Hay que soñar en grande. La frase la repitió y mucho Diego Aguirre. Se la contagió a Ignacio Ruglio. La dijo también alguna que otra vez Juan Pedro Damiani. Tanto se repitió que hasta el hincha de Peñarol se la apropió.
Y después de un 2024 de muchas emociones y alegrías, el club puso manos a la obra para el 2025. Peñarol perdió piezas, seguramente pierda alguna más y probablemente contrate en función de las partidas, pero se puso un objetivo sin precedentes y lo logró: comprar a Leonardo Fernández. Como en aquel asado de enero de 2024 en la casa de Diego Aguirre, el club unió fuerzas y en un hecho histórico le compró al Toluca el 80% de la ficha del atacante en 7 millones de dólares.
La “ingeniería” del negocio se barajó y se definió puertas para adentro, pero ese esfuerzo prosperó porque Peñarol sabía que Leo acá está feliz y que en el club, además de brillar, encontró su lugar en el mundo. “Estoy acá, me quedó acá”, supo repetir con señas el jugador de 26 años en varios festejos de gol cuando empezó a hablarse de su futuro.
Y cuando uno encuentra su lugar en el mundo —por más sondeos, ofrecimientos y ofertas que lleguen— difícilmente quiera irse. Eso le pasó a Leo. Agradeció el interés de varios equipos importantes y manifestó que quería quedarse en Peñarol, algo que pasa cada tanto.
Es que hinchas son todos —de un equipo u otro—, aunque cuando el dinero toca la puerta de tu casa, nadie puede juzgarte en esa decisión tan particular y, sobre todo, personal, familiar. Pero Leo lo tuvo siempre claro: su lugar en el mundo es Peñarol. Quiere quedarse en Uruguay y escribir su propia historia.
Mientras tanto, el Consejo Directivo con Ruglio a la cabeza seguía maquinando y haciendo números, al igual que ese gurí que quiere comprarse su primer celular o esa pareja que anhela un viaje al exterior, aunque con montos un poco más elevados. Pero Peñarol, con buen presente económico y al día con sus obligaciones, agarró la calculadora y ofertó una cifra histórica. Toluca dio el sí. El desembolso -entre el 80% de la ficha, contrato y salario- no tiene precedentes para el fútbol uruguayo y difícilmente se repita algo así.
Peñarol soñó en grande, diseñó la ingeniería y miró hacia el futuro sabiendo también —y esto fue clave— que Leo está feliz acá, que puso su amor por los colores por encima de las ofertas y que puso —como dice una canción de Estelares— especialmente el corazón, el corazón sobre todo.
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