HISTORIAS
El defensa ya no juega, pero es el papá orgulloso de una zaguera campeona con el femenino de Nacional y un delantero que arrancó en River Plate como él.
"¿Cómo estoy con la nena? ¡Se me cae la baba! ¡Una felicidad inmensa! ¡Como familia estamos muy orgullosos!”, reconoció Deivis Barone, el zaguero que este año colgó los botines. Obviamente, se refería a su hija Fátima, zaguera como él, y quien ganó el título Uruguayo femenino con Nacional.
Deivis jugó un papel preponderante en la carrera de su hija, dado que al principio a Fernanda, su esposa, no le gustaba que la nena jugara al fútbol y prefería verla con el palo de hockey en la mano.
“Siempre le gustó la pelota, desde la panza de la madre creo yo porque ya me acompañaban en mis comienzos en River”, explicó Deivis. “El primer regalo fue una pelota. Y siempre se metía a jugar conmigo. Me acompañaba a los entrenamientos y yo contento. Después en los colegios jugaba en los campeonatos de fútbol mixto”, agregó el papá cuyo orgullo aumenta porque su hija juega en su misma posición.
“¡Me vuelo loco! Zurda, zaguera por izquierda, con muy buen juego aéreo, y haciendo varios goles de cabeza. Todo parecido a mí, aunque técnicamente es mucho mejor que yo. Je. Me pone muy contento ver su evolución y lo muy dedicada que es a los entrenamientos. Ahora estamos de vacaciones en Parque del Plata y ella ya planifica sola sus entrenamientos. Algo que yo también hacía. Porque las vacaciones siempre son una pausa activa para el deportista”.
Barone jugó en Argentina, Colombia, Paraguay y Venezuela. Esa vida itinerante no fue sencilla para sus hijos, sobre todo para Fátima, que es la mayor. “La familia siempre me acompañó a todos los países donde jugué. Fátima que es la más grande, hizo la escuela por todos lados. Aprendió la historia de varios países. A veces cuando arrancaba a hacer amigos y se adaptaba a la escuela, al año, o al año y medio, ya tenía que cambiar. Fue difícil, pero nosotros le explicamos lo bueno que era hacer amistades y que le iban a quedar para el futuro. Y hasta el día de hoy tiene contacto por las redes sociales con amigos que hizo en otros países”.
Jugó en la C para completar su aprendizaje, hoy solo piensa en dirigir
Deivis colgó los botines este año en plena pandemia. La temporada pasada jugó en Tacuarembó y este año estuvo entrenando en Rivera Hinterland pero no se autorizó el ingreso de nuevos clubes a la Primera Amateur (C). Entonces lo llamó Richard Porta con quien había jugado en River para invitarlo al Canadian Keguay. “Yo había anunciado mi retiro pero terminé jugando unos cuantos partidos. Quería tener esa experiencia de la C para sumar al aprendizaje. Es totalmente diferente. Con otras vivencias porque todos los jugadores trabajan. Yo tuve la oportunidad de vivir todo en el fútbol: de ascender, de descender, de salir campeón, de jugar copas internacionales, de jugar afuera. De estar en equipos grandes, de mitad de tabla y chicos”, reflexionó.
Hoy en su cabeza está dirigir. Hizo el curso en Argentina en 2012 y ya lo revalidó. “Es lo que quiero y lo que me gusta. Como jugador soy grande y con mucha experiencia, como técnico soy muy joven y sin experiencia. Pero en algún momento hay que empezar. Lo ideal sería incorporarme a un cuerpo técnico”.
Al regresar tras la última experiencia del defensa del otro lado del charco, Fátima se probó en Nacional. Y ahí arrancó.
Tras su primer año en las juveniles del equipo tricolor, fue citada a la selección Sub 20, pero se rompió los ligamentos cruzados. Fue un momento muy duro para ella, pues tenía una gran ilusión por vestir la celeste. Pero, con el apoyo de su familia se recuperó muy bien y en su segundo año en Primera División ganó el Campeonato Uruguayo.
Una lucha
“El fútbol es una gran parte de mi vida. Desde muy chiquita que sigo los pasos de mi papá”, dijo la zaguera campeona con Nacional.
“Al principio tuve un pequeño inconveniente con mi mamá. Yo jugaba al hockey antes y ella quería que yo siguiera con eso. Cuando vivíamos en Argentina y en Paraguay y me invitaban a jugar los campeonatos con los varones era una lucha constante con mamá. Por suerte, cuando volvimos a Uruguay pude cumplir el sueño de jugar en Nacional. Y ahora mi madre me sigue a todos lados”, relató la joven de 21 años.
Sus inicios participando en los torneos masculinos no fueron fáciles para Fátima. “Por un lado no les gustaba mucho que una niña jugara con ellos, pero otras veces me querían en su equipo. Por el apellido Barone sobre todo”, contó quien cuando llegó a Nacional no sabía cual era su puesto.
“No tenia ni idea de las posiciones, no sabía de qué jugar. En el hockey era delantera o jugaba en el medio. Cuando me pasé para el fútbol me preguntaron de qué jugaba y no sabía qué decir. Entonces contesté. ‘como papá, zaguera’. Ahora que agarré el ritmo es lo que más me gusta. A veces juego de lateral, pero atrás es mi lugar. En los centros y en los tiros libres se me da de cabecear y hacer algún que otro gol”, explicó Fátima, quien está terminando el bachillerato de Deportes en la UTU y luego piensa seguir Educación Física.
Jugar una copa internacional con Nacional, lo que hará en septiembre próximo, era uno de sus sueños. “También irme a jugar al exterior, donde el fútbol femenino es profesional. En Nacional tenemos contratos pero muchas compañeras siguen trabajando, porque no somos profesionales del todo”.
Faustino
Fátima no es la única jugadora de la familia. Faustino, su hermano menor de 14 años, juega en las formativas de River Plate siguiendo los pasos de Deivis que arrancó en el club darsenero cuando se vino de San Ramón. “Quería que lo probaran. El técnico Aníbal Saralegui, fue el que lo observó y le dijo que era 9. Le preguntó si alguna vez había jugado de 9 y Faustino le dijo que no pero que se animaba a hacerlo. Había hecho el baby en Huracán de San Ramón jugando de volante o zaguero. Y en su mejor año, en la Séptima, ya hizo cinco goles”, relató Deivis. “Yo quería que fuera a River, donde di mis primeros pasos, porque ahí aprendí todo” añadió y bromeó diciendo que Faustino, que es delantero, es el que los va a salvar.
Deivis no puede quejarse: sus dos hijos siguieron sus pasos. Fátima ya fue campeona con Nacional, como él cuando defendía a los tricolores en la temporada 2007-08, y ganó una Liguilla. Y Faustino defiende los mismos colores de sus inicios.
Hizo un curso de análisis de videos para ayudarlos
Deivis Barone está muy pendiente de la carrera de sus hijos. Antes de la pandemia no se perdía un partido, ahora tuvo que conformarse con ver a Fátima levantar la copa uruguaya por televisión y de ver de lejos a Faustino cuando la Séptima de River juega en una cancha abierta.
Cuando aún se podían ver los partidos los grababa con el celular y hasta hizo un curso de video análisis para editarlos y mostrarles sus virtudes y sus errores. ”Siempre los corrijo en una buena. Mis críticas son constructivas”, dijo Deivis.
“Me da sus puntos de vista para ayudarme. Ahora no puede ir público a los partidos, pero antes iba siempre para corregirme. Para decirme lo bueno y lo malo. Su opinión es importante, más teniendo en cuenta que jugamos en la misma posición y él sabe mucho”, reconoció mientras tanto, su hija.
La entrega siempre caracterizó a Barone y sus hijos heredaron esa característica. “La entrega era mi caballito de batalla. En realidad empecé a aprender a jugar al fútbol de grande con técnicos que me decían que ser zaguero no era solo pegarle para arriba. Que se podía salir jugando. Y me di cuenta que se podía y que era lindo”.