ESPAÑA
Cuando lo provocan o lo menosprecian su fortaleza mental y su ambición de éxito termina haciendo aflorar la mejor versión del "Pistolero" uruguayo
Supo sentir miedo, como cualquier valiente. Y su valentía siempre la demostró al superar el escollo que se le puso por delante: el problema económico, el sobrepeso, la crítica dura, la sanción desmesurada. Fue despreciado, burlado, atacado y perseguido, pero no hay quien lo pueda detener. Luis Suárez siempre quiere más y cuando va en búsqueda de algo no hay peor cosa que torearlo. “Lucho” quiere y quiere. No se cansa de dejarlo en evidencia, por más que algún tonto todavía no se dio cuenta. Y ese empeño le permite conseguir lo que sea.
Su rebeldía es inmensa. Su carácter de indomable aflora en las peores circunstancias. Cuando dicen que está gordo, cuando señalan que su carrera está terminada, cuando apuntan que su nivel de goleo no es el mismo o cuando lo provocan con la destreza del técnico que comprendió que ante el reto aparece el gladiador, Suárez responde.
Quiso ir a Europa. Lo logró. Quiso triunfar y ganar títulos. Lideró los éxitos. Quiso ser un ganador con la Selección uruguaya. Alcanzó el máximo lugar entre los artilleros históricos. Quiso ser el mejor, ganar reconocimiento individual. Y los trofeos ya se lucen en sus vitrinas.
Aquel pibe que se enojaba porque no lo ponían en las formativas de Nacional, que estuvo a punto de quedarse en la reserva del Groningen porque su entrenador le exigió que bajara de peso o lo sacaba del primer equipo no encuentra muro que lo detenga.
La vida del “Pistolero” es una como una misión imposible interminable. Sin pausa. Es como si un aura especial lo acompañase todo el tiempo para conseguir que saque a relucir su energía positiva. Porque no hay dudas que ni haber alcanzado la fabulosa distinción de convertirse en el tercer goleador histórico del FC Barcelona pudo proporcionarle un marco diferente. Siempre a remarla. A exhibir la actitud de guerrero que se sobrepone a lo que sea.
A algunos les ha costado darse cuenta de que esa lucha simplemente se acabará el día que resuelva alejarse del fútbol, porque por sus venas corre un fuego interminable. Y ese fulgor es el que aprovechó, con la astucia de un zorro viejo, Diego Simeone para que el delantero uruguayo le diera al Atlético de Madrid un gol de tiro libre. Porque para conseguir lo mejor del jugador que ni las lesiones de rodilla son capaces de mandar a cuartos de invierno, lo que hay que hacer es decirle que perdió rueda. O, que nunca se le vio convertir un gol de falta.
Claro, el “Cholo” sí que conoce la historia de “Lucho”. Tiene presente que Barcelona tomó la peor decisión de la historia al invitarlo a partir por la puerta de atrás. El DT sabe que ese jugador rebelde ahora pretende, con su obsesión legendaria, ganar LaLiga para volver a tapar las bocas. Esas que hace largo rato que vienen recibiendo un “¿por qué no te callas?”, pero no aprendieron.
Una carrera letal. En este ciclo cargado de éxitos, repleto de besos a tres dedos en su mano derecha y montones de goles que lo depositan en las puertas de un número redondo de enorme peso (las 500 conquistas se alcanzarán en muy poco tiempo), Suárez tuvo que abrir los brazos, empujar las malas ondas y hacer añicos las interminables quejas madrileñas de que simulaba penales, las referencias desmedidas a su anatomía (su cola estuvo en el centro de polémicas televisivas), los prejuiciosos conceptos británicos por haber puesto las manos para evitar un gol de Ghana y la descabellada y ruin sanción de la FIFA en el Mundial de Brasil 2014.
En Groningen tuvo que empezar a cuidarse en la alimentación para que el técnico lo utilizara en el primer equipo. Chau bebidas gaseosas y otras rutinas alimentarias y con ello goles que lo mandaron al Ajax, donde en un santiamén fue ídolo.
De ahí a Inglaterra para vivir entre sanciones, prejuicios y destrucción de redes rivales. La mordida a Branislav Ivanovic del Chelsea o el duelo con Patrice Evra (con sanciones mayores a las aplicadas anteriormente en casos similares) no impidieron que se transformara en el gran goleador del Liverpoolen dos temporadas y que obtuviera como recompensa el mejor elogio de todos: la admiración de Steven Gerrard. El ídolo de los Reds lo eligió como el mejor delantero con el que jugó en su carrera.
Además, por ejemplo, su regreso tras los 10 partidos de suspensión por el incidente con Ivanovic lo saldó con dos goles al Sunderland y su retorno tras el problema con Evra lo dejó atrás al segundo cotejo con gol de tiro libre al Manchester United en su segundo encuentro.
Emerger con su espíritu indomable es una acción repetida. Hasta luego de lesiones. La más grande cuando el Mundial de 2014 estaba en el horizonte. En un entrenamiento en el Complejo Celeste se encendió la luz roja y horas después se confirmó lo peor: tenía que realizarse una artroscopia por culpa de los meniscos.
Otra vez obligado a vencer el miedo. Y lo hizo. Primero para volver a ejercitar la pierna, después, con el Mundial en juego, para entrar a la cancha. La vida le dio una hermosa ocasión de dar un cachetazo gigante a todos los que en los Juegos Olímpicos de Londres 2012 le entregaron decenas de silbidos cuando su cara aparecía en las pantallas gigantes.
Con un Uruguay necesitado de victoria el goleador respondió ante Inglaterra como sabe: disparando al corazón del rival. Dos goles y partido guardado para siempre en el mejor de los recuerdos.
Recomponerse del error cometido ante Italia, porque haber mordido a Giorgio Chiellini lo sacó de la Copa del Mundo y le hizo recibir la sanción más atroz que se recuerde, (lo expulsaron del país y hasta le prohibieron que visitara instalaciones deportivas), no era una tarea nada fácil. Quizás su reto mayor.
A lo mejor el hecho de haber cumplido su sueño de ponerse la camiseta del Barcelona, su sueño desde niño, fue el motor impulsor que lo llevó a hacer añicos las dudas que existían sobre su futuro. Destruyó a los que creían que iba a fracasar porque no se iba a entender con Lionel Messi y se metió en el Top 3 de los goleadores históricos blaugranas.
Además, fiel a su estilo de anotar en sus retornos a la actividad, cuando pudo volver a jugar con la Celeste, tras cumplir la pena impuesta por la FIFA, le anotó un gol a Brasil en su casa para emparejar definitivamente un partido que Uruguay había empezado perdiendo 2-0.
El año pasado, después de la estrepitosa goleada que sufrió el Barcelona ante el Bayern Múnich por la Champions League, los juicios periodísticos apuntaron nuevamente a las rodillas y el peso físico de “Lucho”.
La voz de la dirigencia apareció en los titulares y Josep Maria Bartomeu y Ronald Koeman le pusieron al goleador uruguayo un calificativo de delantero acabado.
La peleó. Los enfrentó. Y contra todo pronóstico, después de asumir que se tenía que ir del lugar del mundo en el que era feliz, los obligó a que le abran las puertas a costo cero para el club que lo quisiese. Y eligió un rival directo. Uno que pelea LaLiga. Uno en el que pudiera sentirse cómodo, recuperar la sensación de ser querido y valorado.
Entonces, “el gordo”, el “viejo”, ese jugador que iba a dañar al Atlético de Madrid se limitó a cumplir con el trabajo que mejor le sienta: hacerlos comer sus palabras a todos. Porque aunque quieran hacer creer que Suárez precisa “una liposucción”, como alguna vez bromeó Luis Enrique para defender que la contextura física del salteño era la adecuada o que su final está sentenciado, eso realmente ocurrirá el día que lo ignoren mucho.
Mientras aparezca alguien que lo descalifique, el corazón del rebelde más grande de la historia seguirá latiendo con la fuerza del guerrero invencible.
El “Cholo” lo sabe. Por eso lo pidió. Por eso le tocó el amor propio.
Ya dicen que esta es LaLiga de Luis Suárez
Para diario El Mundo “Luis Suárez es el mejor fichaje del Atlético de Madrid en los últimos 10 años”. El Correo, diario del País Vasco, consideró que esta es LaLiga de Luis Suárez y remarcó que desde que el uruguayo “se sintió maltratado en el Barcelona” y por eso está empeñado “en tapar muchas bocas ganando LaLiga y siendo el Pichichi”. El portal noticias del FC Barcelona realizó dos encuestas entre sus lectores. En la primera el 58% pidió que Suárez vuelva para ser titular y el 25% para ser suplente y en la segunda el 60% dijo que su salida fue uno de los peores errores de la historia, mientras que el 28% fue un error como otros.