Los rostros de satisfacción y alegría de los presidentes hablaba a las claras que para la Conmebol fue un triunfo, a pesar de que el tema puede llegar a tener otra perspectiva, y es totalmente válido.
Ayer por la mañana el presidente de la Conmebol, Alejandro Domínguez, confirmó que Uruguay, Argentina y Paraguay recibirán cada uno un partido del Mundial de fútbol de 2030, con el Estadio Centenario teniendo el juego inaugural en conmemoración de los 100 años de la disputa de la primera Copa del Mundo, certamen en el que la Celeste fue campeona.
La sede del resto del Mundial quedó confirmado que es España, Portugal y Marruecos. Es decir, una vez que uruguayos, argentinos y guaraníes jueguen su primer partido -ya están clasificados- viajarán a Europa o África para seguir disputando la fase de grupos en la competencia.
Precisamente, el Mundial de 2030 es inédito, pues tendrá la particularidad de que es el primero en el que se jugará en tres continentes distintos y seis países. En tal sentido, que el certamen sea de 48 selecciones (como lo será el próximo de Estados Unidos, Canadá y México) ayuda.
Aunque hay voces que manifiestan que es una derrota para la candidatura sudamericana, ya que pasaron de tener todo un Mundial a tener solo tres partidos, para Domínguez es todo ganancia. Y brindó sus argumentos: “Si esto hubiera sido una competencia donde nuestros gobiernos tenían que comprometer los fondos que hoy comprometen los países para ser sede, creo que hubiera sido una propuesta irresponsable de nuestra parte y creo que tampoco hubiéramos podido, porque sabemos que hay otros países que tienen muchos mejores condiciones económicas y menos prioridades que nuestro pueblo. Esta es una propuesta súper responsable y muy viable. Es un tema que nos debe unir a todos, y es un motivo de orgullo para Sudamérica y en particular para los tres países aquí representados”.
Realizando un breve análisis de la situación, las palabras de Domínguez dejaron a entrever no solamente que iba a ser extremadamente complicado dedicar fondos gubernamentales para apoyar la candidatura, sino que es probable que Conmebol no alcanzara los votos en el Congreso de FIFA para quedarse con el Mundial. No hay que perder de vista que la candidatura europea - africana no solo involucra a dos continentes, sino también a países de peso a nivel político dentro de la FIFA.
Frente a este panorama, no parece haber sido un mal razonamiento buscar una negociación para quedarse con “algo” del máximo evento futbolístico del mundo, más considerando que justo se cumplen 100 años del primer Mundial.
Ese hecho, que forma parte del romanticismo del fútbol, era el principal caballito de batalla de la candidatura sudamericana. Los protagonistas de impulsar la candidatura ya habían manifestado públicamente que iba a ser difícil competir con otras por las diferencias económicas existentes.
No solamente en lo que tiene que ver con aspectos deportivos -los estadios propiamente dichos- sino en aspectos relacionados a logística e infraestructura. Si la Copa del Mundo se desarrollaba íntegramente en Uruguay, Argentina, Paraguay y Chile, ¿cuántas obras se tenían que realizar? Había que evaluar las plazas hoteleras, los lugares de entrenamientos, las rutas nacionales, los aeropuertos y un sinfín de particularidades que exige la FIFA para poder confirmar una Copa del Mundo.
Llamativa fue la ausencia de Chile, que había sido el último país en sumarse a la candidatura y que se quedó con las manos vacías, más allá de que Domínguez no lo quiso dejar tan explícito en la conferencia de ayer, desligándose al decir que la decisión fue de FIFA.
En resumen, aunque sea un partido y Uruguay se haya perdido la posibilidad de organizar todo un Mundial, la Celeste se aseguró tener el partido inaugural del 2030 y estar clasificado al Mundial, además de poder homenajear a aquellas personas que hicieron posible que la primera Copa del Mundo fuera en el Estadio Centenario. Un estadio que tendrá que ser remodelado para llegar en las mejores condiciones a su aniversario número 100. Quedan siete años y muchos capítulos por escribir.