Los abrazos que dicen mucho: de la figura de Britos a la incidencia de Bentancourt y el triunfo de Liverpool

Los negriazules vencieron a Peñarol 2-0 en Belvedere y esperan con expectativa la segunda final del sábado en el Campeón del Siglo. Jorge Bava se mostró autocrítico y mesurado.

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Sebastián Britos se saluda con sus compañeros de Liverpool tras la primera final en Belvedere.
Sebastián Britos se saluda con sus compañeros de Liverpool tras la primera final en Belvedere.
Foto: Estefanía Leal.

En cada uno de los goles el arquero suplente Sebastián Lentinelly entró a la cancha y se fue a abrazar con Sebastián Britos. Los mismos abrazos que uno por uno le dieron al guardameta titular una vez que Esteban Ostojich pitó el final del partido.

Britos, que en enero cumplirá los 36 años, recibió un abrazo más: el de Jorge Bava. El entrenador que cuando decidió colgar los guantes pensó en él, aunque en principio para estar en el banco. El arquero venía de meses turbulentos, después de ser suplente en Rocha, atajar un puñado de partidos en Central Español y quedar libre al empezar el 2021. Tras un semestre sin tener equipo llegó el llamado para sumarse al Negro de la Cuchilla.

La temporada 2023 tuvo la mala fortuna para Lentinelly, con una dura lesión que lo dejó varios meses afuera. Al mismo tiempo Britos se adueñó del arco y realizó una estupenda temporada en la que se lució en varios partidos, quizás alcanzando el mejor rendimiento de su carrera.

Voz grave, pensante a la hora de declarar e inteligente, muy inteligente. Britos fue el héroe de Liverpool ayer, en la primera final del Uruguayo, donde los negriazules ganaron con autoridad 2-0. Pudo haber sido un premio compartido con Ruben Bentancourt, por la incidencia que tuvo con su ingreso, pero lo del golero fue determinante por dos aspectos: el momento en el que realizó las atajadas y los gestos técnicos que tuvo en cada una de ellas, porque eran los clásicos “goles cantados”.

Sebastián Britos con Liverpool en la primera final por el Uruguayo ante Peñarol.
Sebastián Britos con Liverpool en la primera final por el Uruguayo ante Peñarol.
Foto: Estefanía Leal.

Peñarol fue levemente superior a Liverpool en el primer tiempo. Sin tener tanto la pelota, contó con las situaciones de gol más claras, apostando a un juego vertical y a la efectividad de sus atacantes.

Minuto 15. Arezo mete un certero cabezazo y Britos saca la pelota del ángulo. Un minuto después vuelve a intervenir, atajándole un mano a mano a Ángel González, aunque el rebote terminó en Matías Arezo, que empujó la pelota en la red. Pero el gol fue anulado por fuera de juego de Speedy.

Minuto 26. Coelho ya estaba por emprender el viaje al festejo, pero apareció una mano indescifrable del arquero local para evitar la caída de su arco. “¿Cómo hizo para sacarla?” se preguntó un fanático negriazul antes de cuestionar a la defensa, que mostraba falencias a la hora de defender esos balones.

“Mirá, prestá atención, porque acá viene el gol de Alan”, le aconsejó el presidente José Luis Palma a un hincha, compañero de columna -donde habitualmente observa los partidos el titular negriazul- antes del tiro libre de Medina. Cerca estuvo, porque la pelota dio de lleno en el horizontal.

El segundo período empezó de forma similar, aunque con el ingreso de Matías Aguirregaray (de flojísimo rendimiento) por Lucas Hernández, que no logra aguantar más de 45’. Britos le sacó un gol hecho nada más y nada menos que a Arezo, uno de los mejores definidores del campeonato. Izquierdo, que falló en esa incidencia, bajó la cabeza y se disculpó por mandar a la hoguera a su compañero.

El partido cambió con las rojas a los 65’. Cepillo González apenas estuvo 6’ en cancha y se fue a las duchas por una tontería (una agresión a Medina); el mismo camino siguió Gonzalo Nápoli por otra agresión sin sentido.

Ruben Bentancourt, uno de los goleadores de Liverpool, se abraza con Thiago Vecino tras la victoria.
Ruben Bentancourt, uno de los goleadores de Liverpool, se abraza con Thiago Vecino tras la victoria.
Foto: Estefanía Leal.

Liverpool, que ya había mostrado que estaba mejorando en el juego con el ingreso de Ruben Bentancourt para el complemento (salió Marcelo Meli, de otro bajo rendimiento) tomó las riendas del juego, evidenciando que Peñarol se conformaba con el empate en Belvedere.

Un cambio de frente de Mateo Antoni, un preciso centro de Medina, un pase soñado de Bentancourt y gol de Thiago Vecino. De ahí en adelante Liverpool quería más y más y fue por esa actitud hacia el ataque que llegó al segundo tanto con una jugada soñada de Bentancourt: pase largo de Federico Pereira, el atacante dejó “muerta” la pelota con el pecho y sacó un tiro cruzado y fuerte para sentenciar el 2-0.

Liverpool lavó la pálida imagen que había dejado en la semifinal y terminó ganando con autoridad frente a un equipo aurinegro que se fue desmoronando con las incidencias y con los cambios que hizo Diego Aguirre.

El club de La Cuchilla puso la casa en orden y plasmó -una vez más- porque fue el mejor local durante el año, venciendo por tercera vez en la temporada a Peñarol. Quedó a un paso, pero está lejos de creérsela.

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