Diego Aguirre fue claro en conferencia de prensa al momento de opinar que el juego aéreo es una marca registrada en Peñarol de forma histórica y en la pasada jornada parte de eso se pudo observar.
Peñarol era más que Rampla Juniors, un rival que estaba haciendo su debut en el Apertura, con mucho menos tiempo de pretemporada y con bajas en el plantel, por lo que era de esperarse, pero los minutos pasaban y en el Centenario los goles no aparecían.
Y si los tantos no decían presente, más allá de alguna falla en la puntería, era por la buena tarea de Adriano Freitas que terminó siendo el mejor del Picapiedra.
Pudo con (casi) todas las de la primera parte porque en el descuento Leonardo Fernández mandó un centro preciso y Leo Coelho ganó en las alturas para poner el 1-0. En un partido donde al aurinegro solo le faltaba el gol, y hacía méritos por conseguirlo, lo encontró gracias a la fórmula que no solo le permitió abrir el marcador.
Con el resultado a su favor, todo hacía indicar que Peñarol iba a jugar cómodo el segundo tiempo, pero las dos primeras chances claras del complemento fueron para Rampla Juniors por intermedio de Tomás Adoryan y Gonzalo Barreto, pero el Picapiedra no aprovechó las que tuvo y lo pagó caro.
Maximiliano Silvera, que una vez más hizo un gran desgaste, peleó una pelota que parecía perdida, la ganó, se la llevó y le hicieron penal y Rampla no solo tenía la falta en contra, también quedar con 10 hombres por la expulsión de Álvaro Gracés.
Leonardo Fernández, que una vez más fue el eje de los ataques, no falló, lo cambió por gol y de ahí en más el partido iba a ser otro. Peñarol empezó a dominar en todos los aspectos e iba a estirar la ventaja.
Ese gol tan ansiado que el hincha no pudo festejar ante Miramar Misiones, sí lo hizo una semana más tarde y fue el gol de Matheus Babi. El brasileño llevaba pocos minutos en cancha y utilizó la fórmula mirasol.
Centro de Franco González y cabezazo del norteño que puso así su primer gol con la camiseta mirasol tras fallar el penal en su debut.
Que Peñarol estaba obligado a ganar este partido por el contexto, es cierto. Que le costó un poco más de la cuenta por momentos, también. Pero si algo encontró el Peñarol de Diego Aguirre es distintas formas para abrir los partidos. Cuando no es por la pegada de Leonardo Fernández, lo puede hacer por virtud de uno de sus delanteros, aunque ahora también tiene otra manera: el juego aéreo. Una fórmula que el aurinegro encontró en el momento justo.