Son las 19:15 de la tarde. Martín Lasarte se baja de una camioneta y no quiere hablar. Amablemente, agradece la preocupación periodística, confirma que tuvo una reunión para “tender un puente” pero aclara de manera muy cordial que, por el momento, no va a dar declaraciones. Espera que lo entiendan. Y de pique tiene una justificación válida: está en la puerta de su casa.
Un rato antes, Patricia, su señora, había salido por el portón sin siquiera percatarse de la presencia de las cámaras. Pero también parecía tener claro que el foco de atención estaba atado al trabajo de su marido y al desenlace mediático de lo que pasó con Flavio Perchman, que, en palabras suyas, terminó casi a la par de “un programa de Intrusos”.
En casa de los Lasarte no se mira el informativo ni noticias vinculadas al deporte desde hace varios días. Pero, como era de esperar, hasta que el técnico no se reuniera cara a cara con Flavio Perchman la novela iba a seguir.
Después de varias semanas incomunicados y con opiniones públicas cruzadas, ayer se reecontraron en la sede social de Nacional. Lasarte quería tener una reunión en un lugar neutro y, aunque en un principio la idea era que se juntaran en Los Céspedes, el que organizó todo fue el mánager general del club, Sebastián Eguren, quien ofició de nexo.
Con la posibilidad de Jadson Viera caída (confirmó que seguirá en Boston River), la continuidad de un hombre de la casa, que dirigió al equipo durante los últimos seis meses e hizo récord de puntos en la Tabla Anual, volvió a cobrar fuerza a partir de un llamado de Eduardo Ache.
El dirigente fue quien se comunicó con él el martes por la mañana para preguntarle si estaba dispuesto a seguir. Ante el pulgar arriba, planteó su nombre en medio de la primera reunión informal que tuvieron los nuevos dirigentes y le sugirió a Ricardo Vairo que se encargara del tema.
Alejandro Balbi también había tenido una charla por teléfono en la que, según pudo saber Ovación, le admitió que él, personalmente era afín a que siguiera, y que la opción de Juan Ramón Carrasco tenía un condimento electoral.
Todos se encolumnaron detrás del nuevo presidente y la puerta, que hace unos días estaba entornada, de a poco se empezó a abrir. La opción pasó de improbable a “muy posible”.
En un día se cocinó todo. Vairo llegó a la casa de Lasarte para reunirse junto a Eguren, Marcelo Tulbovitz, Alex Saul y Javier Gomensoro y fue el primero en irse, con un preacuerdo bajo manos, diciendo: “La reunión estuvo buenísima. Te agradezco que me hayas recibido en tu casa. Como imaginarás, la piedra angular es Flavio”.
Su papel de articulador fue clave y entre los puntos a tratar hizo énfasis en dos: saber qué tan herido se encontraba el cuerpo técnico y reconocer que la campaña electoral entró en un “terreno de barro que no debió entrar” y eso los arrastró a cometer “errores”, algo que por télefono, dos días antes, ya había planteado Ache en una lógica muy similar. El presidente tenía de dónde agarrarse: en entrevista con DSports del 10 de diciembre había dicho: “Yo, personalmente, no me animaría a descartarlo”.
Mano a mano
No se callaron nada ninguno de los dos, al punto de que Eguren en cierto momento se levantó y se fue. La sede de Nacional por momentos sacó chispas durante la charla en la que se reclamaron el uno al otro como dos amigos.
El técnico no compartió la actitud que adoptó durante la campaña electoral, le hizo saber que lo veía como el culpable y le transmitió cómo habían incidido sus dichos en los diferentes actores del deporte. El vice le transmitió que su frontalidad había sido premiada por más del 40% de los votantes, que también vio mal que diera tantas notas hablando del tema y el intercambio siguió con el lógico dolor de ambos. Lasarte señaló que sería bueno ir por la renovación de Diego Polenta, algo a lo que Perchman en principio no se habia mostrado tan proclive sin antes tener una charla.
Así y todo, limaron asperezas, se terminaron dando la mano, el DT renovó y su cuerpo técnico también. Al final, Lasarte sí tenía que seguir.
Haber leído en una columna de opinión de Ovación que Martín Lasarte debía seguir en Nacional ya había motivado un amigable comentario de Flavio Perchman durante las elecciones de Nacional: “¿Así que Lasarte tiene que seguir? Ja”, preguntó, con simpatía.
A pesar de los balbuceos mediáticos, el vice intentó -tal vez sin el éxito que pretendía- dejarlo claro una y otra vez: “Martín termina un contrato, que podríamos o no renovar. Vamos a llegar al club el 15 de diciembre y quiero que me juzguen cuando empiece”, dijo en la última entrevista al diario. ¿Se le había terminado el “crédito”? Pues al parecer no. O al menos no del todo.
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