Vuelve a sentirse en casa, y no es una forma de decir. Lo de Ignacio Ithurralde con Defensor Sporting tiene una raíz profunda. Fue jugador, entrenó a las formativas, y hoy, con el buzo del primer equipo, concreta un deseo que venía germinando desde hace tiempo. “Es algo que venía proyectando desde que empecé a dirigir”, dijo. Y se nota que no es una frase hecha. A cada paso que da por Pichincha y en el Franzini, lo atraviesa una mezcla de orgullo y responsabilidad.
A los 41 años, Nacho encara esta etapa con una mirada integral: formar, construir un equipo que tenga identidad y pertenencia, y también competir. “Los desafíos son volver un poco a las raíces, que el equipo esté cada vez más integrado por jugadores formados en el club. Defensor necesita de la venta de jugadores para subsistir, pero también que ese trabajo se vea reflejado en Primera”, aseguró.
El regreso lo encuentra con una visión más madura del juego y del rol del entrenador. Una que le permitió identificar qué necesita un técnico para estar cómodo en un club. “La comunicación es esencial. En Defensor conozco a toda la gente del club, tengo un excelente vínculo con las formativas y los juveniles. La cultura e idiosincrasia que se respira en el club me hacen sentir muy cómodo”, confesó.
El equipo: no tiene techo
Desde lo futbolístico, su propuesta es flexible. “Las formaciones creo que están un tanto obsoletas. Hoy es funciones específicas para partidos específicos; una organización para atacar y otra para defender. Así que partido a partido vamos a ir viendo quiénes son los que están mejor, cuál es el rival, cómo atacarlo, cómo defendernos y, a partir de ahí, se arma el equipo. Vamos a estar en construcción. Hoy por hoy este equipo no tiene techo e iremos a la búsqueda de nuestra mejor versión”, dijo convencido Ithurralde que entiende que el fútbol moderno exige una adaptación constante. Esa lógica, que le permite pensar el equipo en función del contexto, también la traslada al desarrollo de los juveniles.
Formación... de valores:
Formar va más allá de lo táctico. Para Nacho, es también un compromiso humano y profesional. “Intentamos transmitirles que se enfoquen en el progreso diario, que entiendan que esta profesión exige madurar más rápido. Que confíen en sus condiciones, que den su 100%. Y que vivan como futbolistas: cómo entrenan, cómo descansan, cómo comen…”, explicó.
El foco está en el trabajo, dijo que para este cuerpo técnico es como una “religión” y lo resaltó en Maxi Gómez y su reencuentro con el gol: “Nos apoyamos mucho en el trabajo y tratamos de desapegarnos del resultado para enfocarnos en el día a día. Eso es lo que nos va a hacer mejores”.

Desafío: competir formando
Entre los objetivos a corto y largo plazo, Ithurralde no duda: el enfoque está en Progreso, rival del próximo domingo. Pero también en recuperar el espíritu de Defensor. “El club tiene que lograr un balance entre formar y competir. Aunque parezcan opuestos, tiene que volver a las raíces de pelear los torneos. Porque tiene los mejores jóvenes del país y tiene que poder plasmar eso en Primera”.
Con esa idea, extiende un mensaje al hincha, con el que lo une más que un fanatismo por Bob Marley. “Que confíen en la gente que trabaja en el club, que se manifiesten como lo hicieron ante Cerro. De nuestra parte, vamos a poner el 100% para intentar ser el mejor equipo posible”.
Reflexivo: el paso de jugador a entrenador
La vida agreste que le gusta, acompañado de su novia y sus hijos, contrasta algo con el temperamental defensor que fue, pero lo hacen reflexionar, así como convertirse en entrenador. “Me di cuenta de una cantidad de cosas que como jugador no hacía bien, sobre todo cómo llevaba los momentos de suplente, de no convocado, las lesiones, el tema del entrenamiento, ajusté quizás un poco tarde. Si pudiera cruzarse con su versión de jugador, no le daría indicaciones tácticas, sino algo más profundo: “Le diría que confíe. La confianza para el jugador de fútbol es todo y solo se obtiene trabajando. Lo único que te da seguridad es estar preparado”.
Hoy, como entrenador, tiene claro que la constancia debe estar por encima de las circunstancias. “Los jugadores no podemos depender del técnico de turno. El compromiso no puede variar según el momento. Ese fue mi mayor aprendizaje y es algo que tengo recontra identificado”, admitió.

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