manga corta, ‘Uruguay para todo el mundo’,: algunas postales pintorescas de una noche marcada por la efervescencia que produce la fantástica sensación de ser campeón del mundo.
No pararon de pedir un minuto de silencio para Italia que está muerto, de mandar a ‘a llorar al cuartito’, de corear el clásico ‘soy Celeste’, de gritar con fuerza ‘dale campeón’, ‘vamos, vamos los pibes’ y ‘olé, olé, olé cada día te quiero más’ o de pedir que salten porque el que no lo hace no es Uruguay.
La avenida principal se llenó de niños que se abrazaron a sus padres mientras cantaban y gritaban emocionados, niños ahora tienen a los pibes de la Sub 20como ídolos máximos porque les dieron cátedra de ilusión; niños que dentro de algunos años podrán contarle a sus hijos o a sus nietos que tuvieron la dicha de ver a a Uruguay campeón del mundo, que no pasa todos los años.