Enviado / Asunción
Portones despintados. Paredes con ladrillos revocados. Niños caminando solos por las calles. Vendedores ambulantes que se cuelan en el medio de avenidas, que son un caos por falta de semáforos, y ofrecen bananas, naranjas y toda clase de frutas. Así es la zona de Las Mercedes, el barrio donde se encuentra el estadio de Libertad, que anoche hizo feliz a su gente tras darle vuelta el partido a Nacional en Asunción (2-1).
El lugar, que normalmente está “picado” en los alrededores -advierten en Paraguay- lo estuvo por lo que ocurrió antes, incluso, de que la pelota comenzara a rodar. Una fuerte discusión entre hinchas tricolores por una bengala encendida demandó la intervención del encargado de la seguridad, Wilson Miraballes, que fue secundado por algunos jugadores que se acercaron al alambrado para calmar las aguas. En la tribuna oficial, mientras tanto, los paraguayos se sacaban fotos con Rodrigo Muñoz y Marcelo Palau y los periodistas disfrutaban de un “cocido” y roscas de pan casero, gentileza de los Gumarelos.
Con los ánimos ya calmos, la noche de fútbol continuó con emociones. Los más de 1.000 hinchas tricolores se despertaron después de que Franco Romero anticipara a Tacuara Cardozo, descargara para Alexis Castro y fuera a buscar el centro de Antonio Galeano, que se la puso en la cabeza al segundo palo. La revisión del VAR postergó unos minutos el grito de agonía, pero, tras la validación, todo el equipo se vino abajo.
Libertad empezó a encontrar conexiones por las bandas. De un lado eran Alejandro Silva y Antonio Bareiro los que coqueteaban con la pasividad de la defensa tricolor y enfrente Lorenzo Melgarejo y William Mendieta tocaban de memoria involucrando, también, al centrodelantero Cardozo, que fue el que terminó abriendo el pie para colocarla y poner el 1-1.
Más temprano que tarde, Silva, que siempre vio pautas para soltarse, le desobedeció al manual del lateral precavido y definió de cabeza en una jugada que había iniciado él mismo.
El 2-1 provocó que Álvaro Recoba revoleara su gorro al piso y en ese gesto se resume la noche llena de baches que tuvo Nacional, que, aunque volvió a levantar en el complemento -y con chances-, no tuvo la pisca de suerte de otras noches. El sueño del Mundial de Clubes, ahora, está más lejos, aunque los octavos de final lo esperan. La foto le dice que ya van seis partidos seguidos en los que termina sin ganar un primer tiempo.
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