COPA SUDAMERICANA
El carbonero no pudo repetir las anteriores actuaciones en la Copa Sudamericana y tendrá que mejorar para poder avanzar a octavos de final.
Si hay algo que caracterizó al gran momento que vivía Peñarol en lo deportivo previo a visitar el Defensores del Chaco era el clima de tranquilidad y mesura.
El equipo llevaba cinco triunfos al hilo y estaba a un punto de clasificarse a los octavos de final de la Copa Sudamericana.
Pero perdió 2-1 con River Plate de Asunción anoche en Paraguay y todavía ese pasaje a la siguiente ronda no está para nada asegurado.
Y varios aspectos hay que analizar de un partido en el que el “Kelito” hizo lo suyo y sin deslumbrar, fue efectivo, algo que el equipo de Mauricio Larriera no fue.
En la primera chance que tuvo sobre el arco de Kevin Dawson, River Plate no falló porque de una atajada del arquero vino un córner que terminó en la apertura del marcador.
Alex Garcete vulneró a toda la zaga de un equipo que si había tenido una fortaleza en sus últimos partidos era en la pelota quieta, tanto a la hora de atacar como defender.
Falló y lo pagó caro. Por primera vez en esta Copa Sudamericana, el carbonero estaba en desventaja -jugando su séptimo partido- y pasaba a tener el gran desafío de levantarse y seguir. Lo anímico jugaba un papel clave y el equipo respondió, se adueñó de la pelota y tuvo paciencia mientras River Plate estaba alejado del arco de Dawson, pero muy bien plantado en defensa, cortando los circuitos de juego de un aurinegro que reaccionó sobre el cierre del primer tiempo y el inicio del segundo, cuando logró empatar 1-1.
Y sin brillar, el mirasol hilvanó alguna jugada pero no tuvo profundidad.
Como por si eso fuera poco, Larriera no tuvo en el banco de suplentes jugadores como para dar vuelta la historia y mejorar el rendimiento: solo dos atacantes —Nicolás Schiappacasse y Ariel Nahuelpán— estaban entre los relevos. Entraron, pero el primero salió lesionado y el segundo está fuera de forma.
Las ausencias de Agustín Canobbio, Cristian Olivera, Agustín Dávila y Máximo Alonso limitaron las variantes y eso se sintió. No fue determinante, pero hay que tenerlo en cuenta a la hora de analizar un partido que Peñarol lo terminó perdiendo por otra falla defensiva a los 92’ cuando un delantero rival pudo más que la resistencia física y la atención de los dos zagueros centrales.
En medio de la primavera a Peñarol le llegó una tormenta que deberá superar para encarar el debut en el Apertura y sobre todo, buscar sellar su pasaje a los octavos de final de la Copa Sudamericana.