EL "CASO PUMITA RODRÍGUEZ"
En la historia hubo negociaciones con suspenso y hasta peleas por futbolistas
El Pumita Rodríguez era de Peñarol hasta por sus declaraciones, pero de un momento para otro terminó firmando por Nacional y probándose su camiseta para la foto. La noticia causó impacto porque forma parte de la eterna lucha entre los dos clubes grandes, que se juega en todas las canchas. Y el mercado de pases es una cancha importante.
Es común que los dos equipos coincidan en su interés por algún jugador y pasen a competir por su firma. A veces, como en el caso del Pumita, se vuelven historias de suspenso con final inesperado. Aunque en ocasiones uno se mete en el medio de la gestión del rival solo para entorpecerla o subirle el precio al futbolista. Por eso no siempre queda claro cuando existe una puja real.
En alguna ocasión, la pelea se dio cara a cara. Por ejemplo, por el argentino Pablo Islas. En la temporada 2000 defendió a Racing e hizo 13 goles en el Apertura. Eso encendió la ambición de tricolores y aurinegros. Cuando Islas llegó al Aeropuerto de Carrasco se encontró que lo esperaban el dirigente tricolor Alejandro Balbi y su colega aurinegro Víctor Cabrera, cada uno dispuesto a llevárselo. Se vivieron momentos de tensión, hasta que el dueño del pase, Daniel Lalín, le indicó que debía ir a Nacional.
En otra ocasión hubo verdaderos operativos para quedarse con el jugador. O con más de uno. Así pasó con los artiguenses que llegaron a Peñarol en 1977. Cuando Venancio Ramos, Mario Saralegui y Manuel Anzorena viajaban de su pueblo a Montevideo, dirigentes aurinegros pararon el ómnibus y los bajaron para llevárselos directo a la sede de la calle Maldonado para ficharlos. Había un cuarto crack de Artigas, Ruben Paz, pero estaba practicando en Nacional. Entonces Saralegui lo llamó al Parque Central. “Estoy con tu padre, Washington Cataldi y el presidente de Peñarol de Artigas. Tomate un taxi y venite”, le dijo. Y Paz fue con ellos. Claro que antes los dirigentes aurinegros habían convencido a Paz padre.
Sebastián Eguren, con meritorias actuaciones en Wanderers a partir de 2001, era un objetivo de Peñarol desde hacía tiempo. A comienzos de 2003 parecía que estaba todo arreglado, pero el técnico tricolor Daniel Carreño, que lo había dirigido en el bohemio, intervino para cambiar el destino: fue hasta la casa del mediocampista, le habló y logró que fuera a Nacional.
El Betito Acosta estuvo cerca de ir a Nacional en 2005, pero pasó a Peñarol. Vicente Sánchez, en tanto, tuvo el interés inicial de los aurinegros en 2001 y firmó para el tricolor. Con Tabaré Viudez, la competencia de registró por lo menos dos veces: en 2011, cuando volvía del Necaxa, y en 2016, cuando estaba en River argentino (había sido importante inicialmente en la campaña de River en la Copa Libertadores pero luego perdió gravitación debido a lesiones). En ambas oportunidades fue a Nacional.
El caso más famoso de cambio de rumbo, incluso por sus consecuencias deportivas, fue el de Fernando Morena en 1973, aunque en realidad en esa oportunidad Peñarol no le quitó el pase a Nacional: fue el jugador que terminó eligiendo ir al aurinegro por varias circunstancias, desde una entrevista poco satisfactoria con el presidente tricolor Miguel Restuccia hasta la posibilidad de jugar de centrodelantero y la presencia en el aurinegro del técnico Juan Ricardo Faccio.
Otro episodio célebre fue el de Álvaro Recoba y el “paquete” con otros tres jugadores (Ricardo Bittancort, Néstor Correa y Jorge Puglia). En el verano de 1996 todo el mundo creía que el Chino, figura más que prometedora en Danubio, iría a Peñarol. Pero el presidente José Pedro Damiani solo quería su pase, no todo el “paquete”, lo cual fue dilatando las negociaciones. Cuando estaba por cerrar el mercado de pases, Paco Casal llevó a los cuatro a Nacional. Bittancort, Correa y Puglia no dejaron marca en el tricolor, pero Recoba se convirtió en ídolo.
La lucha entre los clubes grandes por el pase de algún jugador representa un verdadero partido. El que se lleva al futbolista por el que pujan gana el primer tiempo, pero al cabo del segundo tiempo se conocerá el verdadero vencedor. El año pasado, Peñarol se interesó por Andrés D’Alessandro y el argentino terminó en Nacional, pero su actuación estuvo lejos de conformar. Antes le había pasado al mirasol con Pablo Lima, lateral destacado en Danubio, que también pretendía Nacional. Con la amarilla y negra, el “Bolita” no repitió las actuaciones que había tenido con la de la franja.