Mauro es el menor de tres hermanos futbolistas, tiene 18 y juega en las juveniles del Granada de España. Su acento español lo debe a que nació en el Europa a causa de la carrera futbolística de su padre, José Luis Zalazar (59), exvolante uruguayo que defendió a la Celeste y jugó en Peñarol (1982-86) y Nacional (1997-98).

El plan le salió perfecto al Cabeza: tres hijos, tres futbolistas. Kuki (25) jugador de Deportivo La Coruña, Rodrigo (23), atacante en el Schalke 04 de Alemania -debutante con doblete en la mayor de Uruguayen el amistoso del miércoles pasado ante Nicaragua (4-1)-, y Mauro, que vive solo desde los 15 en una residencia, lo cual parece ser consecuencia directa de una madurez que se percibe en su hablar a través del teléfono. “Me independicé chiquito. Al principio me costó, llamaba a mamá todos los días. Ya no tenía quién me levante por la mañana o cocine. Mi papá ya no me llevaba a los entrenamientos”, recuerda Mauro.

Pocas veces ha visitado Uruguay, pero ni camisetas celestes, ni mate, ni asado han faltado en la casa de papá y mamá en Málaga. Tampoco las casacas de Peñarol, pese a que en su familia conocen bien a los dos grandes. “Mi papá, mis hermanos y yo somos de Peñarol, crecí viéndolo”, dice Mauro, que consultado por un referente mirasol responde rápido. “El Cebolla Rodríguez. Es muy importante aquí en España”, explica. También tiene amigos en la otra vereda como el Chory Castro, que coincidió con su padre en Málaga. “Lo quiero con locura. Me dice ‘tenés que ser bolso', yo le digo, ‘dejate de joder Chory’”.

Al igual que sus otros dos hermanos, Mauro empezó en Albacete, donde su padre se retiró del fútbol profesional. Luego se mudó a Málaga, jugó en un club de barrio y hace tres años se sumó a Granada.

“El año que viene será mi último año de juvenil”, explica el volante. “A mí me gustaría quedarme aquí y debutar en Primera porque han apostado mucho por mí desde un principio”, añade Mauro, que en este momento juega de ocho. Se define “parecido al perfil” de su hermano Rodrigo. “Puedo estar en mi área defendiendo y puedo llegar al área contraria en la misma jugada. Ahora le llaman un volante box to box”, explica.

En la familia Zalazar el fútbol es un estilo de vida. Para Mauro “tener un papá que haya jugado y con lo grande que fue para el fútbol, es muy importante. Es una ventaja que otros no tienen y estoy agradecido a Dios de que me pueda dar todos los consejos que me da, vi las dos caras del fútbol: lo peor y lo mejor, aprendí de ellos”, asegura. Además destaca que lo que más le dejaron su padre y sus hermanos es el “luchar hasta el final”. “Que nadie me iba a regalar nada y que hoy el fútbol no es talento solo, hay que trabajar y pelearla”, añade.

El más chico de los Zalazar se quedó despierto hasta las cuatro de la madrugada para ver el debut de Rodrigo en la mayor: “Si es por mi hermano me quedo hasta la hora que sea”. “Quedamos súper emocionados todos, vi los dos goles y en cada uno se me pusieron los pelos de punta. Es una sensación muy difícil de explicar”, agrega. Pese a la distancia, cuando todos están en Europa se reúnen y siempre hay mate. “Lo utilizamos cuando vienen mis hermanos, para compartir en familia”. Entre las costumbres uruguayas Mauro destaca los asados. "Los de Uruguay no tienen comparación con los de acá”, acota.

El mediocentro ya visitó la Celeste en uncampamento de scouting que realizó Marcelo Broli en 2022, allí, recuerda, se sintió "a gusto". "Feliz porque estar con la selección, es algo totalmente diferente, me alegro un montón de haber tenido esa oportunidad", sostiene el volante que tendrá la edad justa para integrar la próxima Sub 20 en el Sudamericano y Mundial.

“En casa todos queremos jugar por Uruguay y nos sentimos uruguayos”. Aunque no se cierra a otra selección, Mauro matiza que la Celeste “fue la primera” que lo llamó y que por eso “va a muerte con Uruguay”.

Foto: Prensa Uruguay.