HISTORIAS
Es el gerente de las selecciones de Argentina, empleado de la AFA desde hace 26 años y vivió historias particulares con varios de los que hoy están o pasaron en la mayor.
Omar Souto no es famoso, pero vive en el corazón de la selección argentina. Hace alrededor de tres décadas era encargado en un supermercado mayorista. Nada lo acercaba al mundo del fútbol, hasta que una lata de tomates abollada le cambió la vida.
“Los envases golpeados no podían salir a la venta, pero el producto estaba bien, entonces se los daba a El Porvenir para que comieran sus jugadores. Ahí lo conocí a Enrique Merelas, el presidente del club. Cuando quedé desocupado, porque cerró el mayorista, me acerqué a pedirle trabajo. Y entré en la AFA”, indica Omar a La Nació.
Lleva grabada la fecha: 6 de julio de 1996. Quién podía sospechar entonces que el destino le reservaba una misión alrededor de un tal... Messi.
“En España estaban desesperados por que jugara para ellos, y él siempre les había dicho que no. Estábamos en el Mundial Sub 20 de Emiratos Árabes, en 2003, y un día salimos a caminar con Hugo (Tocalli) y un delegado del club Valencia. Y él le dice a Hugo: ‘¿Por qué no trajiste al pibe de Barcelona? Es más que todos los que tenés acá’. Hugo, en Buenos Aires, les había preguntado a dos jugadores argentinos que estaban en ese momento en Barcelona sobre ese tal Messi y les respondieron que no lo conocían", añadió.
"El único que vino y dijo quién era fue Claudio Vivas, que un año antes, a finales de 2002, trajo un video de Messi después de un viaje a España que había hecho con Bielsa. El nombre estaba dando vueltas…, pero a Hugo no le gustaban los videos, creía que podía haber empresarios atrás, él quería ver a los jugadores en la cancha. Entonces en ese Mundial de Emiratos, en 2003, Hugo se estaba reprochando no haberlo visto a ese Messi…, igual, tenía recién 16 años, no sé si hubiese ido con tanta diferencia de edad. Y yo le dije: ‘Quédate tranquilo, que cuando volvemos a Buenos Aires lo llamamos…’ Al llegar, Hugo me pidió que lo ubicara”, sostuvo.
Souto cuenta que salió del predio de Ezeiza, fue a un locutorio de Monte Grande, pidió la guía de Rosario, se metió en una cabina, arrancó la página de ‘los Messi’, hizo una llamada a su casa en Lanús para justificar la visita y se volvió a su oficina. “Había así de Messi en la guía…”, y dibuja una brecha de unos diez centímetros entre el pulgar y el índice derechos.
"No tardé mucho en encontrar a la abuela, y ella me pasó el número del tío, y el tío me dio el número de Jorge en España. Me atiende y le digo que hablo del departamento de selecciones, y le pregunto por Leonardo Messi. Porque para mí, Leo era de Leonardo. ‘Es Lionel -me dijo Jorge-, al fin lo llamaron porque mi hijo quiere jugar por Argentina’".
El resto de la historia es conocida: "Después de eso viene y se hace el ya famoso amistoso contra Paraguay, en la cancha de Argentinos, para que debute y así España ya no pudiera insistir más".
La honestidad de Javier Mascherano:
Pero está claro que el vínculo de Souto fue más allá de la Pulga. Fueron muchos los jugadores que vio pasar durante todos estos años al punto que hay futbolistas que los conoció de chicos y hoy ya se retiran, como ocurre, por ejemplo con Javier Mascherano.
"Siempre fue un señor. Me acuerdo que a los 15 años llegó a la selección, jugaba en Renato Cesarini. En un viaje en Ecuador, cuando pagué los viáticos, le entregué 100 dólares de más. Al rato vino a mi habitación y me dijo: ‘Vengo por los viáticos’. Entonces le respondí: ‘Pero nene, ya te pagué’. ‘No señor, me dio 100 dólares de más’, y me los dio. Si no me lo decía, los tenía que pagar de mi bolsillo. Esas cosas te marcan cómo es la persona en la vida. Desde chiquito", conto Souto.