Más que suerte, ya es un buque insignia. Parece ser que en el librillo de Álvaro Gutiérrez existe ese nosequé de uruguayez que elige dejar todo para último momento. Las emociones, la respuesta anímica, los goles e incluso los cambios.
Es un nosequé que provoca cosquillas en la panza, que refleja la ansiedad en las uñas mordidas de los hinchas, que se multiplica como una sensación de incertidumbre globalizada cuando las agujas del reloj se avecinan a marcar los 90 minutos de juego.
Pero, lejos de ser algo negativo, es una estrategia que (planificada o no) termina dándole resultado cada vez que consigue puntos en la presente edición de la Copa Libertadores.
Al cabo de tres, cuatro, cinco presentaciones, Nacionalsigue repitiendo un diagnóstico que lo hace pintar como un equipo enfermo: tiene una relación tóxica con la pelota parada y sufre de procrastinación. Es decir, que aun teniendo posibilidades de sacar ventaja y correr con el resultado a favor desde temprano, hace todo lo contrario: pasa por vaivenes, que por momentos se traducen en bajones futbolísticos, pero llegan los minutos finales y entra en sintonía siempre de la misma manera. ¿Cómo? A partir de futbolistas que refrescan las energías desde el banco de suplentes, muchas veces entrando tarde -ayer hizo los dos primeros cambios a los 65’ y el restante al 86’-, y usando como principal método a la pelota parada.
El camino recorrido en la Libertadores
![Nacional vs. Inter.](https://imgs.elpais.com.uy/dims4/default/e184bb7/2147483647/strip/true/crop/1024x683+0+0/resize/1024x683!/quality/90/?url=https%3A%2F%2Fel-pais-uruguay-production-web.s3.us-east-1.amazonaws.com%2Fbrightspot%2Ff4%2Fb1%2F46e5bb2c4c008e7ed7957b7d0d2f%2Fwhatsapp-image-2023-06-07-at-20.59.48%20%283%29.jpeg)
El reciente protagonista de la historia fue Bruno Damiani, con un cabezazo implacable que le dio el empate-que también puede verse como triunfo-a Nacional ante Inter de Porto Alegre sobre el minuto 88.
Sin embargo, el grito del juvenil fue solo una prueba más de que a los tricolores (por elección o no) les sienta bien sacar a flote su mejor versión cuando el final está a punto de anunciarse.
Ya es algo que no luce como una mera casualidad; de hecho, es la cuarta vez que le sucede en la actual Libertadores -y a este ritmo es probable que tampoco sea la última-.
El sello de los goles agónicos se vio de primeras en la visita a Metropolitanos de Venezuela. Francisco Ginella se encontró a boca de jarro a los 91 cuando el partido se prestaba para concluir con un frío 1-1. Dos semanas después, la suerte corrió para Fabián Noguera, quien le dio un agónico triunfo al tricolor frente a Independiente Medellín (2-1) en el Gran Parque Central.
La tercera bola mágica cayó en Brasil el pasado 3 de mayo cuando Diego Polenta tiró un pase-centro para el zaguero argentino. Y ayer, una vez más, la pelota aérea fue aliada de un equipo acostumbrado a sonreír en la antesala del último silbatazo.
Paraíso para Nacional y pesadilla para sus rivales, el centro al área rozando el tiempo de descuento es un boleto de gol casi asegurado para este plantel. A tal punto que hasta ahora, en la Libertadores, todas las veces que sumó puntos (ya sea para ganar o empatar) convirtió entre los 88 y los 95 minutos. Y ya van cuatro goles que consigue entre ese período de tiempo.
Su invicto en el Gran Parque Central
![WhatsApp Image 2023-06-07 at 19.23.10.jpeg](https://imgs.elpais.com.uy/dims4/default/4477c13/2147483647/strip/true/crop/1024x683+0+0/resize/1024x683!/quality/90/?url=https%3A%2F%2Fel-pais-uruguay-production-web.s3.us-east-1.amazonaws.com%2Fbrightspot%2F6b%2Fcd%2Fbac4f4294c4ab1a17abf6db3f634%2Fwhatsapp-image-2023-06-07-at-19.23.10.jpeg)
Otro motivo por el que Nacional tiene razones para festejar es la fortaleza que construyó jugando en su estadio. Con su gente a favor, el equipo se acostumbró a cosechar buenos resultados. Lo demuestra el largo invicto que construyó desde la última derrota ante Athlético Goianiense el 2 de agosto de 2022. Desde ese 1-0 por Copa Sudamericana, jugó un total de 15 partidos en el Gran Parque Central y obtuvo un saldo ampliamente favorable: 12 victorias, tres empates y ninguna derrota.