Redacción El País
Desde que pasó a jugar en El Alto, Bolivia no ha perdido por las Eliminatorias Sudamericanas y es que los más de 4.000 metros de altura sobre el nivel del mar han sido un rival extra para las demás selecciones. Uruguay también sufrió las condiciones y el capitán José María Giménez encontró una forma de soportar condiciones tan adversas en el empate sin goles de este martes.

La selección boliviana ya no se estaba haciendo fuerte en su habitual estadio, el Hernando Siles de La Paz, y perdió sus últimos cuatro partidos allí ante Chile, Ecuador, Argentina y Brasil. Por esa razón, la Federación Boliviana de Fútbol decidió dejar ese recinto, a 3.650 metros sobre el nivel del mar, para pasar a ser locataria en el Municipal de El Alto, donde oficia de local el club Always Ready, a aproximadamente 4.150 metros s.n.m.

Como visitante, la Verde perdió 4-0 con Ecuador y 6-0 con Argentina pero, desde que cambió de escenario, Bolivia está invicta en condición de local. Le ganó a Venezuela, a Perú y a Colombia y Paraguay le empató en la hora antes de enfrentar a la Celeste este martes. Para Uruguay, más que un partido de fútbol, fue una competencia de resistencia.

"Sabemos que va a ser un partido muy difícil por el tema de la altura. A pesar de que algunos estamos acostumbrados, no a este nivel. Es el doble de lo que estamos acostumbrados. Va a depender mucho de lo mental y del esfuerzo que uno está dispuesto a aguantar", había declarado Sebastián Cáceres antes de viajar a Bolivia.

El defensor del América de México, está acostumbrado a jugar con altura, pero no a un nivel tan exigente. "Es un tema más mental porque el aire no entra y está en uno si puede seguir o no. Las primeras veces que me tocó jugar en México sentía que me iba a desmayar en la cancha. Está en uno ver cómo puede afrontar esa adversidad", dijo el defensor que fue titular.

Antes de esta doble fecha de Eliminatorias Sudamericanas, Marcelo Bielsa convocó 38 futbolistas al Complejo Celeste y es que el entrenador de Uruguay sabía a lo que se enfrentaba. Además del clásico del Río de la Plata ante Argentina, el partido ante Bolivia demandaría no solo un esfuerzo táctico si no un enorme esfuerzo físico.

Desde que comenzó el partido, no solo corrieron los jugadores de la Celeste, también el médico. Enrique Ramos estuvo permanentemente cerca de la línea lateral cerca de los jugadores para mantenerlos al tanto de cuántos minutos estaban transcurriendo y alerta por si alguno necesitaba una carga extra de oxígeno.

Foto: AUF

Los jugadores de la selección uruguaya eran conscientes de que, más que fútbol, el partido ante Bolivia demandaría hacerle frente a la altura y tenían que cuidarse física y mentalmente ante cada esfuerzo para soportar los 90 minutos del partido.

Sobre la media hora del primer tiempo, el arquero Sergio Rochet se dejó caer al suelo antes de un tiro de esquina, sentía una molestia en su rodilla, y eso sirvió para que el médico Enrique Ramos ingresara al terreno de juego para atenderlo. De esta situación se aprovecharon dos jugadores de Uruguay.

Enseguida que entró el médico, José María Giménez se acercó al bolso del profesional y sacó uno de los tubos de oxígeno. El zaguero de la Celeste se administró oxígeno en tres ocasiones y solo transcurrían 35 minutos.

Cristian Olivera, que solo jugó el primer tiempo, también tuvo que oxigenarse y Josema, cerca del final del partido, repitió la medida luego de una jugada peligrosa de Bolivia. A diferencia de un inhalador para el asma, que tiene medicación para abrir los bronquios, lo que utilizaron los jugadores de la Celeste fue un inhalador oxigeno para compensar la falta de aire de tener que hacer un esfuerzo físico tan grande a más de 4.000 metros sobre el nivel del mar.

"Es una locura jugar acá. No solo la falta de oxígeno si no cómo se mueve la pelota. El esfuerzo que han hecho mis compañeros es meritorio por partida doble", declaró José María Giménez una vez finalizado el partido.