En no más de 15 minutos, Martín Lasarte y Nicolás López se pusieron al día el sábado, horas antes de que el plantel quedara concentrado y Nacional y Peñarol se enfrentaran en un nuevo clásico en el Gran Parque Central.
Tuvieron una conversación muy amena, que el entrenador definió públicamente como “preciosa”, y terminó siendo una inyección anímica para ambos.
Hubo intercambio de conceptos sobre sus antecedentes clásicos y la mejor forma de cómo sacarle provecho al juego sin entorpecer el estado físico del delantero, quien todavía no se encuentra al 100% en su condición.
Esa noche, el presidente Alejandro Balbi acompañó al plantel en la cena en Los Céspedes, donde cada uno se fue a dormir a su habitación, y al otro día la estrategia se vio reflejada en la cancha.
La ubicación del Diente fue un gol al ángulo en la pizarra del entrenador, que pretendía no desgastarlo y le empezó ganando la pulseada a su colega Diego Aguirre con la sorpresa de Jeremía Recoba en el 11 titular, volcado a la izquierda. Primer acierto.
La pauta estuvo basada en el peso que tuvo en el clásico del Intermedio Christian Oliva, el soldado más fiel a la recuperación, que volvió a ser acompañado por Alexis Castro y Lucas Sanabria, quienes fueron ratificados.
Así, Nacional logró imponer condiciones en el primer tiempo y mantuvo a Nico López suelto, sin tanta responsabilidad de marca, y generando (2) oportunidades de gol claras, como pretendía Lasarte. Segundo acierto.
Lo otro destacable en una semana que le resultó redonda fue su pronóstico con Mereles, que llegó a tiempo para entrar en los minutos finales del partido y volvió a recibir un voto de confianza. El jueves, el entrenador había anticipado públicamente que no lo descartaba -“cuenta con posibilidad de estar”- y en esa misma línea había cerrado Ovación su edición del día anterior, informando que por primera vez, después de haberse limitado a hacer bicicleta y a trabajar el tren superior en el gimnasio, iba a probar trotar.
La recuperación del chico dejó afuera de la convocatoria al juvenil Guillermo López y empalmada a esa decisión estuvo la profecía del profe Tulbovitz sobre Federico Santander (entró e hizo el gol del 2-1, a pesar de que el Gran Parque Central reclamaba que no entrara) para quedar en el banco de suplentes por encima de Diego Herazo. Tercer acierto.
La alternativa de Mauricio Pereyra -ya recuperado de su desgarro, jugó los últimos 25 minutos- fue la otra carta guardada que el cuerpo técnico dejó de la final clásica del Intermedio. Y la formula se repitió: entró pasados los 61 minutos y aportó la asistencia para el gol de Gonzalo Petit, como el domingo lo hizo con Santander. Como en el verano lo había hecho con Bentancourt. Otro acierto.
El cuarto atenuante clave en un partido donde Nacional se jugaba mucho más que tres puntos fue el ida y vuelta con la gente, que en este caso entremezcló el disfrute de la fiesta con conductas sancionables desde la tribuna. Lasarte vio que le estaban trastocando el plan y, desesperado, saltó pedirle calma a los hinchas que estaban descontrolados en la Abdón Porte. No hacía falta leerle los labios; con sus gestos ya era suficiente para descifrar lo que les estaba pidiendo.
Y lo hizo por una razón, que también referenció en su conferencia de prensa: “Hace casi 19 años atrás íbamos ganando 1-0 en un clásico. Entró un suplente de Peñarol, se peleó con Sebastián Viera y expulsaron a nuestro arquero. Nosotros quedamos con 10 y ellos con 11. Fue una cosa increíble. Ese partido, que lo teníamos ganado prácticamente, lo empatamos. El fútbol a veces tiene un componente (adicional) en el que es muy importante (para el equipo) no responder”. Fue el quinto acierto del técnico.
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