Sin dejar de lado el contexto —partido sin hinchas aurinegros en las tribunas—, que la temporada recién empieza y tal como Diego Aguirre, el año es largo y todo se define en diciembre, hay que ser claros a la hora de analizar a un Peñarol al que le está costando arrancar.
El equipo está muy lejos del ritmo al que llegó durante muchos pasajes de una histórica temporada 2024 en la que fue campeón del Uruguayo y finalista de la Copa Libertadores, pero además, sigue dejando puntos por el camino y tras empatar 1-1 con Boston River en el Estadio Campeón del Siglo, quedó a cuatro de los líderes Plaza Colonia y Defensor Sporting.
En la noche de ayer, la falta de estado físico de varios jugadores, el bajo nivel futbolístico de algunas figuras y —nuevamente— los errores defensivos, le terminaron constando caro al Mirasol.
Después de una primera parte para el olvido en la que el fútbol brilló por su ausencia y salvo una acción en la que David Terans se perdió el primer gol, la producción de Peñarol fue muy magra.
Aguirre mandó a Javier Cabrera a jugar el segundo tiempo y a los 2’ de haber ingresado, el Cangrejo la mandó a guardar. Parecía que todo se encaminaba para los de la Fiera. Parecía...
Pero tal como pasó en los clásicos, el aurinegro demostró ser muy endeble en la última zona a la hora de cuidar un resultado y tan solo 3’ después, Valentín Adamo estampó el 1-1 aprovechando un grosero error de Pedro Milans y Javier Méndez a la hora de despejar el balón.
Volver a empezar para un conjunto Carbonero que no tuvo levante. Y si bien cuidó algunos aspectos defensivos, desde lo ofensivo la producción de Peñarol fue pobre. Demasiado pobre.
Y pobre en relación a las figuras que tiene si se las compara con el rival —el plantel de Peñarol vale 30,4 millones de euros y el de Boston River 7,5 millones—, y pobre si se analiza las jugadas que se crearon y las chances que se generaron.
Aguirre intentó buscarle la vuelta con los cambios y mandó a la cancha a Diego García, a Felipe Avenatti para jugar de doble nueve con Silvera, luego puso a Lucas Hernández y también a Alexander Machado, pero el equipo no arranca. Está frenado.
Capítulo aparte para Leo Fernández, el jugador franquicia que otra vez fue bien rodeado en la marca, que no supo cómo desnivelar y que continúa impreciso con la pelota en los pies. Preocupa.
A la versión 2025 de Peñarol le cuesta arrancar y mientras tanto, sigue dejando puntos por el camino.
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