SILVIA PÉREZ
Fabián O’Neill lleva seis meses sin tomar. Es otra persona. Nunca antes había podido recuperarse, a pesar de que lo había intentado. Si bien sigue bromeando como siempre, está sobrio. “Ahora me levanto a las cinco de la mañana a tomar mate, a la hora en que antes me acostaba. Je”.
A fines de junio pasado fue internado en la Médica Uruguaya con un cuadro hepático severo y una gran descompensación. Estaba en su Paso de los Toros natal y se sentía tan mal que llamó a su esposa Andrea. Su hijo Favio lo fue a buscar y lo llevó directamente al sanatorio.
“Creo que esta vez fue posible por la familia y por uno mismo también. Además, esta vez la vi feaza la cosa”, contó Fabián, en el apartamento que comparte con su esposa, su hijo y su suegra. “Estuve nueve días sin comer. Me despertaba y ya desayunaba vino a las ocho de la mañana y llegaba hasta las 12 de la noche o la 1 de la mañana en pedo. Estaba todo amarillo cuando me fue a buscar mi hijo”, añadió el exfutbolista y explicó por qué esta vez pudo salir del alcohol.
“Los gurises ya están grandes y uno se empieza a dar cuenta de muchas cosas. Esta vez fue distinto. Me querían internar en una clínica y yo dije que no, que iba a salir solo. Además, estoy tomando pastillas y gracias a eso la fui sacando también”, afirmó y contó que comenzó a beber a los nueve años, lo que hace aún más importante su recuperación. “Tengo 47 años y tomé 38. Era un gurí y ya pasaba en los bares con gente veterana. Empecé con un poquito de vino en el refresco. A los 10 u 11 años ya andaba de noche por todos lados, haciendo mandados en las whiskerías. Siempre había alguien que me decía que era un niño y que me fuera para mi casa, pero yo viví con mi abuela y pasaba en la calle. Nunca fui de hacer mucho caso. Je. Mi abuela fue muy importante para mí, la persona más importante, pero me hacía todos los mimos, todos los gustos. Además, la vida era distinta antes y en Paso de los Toros no había ningún peligro ni problema de nada”, relató sobre sus inicios en la bebida.
Captador
Tener la mente ocupada es importante para que la recuperación siga viento en popa. Y el “Mago” comenzó a trabajar como captador de talentos para el grupo Casal. Le dieron un auto y recorre las canchas. Trabaja básicamente con Fabián Coelho, que ya lleva años en el tema. “Salgo a ver gurises, a ver si emboco alguno. Si me gusta alguno le aviso al ‘Cabeza’ (Coelho) y él con Taborda, que es la mano derecha de ‘Paco’, saben lo que hacer. A veces veo algún baby fútbol también porque me dijeron de los 13 a los 15 años más o menos. O si aparece alguno más grande también, pero hay que mirarlos en tres o cuatro partidos, en un partido no podés decidir. Muchas veces voy a hablar con los padres, pero por lo general llamo al ‘Cabeza’”.
Asegura que ya nadie se sorprende al verlo porque ya se corrió la bola de que está trabajando. Y la gente se alegra de verlo tan bien. “Gracias a Dios soy muy querido, tanto por la gente de Nacional como de otros cuadros. Capaz que porque siempre fui de decir las cosas de frente”.
La nueva tarea lo tiene entusiasmado. “Antes no tenía ganas de hacer nada y ahora ando para arriba y para abajo; para todos lados y me gusta. No digo que soy un fenómeno mirando jugadores, porque es como ser técnico: que hayas jugado bien no quiere decir que vayas a ser un buen entrenador”.
Es consciente que se dejó estar con el curso de técnico, pero no descarta hacerlo. Es lo que todo el mundo le recomienda. “Con esto empecé hace solo tres meses, por ahora voy a seguir. Luego veremos qué pasa. Me gustaría ser técnico sí, lo hice en Paso de los Toros en el club Defensor, pero en forma amateur nomás. Es lindo, pero muy distinto a esto. El técnico tiene que estar todo el día pensando. Es otra cosa y otra responsabilidad”.
Y reconoció que el “Chino” Héctor Salvá fue el técnico más importante en su carrera. “Fue el que me fue a buscar a Paso de los Toros, cuando en Nacional ya no me querían más. En Quinta jugábamos los sábados y yo después de los partidos me iba para el pago y no volvía hasta el miércoles o el jueves. Extrañaba a mi abuela, yo dormí con ella hasta los 14 años y no quería volver. El ‘Chino’ me dijo que ya nadie me quería en Nacional, pero que él me iba a llevar de vuelta, aunque tenía que estar tres meses sin volver a Paso de los Toros. Me quedé viviendo en el Parque y me banqué”. Ese año fue goleador en Cuarta y después Roberto Fleitas lo subió a Primera. “Si no hubiera sido por Salvá, no me hubiera ido a Europa ni nada”.
Chiquilín
Tenía 18 años cuando subió al primer equipo. Corría el año 1992 y supo convivir con los futbolistas que habían sido campeones de América y del Mundo en 1988. “Fue la última hazaña de Nacional, no me puedo olvidar de ninguno: Seré, Revelez, Soca, De León, Cardacio, Ostolaza, toda esa banda. Pero con el que andaba para arriba y para abajo era con el ‘Chango’ Pintos Saldanha. Yo los había visto por televisión y cuatro años después estaba jugando con ellos. Fue una cosa increíble para mí”, relató.
“Ahí me pusieron el apodo de Chiquilín, porque eran todos más grandes que yo. Me levantaba y ya me iba a la cocina a dejarles todo pronto. Tenía que tener como 20 mates preparados para cuando se levantaran. En aquel tiempo era común todo eso, hoy le decís a un gurí que tiene que hacer eso y sabés a donde te manda...”. Y aprovechó para eligir su mejor gol. “El que le hice a Santos en Brasil, aunque perdimos por penales y no sirvió. Pero es el que más le quedó a los hinchas”.
Hoy alterna su vida entre Millán y Rafo, donde vive, y Paso de los Toros. “Allá estoy con los amigos, con los pocos que van quedando. Salgo para campaña con mi primo y algún amigo del club Defensor. Me compro una cerveza sin alcohol para mí y un par de las otras para ellos. Voy a pescar, soy más de la pesca que de la caza”.
Admitió que él mismo se sorprende de sentirse tan bien. “Capaz que me sorprende un poco, sí. Pero me siento bien, sobre todo con la familia y los hijos. Y eso es importantísimo”, dijo sobre Favio y sus dos hijas mayores de dos matrimonios anteriores. A Marina y Martina las recuperó tras su quebranto de salud. “Y la gente que me ha visto en otros momentos haciendo puros enchastres y ahora me ve tan bien, que me da para adelante. Y eso me ayuda también”.
Lleva 18 años con Andrea y es la que más lo bancó. “Es la que amé más, o la única que amé. Y a la que le tocó bancar lo peor de todo”. Su apoyo y de su hijo varón fue clave. “Creo que el 90% de todo pasa por ellos. Cuando estaba internado eran ellos los que estaban. En los momentos difíciles es la familia la que te saca adelante, porque los amigos no están. Me he dado cuenta de eso. Lo digo en general, tampoco es que todos sean malos. Hoy son pocos los amigos que quedan. Es verdad que muchos estaban conmigo para tomar de arriba o conseguir un mango, pero ya está. No me siento orgulloso, pero tampoco los voy a matar por eso; sé que la vida también es eso”.
Favio
Tiene 17 años y juega en la Quinta de Fénix. “Le encanta el fútbol y le encanta entrenar. No sé a quien salió, porque a mí no me gustaba. Je”, dijo sobre su único hijo varón, al que ya vinieron a buscar de Cagliari. “En el baby, en Paso de los Toros, arrancó de 10; después lo pusieron de 5 y ahora juega de back, por la altura. Es bueno técnicamente, pero muy sano para jugar. Yo le digo que con su altura tiene que abrir los brazos. No es tan pícaro como yo para jugar, pero su vida es muy distinta a la mía. Lo mío fue todo calle y él es todo familia. Por suerte no salió en nada a mí”.
O’Neill dejó un gran recuerdo en Cagliari. Y lo invitan constantemente a regresar. “Favio anda con la camiseta del Cagliari que le mandó Nández, y se la trajo Godín, puesta siempre. Capaz que alguna oportunidad va a tener, pero yo le digo que no se apure”.