En su tercera experiencia en el exterior, Marcos Camarda (23) decidió ir a hablar con el presidente de su club, San Marcos de Arica, Chile, para volver a Uruguay. “Fue todo muy rápido. En un momento, después de hablar con mi pareja, yo me senté con él y le dije: ‘Mirá: mi mamá está enferma, necesito estar con ella. Si te digo que mi cabeza va a estar acá, te estaría mintiendo’. Por suerte no hubo ningún problema y pude compartir los últimos meses con ella”, valoró el jugador que llegó a préstamo a River Plate.

Por parte de su padre, tiene cuatro hermanos: Richard, Federico, Yanina y Camila y dos por parte de su madre: Maxi y Mauro, con el que comparte mucho y es quien le dio su apodo. “Me lleva un año y cuatro meses y de chiquito, cuando nací, le decían Marcos y él decía ‘Tato’, mis primos también y me quedó. Hizo todo el baby fútbol y AUFI conmigo y después no quiso seguir pero me acompaña a muerte, yo también lo hago mucho por él porque sé que ama el fútbol”, contó el goleador Darsenero que recordó los sacrificios de sus padres cuando jugaban al fútbol en Tacuarembó Jrs. de su barrio, Manga.

“En ese entonces las cosas no venían bien, no era que nos faltaba pero, para pagar la cuota para jugar, mi mamá hacía tortas fritas y mi papá siempre estaba en la vuelta. Desde la primera categoría a la última, toda la tarde ahí. Por eso tomé la decisión de volverme. Todo lo que soy ahora es por ellos. Mi mamá era mi reina, todo lo que hice fue por ella, para ver su felicidad y devolver lo que hizo por mi y por mis hermanos”.

Camarda valora y atesora cada momento. Como el día en que, jugando para Sud América le convirtió un gol a Juventud. No cualquier gol. “Mi primer gol en Primera. Logré lo que tanto soñé y mis padres también. Ahí fue el momento que dije: estoy y voy a tratar de seguir luchando para vivir de esto”.

Foto: @camardamarcos9

Pese a su edad, Marcos tuvo experiencias que lo marcaron. “Es real eso”, exclamó al referirse al ‘Mundo Boca’ y su pasaje por las inferiores del equipo argentino, cuando los Uber no les cobraban para llevarlos al predio o algunos compañeros, que alternaban en reserva, ya eran reconocidos en el shopping. Fue su primera vez en el exterior, Marcos dice que le sirvió para agarrar físico, pero luego le tocó conocer “el otro fútbol”. “Acá nosotros tenemos juego pero es mucha adrenalina, querer ganar siempre, más roce y como que ellos tratan de jugar más. Un central no te marca como acá que, si no salís de la marca, los tenés pegados y se hace más difícil”. La comparación es con el fútbol europeo, que vivió en carne propia cuando jugó para el Granada B en España y le dejó mucho más que una “terrible amistad” con Matías Arezo.

“Hay muchas cosas del día a día que el hincha no ve pero ella en este último tiempo fue una parte muy clave en mí y también con mi mamá. Fue muy compañera, amiga, se querían mucho y eso no me lo saca nadie”. La referencia es para su pareja, Martina, con quien está hace más de tres años, lo acompañó a cada destino y entrenan para ser padres con Mila, una bulldog que los sigue a cada lugar y los cambió, como un regalo de Martina una navidad.

“Me regaló una caña de pescar y le encontré un cariño y un amor a eso que hoy por hoy me voy muchas horas. Me dice ‘maldita la hora que te la regalé’,” contó entre risas Camarda que comparte el pasatiempo con su suegro y dos compañeros: Fabrizio Correa y Matías Alfonso, a quienes está agradecido, como al resto del plantel. “Me saco el sombrero porque en todo momento supieron el motivo por el que vine y siempre estuvieron para mi”, valoró Camarda que retribuye con goles y empezó con un hat-trick ante Fénix.

“Tenía un montón de emociones. En el primer gol como que se me abrió el pecho, tenía como un nudo y largué un par de lagrimones, pero necesitaba darle ese gol a ella. Estaba desesperado por hacer un gol y se dio todo. Fue mi primer hat-trick y la sentí muy cerca mío”.

Foto: @camardamarcos9